No está en contra del arte, ya sea por ejemplo cine o teatro, como meramente ocio, pero defiende la otra parcela, la del arte “comprometido con su tiempo y realidad circundante”. Como un “hombre de teatro”, se define Pepe Bablé, director de las compañías gaditanas Títeres La Tía Norica y Albanta, así como del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, el decano en el territorio español tendiendo puentes entre ambas orillas del Atlántico y que el próximo 19 de octubre subirá el telón de su XXXIII edición.
Bablé, que recibe el homenaje del XVIII Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo de Almagro al que acude como director de la producción ‘Bendita Gloria’ de Albanta que se representa este sábado a las 21 horas en Teatro Municipal, también se ve como una “persona muy despierta” a la que le gusta estar siempre “muy al loro de las cosas” que suceden a su alrededor. “Me considero un hombre de teatro. Soy una rata de teatro, en el sentido de que es un animal huidizo pero que se mete por cualquier rincón, y yo me suelo meter por muchos rincones del teatro”, asegura Bablé, heredero de una estirpe de titiriteros, profesión que ejercían sus “padres y abuelos”, y que desde el 83 dirige los Títeres de Tía Norica, teatro físico y compañía cuyos antecedentes se remontan al menos al siglo XVIII.
La palabra
Así mismo, está al frente de Albanta Teatro, compañía que, fundada en el 88, apuesta por “un teatro muy arraigado con la realidad circundante, muy comprometido socialmente” y a la que le gusta “trabajar mucho a través de la palabra. Somos fieles defensores de la palabra que es lo que nos significa a los seres humanos para podernos comunicar y en el teatro creo que es lo más importante. Hacemos teatro de texto y de unos años para acá siempre de autores contemporáneos. No nos gusta revisitar ni agarrarnos a obras ya estrenadas porque para eso ya hay otros grupos, sino que preferimos incentivar la nueva dramaturgia, a autores jóvenes estrenándoles textos audaces y comprometidos”.
Así mismo, Albanta se caracteriza por su teatro naturalista contemporáneo, “no exento de poética tanto visual como oral”, comenta Bablé, que trae con esta compañía a Almagro la producción ‘Bendita Gloria’, del también gaditano Juan García Larrondo, una tragicomedia que narra la historia de una familia con muchísimas vicisitudes que “se pueden encontrar en cualquier familia actual”. En la pieza, “se habla de muchas cosas como sexualidad, corrupción, mafias rusas, especulación de terreno,…, y es una obra donde todo gira alrededor del amor, pero no edulcorado al uso o convencional, sino que está más basado en los amores fronterizos, tóxicos”.
‘Bendita Gloria’ está protagonizada por cuatro personajes, que “podríamos ser cualquiera de nosotros”, que están “anclados en sí mismos y obligados a quererse entre ellos pero cada uno se quiere de forma diferente, no sólo al resto sino a sí mismo”, comenta Bablé, que indica que en la obra hay drama pero éste, siendo profundo y como ocurre en la vida misma, puede pasar en milésimas de segundo a “la tragicomedia más absurda”.
Pensamiento
Bablé, que se siente “muy honrado y agradecido” por el homenaje del Festival almagreño que hace extensivo a “las personas e instituciones que durante tantos años” le han ayudado a defender el Festival Iberoamericano de Cádiz y las dos compañías de teatro que lleva adelante, se considera “fiel defensor de los festivales que aspiran a ser algo más que una simple exhibición de espectáculos. Creo que tienen que, en la comunidad que se celebra y junto a los grupos invitados, construir relato, pensamiento, un pozo teórico que en cierta medida dé continuidad al festival no sólo como institución sino también por lo que genera en la sociedad que se celebra”.
El arte tiene que ser espejo de la sociedad y mostrar las diversas realidades, a juicio de Bablé, quien participó en el año 85 en la creación del Festival Iberoamericano de Teatro en un enclave “muy americanista por vocación y tradición” como Cádiz, contribuyendo con ello a que esta ciudad recuperara “el pulso que tuvo durante mucho tiempo en su vertiente teatral”.
“No había ningún Festival Iberoamericano en Europa por entonces” y ahora es “puerta de entrada tanto del flujo de espectáculos españoles para Latinoamérica” como del otro lado del Atlántico “para acá. Hoy no vemos un espectáculo, autor o director en boga en España o Europa que no haya entrado por Cádiz, lo que dice mucho”. Son “33 años peleando por ello”, expone Bablé, que indica que, para las compañías de teatro latinoamericanas, el Festival gaditano es “la Meca. Hoy en Latinoamérica, quien no haya pasado por Cádiz, parece como si no existiera” y cualquier joven que estudia teatro tiene como meta poder llegar o pasarse por él. “Para cualquier persona que se dedica al teatro es un referente, del que se habla en las escuelas”, donde se estudian propuestas que han pasado por el Festival de Cádiz, el cual “no sólo es un foco de atención en la exhibición sino también en el pensamiento crítico y teórico”.
En todo ello, el Festival de Cádiz “le debe mucho al Celcit”, que se encargó en las diez primeras ediciones de la parte teórica de los actos complementarios y, “desde entonces, hay una colaboración estrecha en compartir grupos y experiencias”, señaló Bablé, que calificó la cita almagreña como un “festival hermano, porque nos ayudamos y retroalimentamos mutuamente”.