El tiempo de cosecha del grano de cereal transcurre en paralelo al de la obtención de paja y forraje. Son subproductos, a partir de la transformación del tallo –en verde o en seco- de los cultivos herbáceos para alimento del ganado, que tienen su propio mercado.
La presente cosecha -casi concluida- apunta a un balance irregular en renta y producción tanto para los agricultores como para los ganaderos, según comentan a lanzadigital algunos de sus portavoces, aquellos mientras que dan salida a las pacas de trigo, avena o cebada tras la siega, y éstos para garantizar a sus cabañas una frondosa ‘despensa’.
El consumo animal, aseguran, varía en función de la meteorología y el desarrollo de los pastos, un extremo difícil de valorar en pleno verano.
Por ahora, los precios se mueven en torno a los 0,042 céntimos el kilo (siete pesetas), frente a los 0,07 euros (11,6 pesetas) de hace dos años. La lonja de León marcó el pasado 14 de julio cotizaciones de 162 euros la tonelada de alfalfa en rama y de 245, la deshidratada. Igualmente, las operaciones de veza de forraje de primera se comercializaron a 130 euros los 1.000 kilos y los de forraje, a 100 euros.
Año inestable
Rafael Díaz, ganadero de Villahermosa, explica que la actual recolección de cereales “es muy irregular”, con comarcas que “se asemejan” a los resultados del año pasado”, y otras que, por falta de lluvias y excesivas temperaturas, se han quedado a menos del 30% del volumen obtenido en 2020.
Es el caso del sur de Ciudad Real, con zonas “catastróficas” en localidades como Castellar de Santiago, Torrenueva o Villamarique, además de otras cercanas de la campiña cordobesa.
En conjunto, los precios de los productos “son bajos” y los de los combustibles “están al alza”. El también miembro de Asaja Ciudad Real y socio de la cooperativa quesera Río Cañamares advierte del repunte del coste de las materias primas para los ganaderos (el litro de gasóleo ha pasado de los cerca de 50 céntimos a los 75, la tonelada de abonos se vende por cerca de 600 euros, frente a los 320 de hace menos de un año, y la luz para el riego se ha disparado un 20%) que, afortunadamente, están siendo compensados con el alza en los precios de la leche de oveja.
Este incremento ha sido, según explica, una anomalía en la relación comercial con las empresas lácteas, industrias que han modificado al alza los valores de la leche en los contratos anuales ante “el miedo al desabastecimiento”.
Respecto a la cooperativa de 3.000 ovejas que cogestiona con otros socios, señala que están valorando realizar mejoras a través de diferentes programas como el Focal o el de ayudas a la modernización de las explotaciones agrarias mediante planes de mejora en forma de subvención de capital.
Margen de rentabilidad
En la misma línea, Jesús Jiménez Comendador, ganadero de vacuno, sostiene que los precios “están más o menos” como hace un año, y tienen una rentabilidad mínima que les permite cubrir los trabajos de la máquina empacadora, y las labores de recogida y transporte de los fardos.
El productor de carne de vaca, con su explotación ubicada en la localidad toledana de San Pablo de los Montes (al límite con Retuerta del Bullaque) tiene su propia extensión cerealística, cuyos subproductos le sirven para nutrir tanto a su propio ganado y también para vender a otros titulares de granjas.
Reconoce que la producción “ha sido mejor en grano que en paja”, en este último caso con unos resultados “flojos, tirando a malos”.
El kilo de paja cotiza en las últimas hora a 7 pesetas el kilo, “lo mínimo para que no perdamos”. No es caso de hace dos años, cuando el tallo delgado obtenido de los cereales tras la corta del grano de trigo, avena o cebadas estaba a precio de oro.
Año medio
Julio Corrochano, técnico de Upa, también coincide en que valorar la campaña de herbáceos como “un año medio”, tanto en los cereales como en las plantas forrajeras que se cortan en verde (sin grano) desde mayo.
Respecto a la valorización del producto se mueve “al alza”, y por tanto es “formidable”, según dice, para los agricultores, aunque más negativa para los ganaderos, a la hora de asumir precios más elevados de los piensos.
Intercambio de estiércol por forraje
Pilar Ramírez, ganadera ovina de Tomelloso, cuenta que la compilación de forraje y paja para los meses de invierno en la explotación familiar que encabeza se realiza a través del intercambio con el estiércol que producen sus ovejas.
El trueque, señala a este digital, lo realizan con una empresa que se dedica a transformar los residuos de basura en abono o nutriente para las tierras a labrar.
En anteriores ocasiones, explica Ramírez, “hemos pagado por alguna tierra cerealística cercana a la explotación para tener forraje”, pero este año han elegido el intercambio de productos.
Reconoce como positiva la subida de precios de la leche, “nos da un poco de respiro”, aunque apenas si compensa los costes, también incrementados, de los piensos.
Ramírez comenta que la actividad de su explotación se mantiene normalizada tras la reapertura del canal HoReCa (hostelería y cafeterías) en España tras meses de pandemia. “En el sector de las ovjeas y corderos, dependemos mucho de la restauración”, recuerda.
