En plenitud vital el único escollo que afronta Cabañeros en este veinticinco aniversario es cómo compensar a los propietarios de las fincas privadas del entorno -unas quince- por el fin de la caza comercial, prevista por ley para este 5 de diciembre, además de cómo atraer a ese visitante de la provincia que se indignó con el campo de tiro, le suenan los desencuentros entre el entonces presidente de Castilla-La Mancha José Bono y el ministro de Defensa Narcís Serra, pero que jamás ha puesto un pie en el parque.
“Este 25 aniversario no podremos hacer la gran fiesta que hubiéramos deseado, pero animo a la gente a venir a darnos un tirón de orejas”, invita Ángel Gómez Manzaneque, el director que tiene el privilegio de celebrar con Ciudad Real que el ‘Serengueti español’, ese vasto territorio de 40.000 hectáreas de monte mediterráneo que separan Ciudad Real y Toledo, siga siendo un espacio singular, protegido y “de todos”. Un refugio para huir de masificaciones y pandemias.
“Aquí ningún día de trabajo se me ha hecho largo; hay gente que está deseando que llegue la hora de irse a casa, no es mi caso”. Quien hace esta aseveración es Juan Antonio Fernández, guarda mayor (ahora agente medioambiental jefe) del parque nacional de Cabañeros, al que está ligado desde hace treinta y dos años.
Fernández ya dirigía la guardería medioambiental aquel 20 de noviembre de 1995 cuando acompañó a Pepe Jiménez, el primer director del parque, al Congreso de los Diputados porque ese día se aprobó la ley que declaró Cabañeros parque nacional, tras una etapa previa de parque natural, “de ese día tengo un grato recuerdo, yo no soy político y no he vuelto allí después”.
Lo que no fue tan bonito ni apacible fueron los primeros tiempos, “la gente de la comarca, yo soy de Horcajo de los Montes, estuvo muy unida contra el campo de tiro, en los años ochenta, cuando el Gobierno de Bono lo declaró parque natural para entorpecer la instalación del campo de tiro, pero no sé que pasó en el proceso para llegar a parque nacional que hubo división, había quien estaba a favor y quien estaba en contra, la verdad es que pasamos un año [1995] un poco difícil”; “ahora la gente está más concienciada y se nota que el entorno quiere al parque”.
La conservación, el mayor logro de los 25 años
Echando la vista atrás para Fernández el mayor logro es el de la conservación del territorio y la biodiversidad, en especial lo relativo a la colonia de buitre negro que se ha triplicado. “De 83 parejas reproductoras en 1988 hemos pasado a 297 que no solo se han asentado Cabañeros, sino en la finca pública Quintos de Mora, también aquí en los Montes de Toledo”.
La clave ha sido el muladar que se habilitó a raíz de la crisis de las vacas locas, que se abastece de carroña con regularidad, anda menos gente en la zona y no se descorcha en verano en los terrenos del parque. Igual ha pasado con el águila imperial ibérica, un ave endémica de la península, de las más amenazadas, que ha pasado de tener una pareja reproductora a tres.
2020 va peor para el paso de las grullas en su ruta hacia África desde el norte de Europa (de octubre a febrero) no se ha sembrado maíz en la zona y el embalse de Torre de Abraham está bastante mermado, hay menos comida “y por ahora no se ven las bandadas de otros años”.
El ciervo, otro emblema: se estima que hay 6.000
El ciervo, ahora con los harenes de hembras gestando en la raña, es el gran emblema de la fauna de Cabañeros. Las últimas estimaciones recogen que solo en la raña hay 3.500 de los aproximadamente 6.000 censados. En los terrenos públicos no se caza, las capturas para asegurar el equilibrio de la especie se hacen en vivo, aunque en las fincas privadas se ha seguido practicando la caza comercial.
Raña, pedrizas, montaña, rebollar (la zona de robledales del parque, en torno al Arroyo del Brezoso) a Juan Antonio Fernández le gusta el contraste y la diversidad del monte mediterráneo. “La gente se queda con la raña, el Serengueti como le dicen, pero aunque grande son solo unas 6.600 hectáreas de un parque de 40.000”.
“Está claro que la conservación ha sido un logro, esto hay preservarlo para las generaciones futuras, para que puedan disfrutar de unos valores naturales que hay que mantener por todos los medios”.
Como otros conocedores del parque nacional Fernández también cree que le ha faltado promoción. “Bueno, ya está siendo un poco más conocido que antes. Yo creo que la gente de la comarca quiere al parque y lo valora, pero no le da la importancia de quienes no son del territorio y se sorprenden más por nuestros paisajes”.
