Lo grotesco frente a lo caballeroso, la caricatura frente al equilibrio, el humor fácil frente a las rimas cavilosas, la sátira en verbo frente a la disidencia de su propio destino.
O dicho de otro modo, Juan Rana frente a Cosme Pérez. Personaje frente a actor. ¿Figurante y persona, o bufón sin espíritu humano?
Esta dualidad es la que enmarca el protagonista de una de los espectáculos sorpresa que ha acogido el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro en su primer fin de semana.
Ha sido con ‘El canto de Juan Rana’, un montaje interpretado por Toni Misó, a partir del texto de José Sanchis Sinisterra, que encarna a Cosme Pérez (1593-1672), actor del siglo XVII, que, a su vez, dio vida durante casi 40 años, con máscara en ristre, a Juan Rana, personaje popular de gran éxito en los entremeses y mojigangas (se representaban para introducir y entretener al público en los descansos) del Siglo de Oro.
La pieza, que hace un guiño a ‘El canto del cisne’ de Chejov, encaja perfectamente en el universo literario y creativo de Sanchis Sinisterra, defensor del acercamiento del teatro a otras artes dentro de una ‘teatralidad menor’, más reflexivo y humano, y más alejado del grandioso y comercial.
El bobo Polichinela frente al primer cómico Coviello, o el arlequín frente a Il Dottore. Como en la propia Comedia del Arte italiana, Pérez reflexiona en su decadencia sobre la infelicidad que vivió en la etapa en la que se vio unido irremisiblemente a la tosca figura entremesil, pues no sólo divertía a la realeza sobre las tablas, sino que fue centro de burlas al ser cuestionado por su condición sexual, ‘ni carne ni pescado’, y vinculado a un estrato social al que también solazaba, ‘los pobres también ríen’.
Un actor atrapado por su personaje, reconocido no obstante por la reina (le concedió una pensión vitalicia, que donó a su hija con la condición de que se dedicara teatro) y que con 64 años representó ‘El golfo de las Sirenas’ de Calderón de la Barca.
El entremés frente a la comedia, el blusón, la máscara y la tripa simulada frente a los nobles atavíos, el patético batracio frente al riguroso galán. Todo eso es lo que centra el monólogo de Misó, con angustia o nostalgia, y que atrapa al público desde el minuto uno, por su humanidad y un destino que, además de impuesto, es juzgado por un tribunal acusado de sodomía.
En la obra no hay que desdeñar la participación de Paca, la hija de Pérez, interpretada por una excelente Sara Sánchez, que introduce la historia y aporta datos en su transcurso, con un saleroso baile y cante y que al final confluye con el protagonista en torno a una rana de piedra.
La música al piano en directo de Néstor Ballesteros completa la dirección de Héctor del Saz Navarro, que ha conseguido retratar en el Silo de Almagro la humanidad de un actor de 74 años, ya cansado y derrotado.
