La comunidad del Convento de San José de La Solana, adonde hace seis meses se desplazaron las tres últimas monjas del Convento de la Encarnación de Almagro, ha dado su versión sobre el reciente traslado a su nuevo destino de los cinco cuadros que hasta ahora formaban parte del patrimonio de la orden en la ciudad encajera y que en los últimos días ha reclamado parte de su población, encabezada por su alcalde, Daniel Reina.
Sin querer entrar en el revuelo mediático de los últimos días, incluida una petición de firmas promovida por una escritora y profesora almagreña para que las obras artísticas sean devueltas, una portavoz del convento solanero se ha limitado a decir que “somos las depositarias de unas donaciones”.
En concreto, se trata de cuatro grandes óleos sobre la vida del Rey David, firmados por Antonio González Velázquez, pintor de la corte del rey Fernando VI, donados al convento por el aristócrata y mecenas Juan Francisco de Gaona y Portocarrero en el siglo XVIII.
La quinta obra es La Anunciación, realizada por la escuela de Vicente Carducho en el siglo XVII, que fue entregada al convento en 1940 para que se instalara en el altar mayor de su iglesia.
“El que se cambia de casa se lleva sus cosas”, ha sostenido la religiosa, antes de asegurar que “estamos tranquilas” porque después de varios siglos de depósito, los cuadros, según consideran, forman parte del patrimonio de la congregación.
Igualmente, ha aclarado, a preguntas de este digital en una conversación telefónica, que las enormes pinturas fueron trasladadas por personal de la empresa de orfebrería y escultura socuellamina ‘Arte Religioso Salmerón’ “para que no se rozaran”, y que en todo momento pensaron que “no hacíamos nada malo”.
Las obras están ahora colgadas en la iglesia del monasterio solanero, donde los feligreses y visitantes “pueden admirarlas”.
También se ha quejado “del trato” dado a nivel social a las tres monjas que se han incorporado a la comunidad de las dominicas de La Solana porque “no se las puede tratar así”. “Son jóvenes y no personas desvalidas”, ha defendido, a la vez que ha precisado se han visto obligadas a trasladarse porque “hay una crisis de vocaciones y era imposible mantener abierto el convento en la localidad de Almagro”.
La monja se ha preguntado, en otro momento, si los almagreños sabían que las pinturas llevaban en la iglesia sin culto y vacía desde el mes de octubre, cuando las tres últimas religiosas salieron “en silencio, y sin que nadie se interesara”.
Por ello ha cuestionado “el alboroto” público creado en “una época de tanto dolor en todo el mundo, por la pandemia del coronavirus”. En esta tesitura, ha reconocido que los cuadros, como elementos materiales, “nos importan menos que las personas”.
De igual modo, la hermana dominica ha subrayado que “queremos mucho a los almagreños” porque las monjas trasladadas “los quieren mucho”.
También ha tenido palabras de afecto y agradecimiento para el alcalde encajero, Daniel Reina, “una buena persona y leal”, que “siempre ha tenido un comportamiento admirable con nosotras”.
El Monasterio de San José de La Solana cuenta con once monjas de clausura, entre las ocho que formaban hasta hace medio año la comunidad -varias solaneras-, y las tres llegadas de Almagro. “Nosotras abogamos por el silencio y la oración”, ha sostenido, y por ello “rezamos por todos”, también por el “pueblo de Almagro”.