Víctor Barba Pizarro (Puertolllano, 1956) dibuja desde que “iba a gatas”, un talento que ha cimentado las más de cuatro décadas de ejercicio profesional que atesora, y le ha servido para ser un referente por derecho propio en los ámbitos del cómic, la ilustración, el diseño y la docencia. En paralelo, cultiva sin cortapisas creativas la pintura. Es una disciplina en la que “hago lo que quiero hacer”, asegura en una entrevista a Lanzadigital, en la que habla de su trayectoria y de las emociones que provoca el noveno arte.
Barba ha visitado esta semana Ciudad Real para presentar ‘Polvo en el aire’, su última novela gráfica editada por Jot Down Magazine, que orbita en torno a la gestión de la pandemia de la Covid-19 entre la ciudadanía, inspirada en sus propias reflexiones y personas más cercanas.
Quien se define como artista plástico interdisciplinar valora la resiliencia y la capacidad del ser humano para superar las dificultades más extremas e inesperadas, como los grandes conflictos bélicos, escenarios en los que las personas “sacan lo peor”, pero también “lo mejor”.
Por eso, como guionista y dibujante de ‘Polvo en el aire’, ha recogido en sus páginas los elementos positivos que trajo la crisis sanitaria y ha relativizado “la oscuridad” vivida a nivel doméstico en boca de los personajes, “nos asustaron mucho”, al margen de las muertes y el riesgo extremo de quienes se enfrentaron a los embates de la infección.
Este nuevo trabajo de relato ilustrado “es un chorro de aire fresco” al ambiente correoso de la pandemia, y tiene un corte “más intimista”, señala, similar al de ‘El truco’, la novela en imágenes autopublicada en 2015, traducida al inglés y el francés, que habla de un pintor sumido en una crisis existencial y también artística. Por el contrario, explica el dibujante e historietista, está más alejada del anterior título ‘Hasta Novgorod. Crónicas de un divisionario’ (Norma editorial, 2020), que aborda la División Azul, a través de la biografía de Teodoro Recuero, un campesino extremeño que se alista en Falange y a la División Azul.
‘Polvo en el aire’, en plena gira de presentación, es un ejemplo del laborioso e imaginativo trabajo que Barba inició a mediados de los años 70 en varias materias, y que ahora está compendiando en novelas gráficas como ésta, donde cierra el círculo de la producción: encuentra la idea, escribe el guion, dibuja las escenas y plasma la ambientación. “Desarrollo mi trabajo desde que se va gestando el asunto de la novela hasta que está totalmente terminada”, indica, al vislumbrar un concepto “acuñado hace poco, unos 10 o 12 años”.
Es una muestra de la inquietud del dibujante, que incesantemente aborda proyectos de manera integral, en una evolución imparable, anotada entre la observación y la documentación exhaustiva, con el único objetivo de “mejorar y superar a lo anterior”.
De hecho ya está enfrascado en otra obra gráfica que publicará Norma Editorial, de la que apenas da novedades: “es una aventura que tiene que ver con un trasfondo histórico, del que me estoy documentado mucho”.
Encuentro con alumnos
El progreso profesional de Barba también bebe de los contactos con jóvenes que están formándose en Dibujo, por su trabajo de docente desde hace más de 40 años en los talleres de Pintura y Dibujo de la Universidad Popular de Puertollano, además de encuentros como el que esta semana ha protagonizado en Ciudad Real, con alumnos de la Escuela de Artes ‘Pedro Almodóvar’, antes Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, en la que él mismo estudió.
En una larga charla, Barba aportó pautas para ayudar a los estudiantes a seguir el camino de la ilustración y el dibujo. Sus consejos, en concreto, nutrieron la forma de afrontar “un tramo de la vida en el que hay ciertas confusiones y miedos de cómo tirar para adelante”.
El pintor se mostró muy agradecido por las preguntas que le plantearon, sobre todo las referidas a las posibilidades de publicar o la alternativa de la autoedición. En cualquier caso, a su juicio, hay que presentar siempre un proyecto “incuestionable” en cuanto a calidad del dibujo y potencia de la historia, y que sea fruto del esfuerzo de al menos “ocho horas diarias”. Está en la línea de la teoría picassiana de que ‘la inspiración te pille trabajando’.
En su caso, cuenta con la experiencia de ‘El Truco’, que vio la luz con su propia iniciativa en la Plataforma Amazon, y le “abrió las puertas para nuevas conexiones con otros trabajos”.
Los inicios
Los inicios de Víctor Barba en las artes del dibujo recalan en su talento innato. “Dibujo desde que gateaba”, reitera, una capacidad que desarrolló en la infancia y adolescencia, consolidó entre las clases de los estudios medios y, posteriormente, en la actual escuela ‘Pedro Almodóvar’.
Sin terminar el aprendizaje, empezó a buscar en Madrid “editoriales donde colocar mis trabajos”, así como tras acabar el servicio militar, obligatorio hasta 2001, viajó a Barcelona, una de las cunas del cómic en España, al encuentro de nuevas oportunidades.
Esta inquietud le permitió empezar a desplegar su bagaje internacional en México, de la mano de la editorial Antares, e iniciar una profusa elaboración de cómics, que le dieron proyección en medios como la mítica revista ‘Luna de Madrid’, o Norma Editorial, que “además funcionaba como agencia y permitía que el trabajo que estaba haciendo llegara a Italia y Noruega”.
