Aprendí de un querido amigo la utilidad de hacer referencia a la Real Academia de la Lengua para precisar un término. Así que, incertidumbre: falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud.
Es este término, incertidumbre, el que aparece de forma repetida cada vez que alguien inicia una reflexión o un comentario sobre el próximo curso universitario. Para algunas personas la incertidumbre se traduce en duda, el principio del conocimiento; para otras, en parálisis.
Claro que ninguno tenemos la fórmula precisa para los primeros días de septiembre, ni la fórmula ni los datos, menos aún los datos que son difíciles de precisar incluso a una semana vista. Y esto genera dudas. ¿Podrán llegar los estudiantes desde sus casas? ¿Tendremos que seguir manteniendo el distanciamiento social? Confiamos en que sí llegarán y, es posible, que el distanciamiento haya de mantenerse. Entonces, ¿cuántos estudiantes caben en un aula en condiciones de seguridad? ¿y en un laboratorio de prácticas? ¿y en un seminario clínico?… una secuencia de preguntas, que van generando otras nuevas. ¿El calendario académico se tendrá que variar? ¿habrá que duplicar el número de grupos de clase actuales? En fin, dudas y problemas, lo que insta a la búsqueda de soluciones. Actividad propia de universitarios, porque ¿a qué se dedican los universitarios, y no sólo estos, aunque sí muy especialmente? Hay, con toda seguridad, muchas formas de explicar qué hacemos en las universidades.
Resolver problemas que aún no existen
Retomo una frase de un químico californiano (George M. Whitesides) al que me he referido estos últimos años, en público y en privado, para señalar, en traducción libre, lo que en mi criterio es la función de los docentes: debemos preparar a nuestros estudiantes para que sean capaces de resolver problemas que aún no sabemos que existen. Parece bastante claro a día de hoy.
Ahora, a realmente pocas semanas del inicio del próximo curso, y a pesar de estar inmersos en la situación sobrevenida de hacer la docencia y la evaluación on line, nosotros y nosotras, y no otros, debemos ser capaces de resolver problemas que, a diferencia de la visión de Whitesides, están bastante definidos. Así que, manos a la obra.
Alguien dirá que debemos esperar instrucciones de los responsables, de la dirección, del decanato, de la gerencia, del rectorado, de la Junta, del ministerio, … Confío en que estarán trabajando y pienso que les serán de ayuda las iniciativas de quienes venimos estando muy cerca del estudiantado. Y digo que confío en que estarán trabajando porque los responsables no pueden caer en los efectos de la parálisis.
Enrique Díez Barra es catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha