Y es afirmación que compartimos; porque la letra impresa siempre quedará para la lectura: en este caso de una investigación que va unida a composiciones versales del autor, en la que no se ha obviado ningún aspecto del tema principal del libro.
Para ello, Jerónimo Anaya, ha contado para las transcripciones musicales, con el también sabio, autor de numerosos libros dedicados a la búsqueda de tradiciones perdidas y olvidadas, así como aspectos importantes de la música, Antonio Vallejo Cisneros; tándem que se ha completado con un moderno y acertado diseño de la cubierta, obra de César Dégano Martínez, y una cuidada edición a cargo del Instituto de Estudios Manchegos: Institución que actualmente está dirigida por Alfonso Caballero Klink, recientemente renovada su presidencia por unanimidad de los Consejeros.
Pero volvamos al libro que hoy nos ocupa; pues acertadamente está dividido en dos partes. En la primera se estudia en profundidad la estrofa tradicional de las seguidillas y su origen, evolución e historia; pero además se suman romances, algunas partes del cancionero, sátiras, burlas, retratos, oraciones, etc., relacionando treinta y seis composiciones populares, en la que no falta un índice que informa, no sólo de la versión recogida: localidad, informante, colector y fecha donde las diversas composiciones han sido recopiladas, sino que se muestra en el índice de la localidad de donde procedían y proceden: Almagro, Carrión de Calatrava, Ciudad Real, Corral de Calatrava, Daimiel, los Pozuelos de Calatrava, Malagón y Miguelturra; también se acompaña otro índice por categoría temática, más una interesante y amplia bibliografía.
Y no ha sido fácil, según narra el transcriptor de la música, Antonio Vallejo Cisneros, “realizar una transcripción musical partiendo de una canción entonada por un informante y grabada mediante elementales medios por equipos recolectores ajenos”. Pero a pesar de las dificultades, al unísono, ambos profesores, han realizado un excelente trabajo.
Seguidillas propias
En cuanto a la segunda parte del mencionado libro, éste contiene las seguidillas propias, con estribillo, creadas y escritas por Jerónimo Anaya, agrupando, esta vez como compositor literario, las dedicadas al amor, morales y religiosas.
Veamos una muestra de tan notables composiciones en el apartado primero: “Se levanta la luna/ por ver tu cara/ y en mitad de la noche/ suspira y calla./ Calla y suspira/ cuando ve que te beso/ en las mejillas”.
A la anterior le sigue, con gran dominio en la estructura y en lo que expresan, y, además, técnicamente perfectas, otra seguidilla que dice: “Se ha parado la luna/ por ver tus labios,/ y en mitad de la noche/ llora y yo canto./ De envidia llora/ cuando ve que en silencio/ beso tu boca/.
Respecto a estas creaciones que nos regala Anaya, muy bien podemos aplicarles los versos que Rubén Darío, en su poema, titulado; «Elogio de la seguidilla», escribe: “Las almas armoniosas buscan tu encanto,/ sonora rosa métrica que ardes y brillas/… Y brillantes, por mágicas, son las seguidillas del mencionado libro; pues no es fácil aplicar las reglas versales a unas estrofas donde el tema comienza y acaba en cuatro versos de arte menor, remarcados con los tres del estribillo; pues bien muestra nuestro autor su maestría en las doscientas doce seguidillas que suman el libro, aportando una creatividad lírica y técnica realmente notable.
Pero si en las seguidillas amorosas el autor ha compuesto ciento cuarenta y dos, cuarenta y una dedica Anaya a las morales y de varios asuntos, entre otras la que dice: “El más inteligente/ es bondadoso: comparte su saber/ siempre con todos./ Pero quien guarda/ lo poco que conoce,/ no tiene nada/”.
También rescatamos de las veintinueve seguidillas con tema religioso, la última de este apartado, dedicada a la familia de Nazaret: “La Sagrada Familia/ llega hasta el templo/, y presenta su hijo/ al Padre Eterno./Siente una espada/ dentro del corazón/ la Candelaria/”.
Para terminar este somero comentario volvemos a las seguidillas dedicadas al amor; porque encierran, al igual que las del resto, una excelente inventiva del juego amoroso: “En los juncales juegas/ y allí te escondes;/ te escondes entre risas/ y yo sé dónde./Te escondes siempre/, y yo sé que lo haces/ porque te encuentre/.
Un encuentro con las raíces culturales, populares y etnográficas, hemos tenido con el libro que decimos, afianzando por parte de Jerónimo Anaya, en dicho volumen, una obra personal importante a nivel provincial y regional: trabajo que se compone de dos aspectos que casi nunca se habían conjugado: lo tradicional y las novedosas versiones que el poeta firma.
Nuestra enhorabuena a todos los participantes y que la cultura nos siga acompañando