La contratación del seguro es una gran herramienta para proteger las explotaciones agrarias y ganaderas, sobre todo ante las cambiantes y extremas condiciones climáticas que se dan cada año. Ahora cuestionado por los productores en sus movilizaciones, al pedir que suba la aportación pública, se trata de un modelo, según Santiago Duro, el nuevo director territorial de Agroseguro (empresa que gestiona las primas) en La Mancha (Albacete y Ciudad Real), ”exitoso” y único en el mundo, pues cubre la mayor parte de las pérdidas causadas por catástrofes y otros contingentes. Los daños más contratados son en viña, hortalizas y cereal por sequía, pedrisco o heladas y en la nueva temporada ya se han asegurado 700.000 hectáreas en Castilla-La Mancha, donde el ajo está tomando protagonismo. En 2019 se pagaron 64 millones en indemnizaciones en la región, 8,3 en la provincia ciudarrealeña, según da a conocer Duro en este entrevista.
En plena pandemia del coronavirus, el Ministerio de Agricultura ha decidido ampliar en 20 días naturales la fecha de finalización de los periodos de suscripción de seguros agrícolas que finalicen antes del 16 de abril, a excepción de los módulos con cobertura de helada. Aafectan a las producciones de uva para vinificación, uva de mesa, cereza, o cultivos forrajeros. El objetivo es evitar que ningún agricultor tenga dificultad para realizar la suscripción del seguro agrario.
PREGUNTA.- ¿Es inviable el actual modelo de seguros sin ayudas estatales?
RESPUESTA.- El éxito del modelo español es seguro por la colaboración público-privada, y las ayudas tanto estatales como autonómicas que ponen a disposición de los agricultores es una inyección económica necesaria para abaratar las pólizas y que el coste sea sostenible. Si no fuera por la ayuda pública no se podría cubrir un catálogo de riesgos y coberturas tan amplio como el que tenemos en España. Es un modelo que lleva funcionando muy bien cuatro décadas (Agroseguro cumple 40 años, y la Ley de Seguros, 41) y es ejemplo para otros países en los que no tienen una nómina de riesgos tan amplia. Allí normalmente se cubren daños por pedriscos o incendios y otros más localizados pero en España está cubierta cualquier adversidad climática. Por ejemplo, las indemnizaciones por sequía en un país mediterráneo como España serían inviables sin un modelo de colaboración público-privado.
P.- Recuperar el presupuesto público (hablan de 400 millones de euros anuales) para los seguros agrarios es una de las reivindicaciones de los productores en sus protestas, tras los recortes, según dicen, del 35% y subidas del 20% de las primas. Son demandas que forman parte de una de las cuatro mesas creadas por el Ministerio para dar soluciones al campo, ¿cree que van a ser atendidas?
R.- Es verdad que después de la crisis de 2008 las ayudas fueron disminuyendo pero consideramos que es necesaria la demanda para cometer los nuevos retos y conseguir un sistema de seguros sostenible y equilibrado. Me consta que hay voluntad el Estado y de las comunidades de subir esa parte que se perdió, pero estamos en un momento de tanta incertidumbre que no sabemos dónde van a llegar esas ayudas. Y tampoco tenemos Presupuestos Generales del Estado. El mismo ministro (Luis Planas) ha dicho que tienen disposición a afrontar su participación pública y aumentar la contribución del Estado al sistema de los seguros agrarios y es un buen camino. Es la principal propuesta de la mesa, luego hay otras como las garantías o la obligatoriedad de los seguros, pero todas están en fase muy incipiente y hasta que no tengamos mensajes claros no las vamos a poder valorar.
P.- Los propios políticos aconsejan a los agricultores contratar seguros como parte de los gastos de la explotación
R.- Es absolutamente básico para los agricultores y ganaderos, mantiene su nivel de renta, ayuda ante eventos catastróficos, se paga en 30 días, está subvencionado por el Estado y prácticamente cubre todos los riesgos. Es un sistema muy aconsejable, con una trayectoria de 40 años. No se entendería la agricultura sin el seguro agrario en un país de riesgos tan extremos como el nuestro.
P.- En este sentido y como técnico, ¿han cambiado mucho los riesgos y las necesidades de ayudas para agricultores y ganaderos por fenómenos como el cambio climático?
R.- Lo que ha cambiado es la recurrencia y la intensidad de los mismos. Las tres peores campañas en los últimos 40 años en cuanto a siniestralidad se han registrado en esta década. Eso te indica que hay un cambio climático que está haciendo que los riesgos sean cada vez más extremos. 2017 fue el segundo año peor de la historia del seguro por la sequía extrema; 2018 fue el tercero por las tormentas de pedrisco, mientras que 2019 se caracterizó por la profusión de Danas (Depresión Aislada en Niveles Altos). Lo que estamos viendo es que los fenómenos son cada vez de mayor intensidad, provocan mayor impacto y por lo tanto mayores pérdidas. Este año ya estamos inmersos en una situación de sequía y entra dentro del ciclo de siete años seguidos con falta de agua. La sensación es que llueve menos pero los estudios dicen que llueve distinto porque igual pasan dos meses sin llover nada y en un día caen 100 litros. Esas borrascas atlánticas que antes estaban regando en otoño-e invierno ahora no llegan. Estamos viviendo un cambio climático que afecta mucho al seguro agrario.
P.- ¿Y está siendo solvente?