La transición de la década de los 70 a la de los 80 coincidió con los inicios de otra de sus exitosas líneas de actividad como fue el diseño gráfico para entidades públicas o privadas, ya con estudio de Puertollano, bien maquetando revistas, diseñando carteles (ganó en 1977 el primer premio del Concurso de carteles del Certamen Nacional de Teatro Clásico de Almagro), o elaborando portadas, pósteres, y posteriormente videojuegos.
Todo sin dejar de lado la creación pictórica y las exposiciones, “hasta ahora 86, la última en el Palacio de Cibeles”. La pintura que cultiva es “muy libre, de estilo figurativo, cargada de color y suelta”. Frente “a los peajes de los trabajos por encargo”, sus características figuras y desnudos envolventes forman parte de la más libre expresión pictórica, una parcela a la que nunca renuncia y en que se reserva “total y absolutamente para hacer lo que quiero hacer”.
No se siente profeta en su tierra
Esta aplastante biografía no es reflejo de la importancia que, según percibe Barba, tiene en el territorio que lo vio nacer. Así, aún salpicada su ingente actividad de trabajos en el territorio, no acaba de sentirse profeta en su tierra, sobre todo al principio, quizás por la escasa promoción de la cultura del noveno arte y la historieta en la provincia y la región a finales del siglo XX. Es un vacío que se está redimiendo en los últimos años con más foros y promoción.
Es el caso del Salón del Cómic de Castilla-La Mancha -Manchacómic-, que se celebra en Ciudad Real desde 2014, y que en 2020 quiso hacer justicia a “uno de los grandes de nuestra historia del cómic”, como fue el dibujante y guionista puertollanero.
Además del premio ‘Una historia de cómic’ que Barba recibió, el Museo Municipal López-Villaseñor acogió una muestra retrospectiva del creador, integrada por 29 paneles que resumían toda su actividad en el mercado del grafismo y el dibujo.
Referentes
El bagaje profesional de Barba está sustentado por un potente imaginario, fruto del foco particular que pone en cada proyecto, y también por las miradas a las obras de sus referentes, “con los que te empapas, pero que no intentas copiar”. Son el canadiense Harold Foster, los historietistas estadounidenses William Eisner y Alex Raymond, el ilustrador francés Moebius (Jean Giraud) o el dibujante inglés Barry Windsor Smith.
También se inspira en el cine, a la hora de guionizar y presentar una historia, con los trabajos de directores como John Ford, Howard Hawks, Alfred Hitchcock o Sergio Leone.
¿Y cuál es el eje inspirador que trasciende toda su obra?
Es un gusanillo “vital”, asegura, y la clave está en el dibujo, que practica “no como un trabajo”, sino como “una forma de entender la vida”. Quien de niño leía tebeos de la editorial Novado, y otros como ‘Manos Kelly’ de Antonio Hernández Palacios, dibujará “hasta el día que me muera” dentro de una concepción que “me permita hacer lo que quiero hacer”.
Y también, lógicamente, para provocar emociones. “Lo peor que le puede pasar a una obra es que pase por los lectores y no les diga nada”, lamenta Barba, mientras que lo ideal es “que remueva en un sentido u en otro”. Además, la buena acogida de las manifestaciones artísticas “va ampliándose y creciendo” cuando conecta con sus destinatarios, al encontrar “nuevas interpretaciones”.
Precisamente, los lectores son claves en el futuro el cómic, ahora con más presencia con la novela gráfica.
“Siempre hay nuevas generaciones de autores”, pero la clave está en quienes se acercan a las historias dibujadas, por lo que “siempre que haya interlocutores, habrá futuro”.
¿Y el arte puede ser una herramienta salvadora en situaciones de crisis, tanto a nivel personal como colectivo?
Las manifestaciones artísticas, según Barba, “pueden ayudar a hacer la vida o más fácil o difícil”, pero el verdadero resorte para un cambio “es la reflexión de cada uno” y la decisión “de tomar una postura para dejarte hundir o para tirar hacia adelante”.
Una autoridad por derecho propio
El artista plástico interdisciplinar es una autoridad en los foros internacionales del cómic -sus trabajos son aclamados en Italia, México y Noruega-, además de en España y en su tierra chica, donde destaca la obra tan cercana como ‘La historia de Ciudad Real’, editada en tres partes entre 1995 y 1997 (Caja Rural de Ciudad Real) y reeditada hace un año por Serendipia, o ‘Los cuentos del abuelo’ (1996), que recoge tradiciones de la región.
Igualmente, ha colaborado en las revistas ‘Senda del cómic’, ‘Rambla’, ‘Tuboescape’, o en el fanzín ‘Camello’, con interés especial, según Tebeoesfera.com, por la historieta fantástica, género en el cual desarrolló algunas de sus series en la legendaria publicación de los 80 ‘Cimoc’, y en las nuevas líneas de cómics de autores españoles de Planeta-De Agostini como ‘La caza’, ‘Los señores de la guerra’ o ‘Héroes’.
A los extensos fondos de cómicgrafía -alrededor de medio centenar- se suman trabajos en el ámbito de la ilustración para las principales editoriales (Susaeta), y publicaciones como ‘Interviú’, ‘La Luna de Madrid’,’ Estaribel’ o ‘Alien Magazine’, entre otras.
Del mismo modo, desde su estudio de Puertollano ha realizado 200 trabajos de diseño para organismos oficiales y entidades privadas, mientras que desde 1981 dirige ininterrumpidamente el Taller de Pintura y Dibujo de la Universidad Popular de la ciudad industrial.
