La labor pastoral del manchego Santo Tomás de Villanueva como Arzobispo de Valencia no se caracterizó sólo porque atendía a los pobres con “hasta un 80 por ciento de las rentas de la Diócesis” sino que además buscaba promover iniciativas para que “pudieran encontrar modos de subsistencia por ellos mismos”.
A ello se suma la bella y amplia predicación de un “auténtico maestro de la fe” que vivió la convulsa época de la “división de la cristiandad por causa del protestantismo” en el siglo XVI, siendo “uno de los grandes reformadores ortodoxos dentro de la Iglesia”, de manera que “a él y otros como él se debe que el protestantismo no tuviera en España tanto peso” como en otras partes de Europa, comentó el historiador agustino Miguel Ángel Orcasitas, que inauguró junto al obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar, la exposición sobre Santo Tomás de Villanueva que exhibe hasta 12 de octubre el Museo Diocesano.
El legado de Santo Tomás de Villanueva, natural de la localidad ciudarrealeña de Fuenllana, fue válido tanto para su época como lo es para nuestros días tanto desde el punto de vista doctrinal como pastoral por su modo de gestionar el cargo de Arzobispo de Valencia, labor de la que es un referente, indicó Orcasitas, que resaltó que, con la reedición de su obra en once volúmenes en la Biblioteca de Autores Cristianos, se ha reactivado su promoción como Doctor de la Iglesia.
De los numerosos santos, tan sólo 36 son doctores de la Iglesia, lo que refleja la importancia de la labor de Santo Tomás de Villanueva, Patrón de la Diócesis de Ciudad Real, subrayó Orcasitas, que resaltó que la muestra que se puede presenciar en el Museo Diocesano está integrada por catorce paneles explicativos sobre la trayectoria del insigne agustino ciudarrealeño, desde su nacimiento en Fuenllana y estrecha su vinculación con Villanueva de los Infantes, sus estudios en la incipiente Universidad de Alcalá de Henares, en la que fue colegial y luego profesor, para pasar a Salamanca donde ingresó en un “muy significativo” Convento de los Agustinos, ya que en él vivieron otros santos como San Juan de Sahagún, patrón de la ciudad, y San Alonso de Orozco, y desde donde partieron hacia América misioneros que están en proceso de canonización.
En el salmantino convento, “fue ordenado sacerdote muy rápidamente y al año siguiente fue prior de esa comunidad. Desempeñó muchos cargos dentro de la orden como provincial de dos provincias diferentes, y luego el propio emperador Carlos V instó para que fuera obispo, nombramiento al que se resistía, de manera que el príncipe que luego se convertiría en el rey Felipe II acudió para que le forzara a aceptar el Obispado al provincial de los Agustinos, quien le mandó que asumiera el cargo “en el plazo de veinte horas, bajo pena de excomunión si no lo hacía”. “No le quedó más remedio que ir a Valencia como arzobispo donde, enseguida, hizo una visita a toda la Diócesis, convocó un Sínodo diocesano, se preocupó por la reforma del clero y, sobre todo, se caracterizó por una atención tremenda a los pobres”, además de por su gran fama como predicador con un estilo sencillo y sobrio, resumió Orcasitas.
La didáctica muestra, patrocinada por la Federación Agustiniana de España, se completa con dos cuadros del siglo XVII llegados desde Villanueva de los Infantes, donde aparece Santo Tomás de Villanueva con el hábito negro agustino y los atributos de arzobispo repartiendo dinero a los pobres de la bolsa de limosna y, en uno de ellos, bendiciéndoles. También de Infantes han llegado una escultura de los años 40 del siglo XX de Santo Tomás dando monedas a los más necesitados y la réplica de su cáliz y patena. Así mismo, se exhibe un retrato de Santo Tomás, cuadro del siglo XVII que se encuentra habitualmente en el despacho del obispo de Ciudad Real, y el Seminario ha aportado su obra completa literaria.