El Villaseñor, además de su función expositiva, actúa como una gran academia de arte en la que se forman tanto niños como adultos. Esta actividad formativa es una de las facetas que otorgan más vitalidad a este espacio artístico que este martes se llenó de alumnos de todas las edades para recoger sus diplomas y presenciar las muestras en las que participan.
El concejal de Promoción Económica, Cultural y Turística, José Luis Herrera, acompañado del director de los Museos Municipales, Francisco Javier López, y el edil popular, Pedro Lozano, participó en la entrega de los diplomas a la veintena de alumnos, de 6 a 18 años, de la extensión del XXVI Curso Manuel López-Villaseñor de Pintura, así como a los 181, divididos en siete grupos, del curso para adultos.
En la galería superior del patio del Villaseñor, se exhiben hasta finales de julio 170 obras de los chavales, quienes empezaron el curso con dibujo y carboncillo, para después utilizar acrílico y acuarela. Con una amplia demanda que hace que sus veinte plazas se sorteen, en este curso los nuevos alumnos aprenden desde a coger el lapicero y el pincel para dibujar hasta el correcto uso de los juegos cromáticos, además de enfrentarse a bodegones del natural para educar la vista y la mano, comentó el profesor del curso, Jesús Arévalo, que destacó la calidad y variedad de las obras expuestas en la muestra en la que se pueden presenciar paisajes en los que destacan los planos de color y la geometría, así como, entre otras, obras protagonizadas por animales y marinas y varias propuestas de un paisaje que se abre desde un gran ventanal delante del mar.
La perspectiva ha sido uno de los aspectos trabajados por los niños y jóvenes, al igual que en el curso de adultos fundamentalmente en paisajes urbanos. “A la mayoría les daba miedo enfrentarse a panorámicas, por ejemplo, de Nueva York o Chicago con coches y gente, y han visto que lo pueden hacer”, indicó Arévalo, que se mostró orgulloso de las obras creadas por sus alumnos que se exhiben en una de las salas de muestras de la planta superior del Villaseñor. “Empezamos con dibujo el primer trimestre para, a partir de enero, utilizar espátula y acrílico”, explicó Arévalo, a quien felicitó por su trabajo, así como a los alumnos, Herrera, que resaltó la creativa formación artística que se imparte en el Villaseñor y el aprendizaje en valores como los de compartir y trabajar juntos que enriquecen personalmente a los alumnos pequeños y grandes.
También destacó la gran aceptación que tiene el curso del Villaseñor, que se desarrolla durante nueve meses desde octubre, y que ha pasado de los en torno a 30 alumnos de la primera edición a los más de 180 actuales.