Otro año vendrá. Serán otras las ilusiones, los desengaños y las frustraciones, diversos los logros y las mismas expectativas, porque Almagro nunca falla. Nunca defrauda su visita, que siempre resulta corta. Como siempre se extraña su retorno, siempre largo. Pero ya lo dijo el poeta: “El inmenso dolor de mi partida, quedará sobradamente recompensado con la alegría del retorno”. Pues eso. Adiós Almagro, pero hasta pronto, porque seguiremos viéndonos en Almagro. Por más que los trenes se empeñen en no parar y la estación en no abrir, y por más que el pretendido servicio de autobuses -con horario especial de festival- siga dejándonos en tierra.
Mientras, ahí quedará nuestro Museo Nacional de Teatro, con lo que pudo haber sido y además fue, (entre otros notables y nobles museos almagreños). Y ahí quedarán las berenjenas, cuyas típicas orzas no hemos visto este año en San Agustín, por algún desencuentro olfativo entre vecinos y elaboradores, que la municipalidad no ha podido resolver… Ya se sabe, la ‘Solannum melongena Dealmagro’ es poco discreta en la nariz y en el ambiente… una característica difícilmente escamoteable…
Pero junto a la exquisitez de sus berenjenas, ahí seguirá estando la hospitalidad de sus bares (excelentes y asequibles tapas, y alojamientos para cualquier pretensión (que en un número superior a 70, y con diferente capacidad y mérito -como dice la Constitución- ofrecen todas las posibilidades y precios al viajero). Y están esparcidos por las cuidadas calles de la ciudad calatrava.
Hemos pasado calor en Almagro, como casi siempre. Pues, a pesar de ello, las piedras almagreñas son frías, y tan sólo resucitan al calor de los corazones que las miran, las acarician, las sienten. No las abandones, viajero. Porque tu calor es también preciso para llenar la olla y la mesa, de quienes dependen de un turismo importante y necesario. Tan importante como para ser la tercera ciudad más visitada de Castilla-La Mancha, tras Toledo y Cuenca… Y tan necesario, como para encauzar las cuantiosas inversiones en materia de turismo, en las que se embarca Almagro cada año.
No es preciso tener una imaginación prodigiosa, para creer que en Almagro se hizo mucho más el amor que la guerra… que no son estas gentes beligerantes, y prefieren vivir avatares más placenteros… Algunos amores quedaron guardados en el arcón del zaguán, tal vez esperando la voz de ‘levántate y vuela’. Otros, tal vez están cubiertos de flores con alguna espina que, es bien sabido, embellecen aún más la rosa. Y, por fin, otros brotarán a renglón seguido. Me pregunto en cuál de los andenes me tocará esperar todavía… Aunque hoy veo que el fruto de un amor hermoso, recorre las calles de Almagro en bicicleta -como Dios quiere y manda- para comprobar que el Festival se cuenta, y se cuenta bien… Gracias, y enhorabuena, Álex, que tan chiquito comenzaste tu andadura entre los cómicos, y tan grande se te ve ahora entre ellos, los mails y los discos duros…
Pero que nadie se turbe. Almagro seguirá estando ahí viendo alboreos y crepúsculos pasar. Y seguirán siendo sus jóvenes tan vitales, tan joviales, tan eternos… Quizá las personas pasemos, pero las ilustres piedras de Almagro, estarán para siempre impregnadas de jadeos, súplicas, suspiros, y de incontables deseos de felicidad. Volveremos a Almagro… Es nuestro firme y decidido propósito, porque siempre volvemos a los lugares donde fuimos felices. Volveremos una y otra vez, como lo hacen las cigüeñas, las flores, la escarcha o el rocío, como vuelve la primavera y después otro verano… como quizá vuelva el amor sin ser llamado. Aunque con un año más (otra muesca más en el fusil) el listón añore tiempos pasados… En cuanto a ti, ilustre viajero, no te olvides de Almagro. Podrías ser protagonista de su anchurosa historia. Porque esta ciudad sigue teniendo un lugar para ti. SIEMPRE.