R.- El pasado año se cerró con un volumen de indemnizaciones de 640,74 millones de euros, pero fueron peores 2017 y 2018, que superaron los 700 millones, así como 2012, que fue el más catastrófico, llegó a los 720 millones. Estas cifras millonarias demuestran la fortaleza del sistema porque son situaciones donde hay muchas peritaciones, mucha gente movilizada, mucha velocidad de pago y muchísima solvencia. Nunca hemos dejado de pagar en un plazo corto de tiempo y eso lo valoran mucho los asegurados. Y hemos puesto a prueba el sistema en los últimos años y ha funcionado relativamente bien. Todo es mejorable y podrá haber gente que se sienta maltratada o perjudicada, pero estamos hablado de cifras enormes que si se detrayeran al campo sería una cifra insoslayable.
P.- Y de esos 640 millones, cuánto correspondió a la siniestralidad de Castilla La Mancha? ¿Y en Ciudad Real?
R.- En la región se pagaron 64 millones de euros en total, entre las cinco provincias. Albacete fue la que tuvo más indemnizaciones porque cuenta con producciones de más valor, hortalizas y frutales. Cuenca y Ciudad Real tienen más viña y cereal y más superficie siniestrada pero los daños tienen menos valor económico. En Ciudad Real se pagaron 8,3 millones de euros, 3,88 millones en uva vino, que es la producción más asegurada, 2,5 millones en hortalizas, medio millón en cereales, y 1,2 millones en ganado.
P.- ¿Y cómo va la actual temporada de contratación?
R.- Nos hemos mantenido en valores bastante elevados en uva de vino y en cereales, y hemos subido mucho, de acuerdo con el cambio que se está produciendo en la agricultura manchega, en los cultivos leñosos. Hemos multiplicado por 10 la contratación en almendros, a tenor del aumento de su superficie, como la del pistacho y hortalizas (brócoli, lechuga,…). Están copando extensión que antes se dedicaba a los herbáceos dentro de un cambio importante por las restricciones de agua y el poco rendimiento de éstos. Y además este año el ajo se ha convertido en un cultivo estrella en la comunidad, con el 90% de la producción asegurada, unas 17.000 hectáreas, 4.600 en la provincia de Ciudad Real. Los frutales también se mantienen con una gran tasa de contratación, y se ubican mayoritariamente en la zona de Hellín. Estamos contentos y ahora estamos con muchos periodos abiertos, como los de las líneas que cubren el pedrisco. Afortunadamente, este año 2020 está siendo muy bueno en siniestralidad en Castilla La Mancha porque no ha habido eventos que podamos decir que nos ha hecho daño. Los almendros tienen riesgo alto de heladas en la floración porque están dos semanas adelantados por las temperaturas altas que ha habido en febrero. .
P.- ¿Por qué los olivareros confían menos en los seguros agrarios, a pesar de la crisis de precios que sufre el sector y la sequía ya patente?
R.- Es un cultivo particular y los productores no perciben el pago por rendimiento como beneficioso porque calculan que van a producir más de lo que cubre. Y ahí está el desencuentro. Más que una desmotivación, es que no se adaptan del todo las condiciones del seguro y las coberturas a lo que demandan. Todas las partes estamos intentando mejorar este seguro porque para la cantidad de olivares que tenemos es la línea que menos penetración tiene.
P.- ¿Y entre los ganaderos, hay conciencia de la necesidad de asegurar sus explotaciones?
R.-. Luego tenemos también algo de ganado vacuno, ovino y caprino pero no es muy pujante en Ciudad Real y Albacete, No tiene tanta entidad como en la zona de Talavera o en el Valle de Los Pedroches, en Córdoba.
P.- Qué papel juegan las nuevas tecnologías? ¿Cómo ayudan a que una vez reconocidos los siniestros, se paguen pronto las indemnizaciones?
R.- En la dinámica del pago es muy importante. El sistema se ha puesto a prueba al gestionar los peores años de la historia, con un gran número de tareas, un gran número de peritos movilizados, y un gran número de actas. Y lo hemos conseguido en un periodo de 30 días, incluso de menos. Los productores cobran de Agroseguro antes de lo que la cooperativa les liquida en el caso del vino, o antes de vender el cereal. Es una de las grandes fortalezas y grandes esfuerzos que hace la entidad: peritar cada día antes y aplicar más tecnología y así poder pagar antes.
P.- Como nuevo director, ¿cuánto tiempo lleva trabajando en la empresa y qué objetivos se ha planteado para este periodo?
R.- Llevo 30 años y empecé como perito tasando siniestros en Toledo y Cuenca, luego pasé al departamento de Tasaciones de Agroseguro en Madrid, y ahora he dado el salto a la Dirección Territorial. Mi objetivo es hacer una gestión transparente y sin dobleces para todos: agricultores, tomadores o la propia entidad. Y con criterios basados en la coherencia y en la solvencia técnica. Todo para garantizar el servicio a los agricultores, y a los grupos de interés. Tenemos unas funciones muy amplias y aunque lógicamente es un equipo de trabajo que está engrasado, cada responsable tiene que dar su toque a la gestión. Aquí somos cuatro en la oficina, además de una cuarentena de colaboradores (peritos) y es una zona muy dinámica e interesante para trabajar porque es un sector que tiene futuro. Llevamos 700.000 hectáreas contratadas en Castilla La Mancha, igual llegaremos al millón, una extensión importante. Espero que con la crisis del coronavirus la gente se dé cuenta de que el abastecimiento depende de la producción agrícola y de la gente entregada al campo. Espero que se evidencie la necesidad de apoyar al sector primario, que es básico.