El parque, mejor en noviembre y diciembre
Famoso por la berrea (la época de apareamiento del ciervo, entre septiembre y octubre), el agente medioambiental prefiere el parque en noviembre y diciembre, y lo recomienda, “ahora se ven muchos ciervos con la diferencia de que no berrean porque no están en celo. Este mes de noviembre y el que viene se ve mucha variedad de colores, para mí esta época es la mejor”.
Agente forestal vocacional (empezó en 1980 en Horcajo de los Montes), luego agente en Cabañeros cuando se declaró parque natural en 1988, guarda mayor del parque en 1995 y ahora jefe de los agentes medioambientales, ha visto de cerca cómo ha cambiado el oficio con los tiempos.
“Cada vez tenemos más competencias en materia medioambiental, antes no interveníamos en vertidos y ahora sí”, dice. Lo que no cambia son los incendios. “Lo malo de los incendios es que nadie da la cara y son muy, muy peligrosos, más en una zona como esta con veranos tan secos”. Ha vivido varios graves incendios en el parque que recuerda con impotencia, “la mayoría son provocados por el hombre pero no terminas de entender el por qué”.
A prevenir los incendios la guardería forestal del parque nacional dedica cientos de horas y recursos al año. Durante los cuatro meses de peligro (junio, julio, agosto y septiembre) son la principal amenaza, “esto es una zona seca y cuando hay un incendio se propaga muy rápidamente, el desastre es muy grande”.
Cabañeros cuenta con tres torretas de vigilancia del fuego y en los meses de más riesgo contrata a 48 personas para los incendios, además entre junio y septiembre hay un agente medioambiental y un técnico de guardia dedicados en exclusiva a prevenirlos.
Cada vez más personas saben que Cabañeros es un parque nacional en el que deambular fuera de los senderos autorizados está prohibido, pero despistados y malintencionados sigue habiendo.
A caballo persiguiendo ciervos
“Hace no muchos días me encontré a un señor con una bicicleta paseando por el interior del parque. Otro caso es que entraron dos señores con dos caballos corriendo detrás de los ciervos, me avisó uno de los vigilantes”.
Las fincas privadas suponen algo menos que la mitad de los terrenos del parque (47%) y según Fernández la relación en estos momentos “no es mala” -se para un poco antes de contestar- aunque “es lógico que tengan algo de recelo hacia la guardería del parque, no están de acuerdo con que su terreno forme parte del parque y nosotros tenemos que vigilar y denunciar si hacen algo no autorizado”.
También hay terrenos de propiedad municipal. Los ayuntamientos con territorio en Cabañeros son Navas de Estena, Los Navalucillos, Hontanar, Alcoba de los Montes y Horcajo de los Montes, incluso tienen fincas propias, “con ellos tenemos menos fricciones”.
25 aniversario con la mascarilla puesta
Tanto el director Ángel Gómez como el presidente del patronato rector Benito Garrido tenían otros planes para conmemorar este aniversario, “pero nos pilla con la mascarilla puesta”. La idea era involucrar a todos los pueblos del entorno con conciertos y otras actividades para recuperar aquel espíritu que evitó que el espacio se convirtiera en un campo de entrenamiento militar, pero el coronavirus no lo ha hecho posible. “Colgaremos pequeños videos en nuestras redes sociales con protagonistas de la consecución del parque nacional”, comentan.
Gómez Manzaneque tiene claro que Cabañeros ha madurado en estos veinticinco años, “como parque nacional estamos rodados. Los mismos años que cumple es en la etapa en la que está, en la madurez. Tuvo una etapa de crecimiento, otra de pubertad con problemillas en la que se compraron fincas y se amplió el espacio. Ahora todos sus mecanismos funcionan y la situación de la guardería y el entorno es correcta”.
La caza comercial se prohíbe el 5 de diciembre
También está a punto de aprobación definitiva el Plan Rector de Uso y Gestión y entrará en vigor el final de la caza comercial en las fincas privadas. “La caza tal y como la entendemos tiene que desaparecer del parque desde el 5 de diciembre. En estos momentos estamos en conversaciones con las propiedades privadas para ver cómo haremos esa transición, yo creo que no habrá problemas, las fincas en principio están dispuestas a hablar con el Organismo Autónomo Parques Nacionales pero habrá que cumplir la ley”, señala.
El aniversario de Cabañeros llega en noviembre, “un momento precioso del año, ha llovido, aunque no todo lo que quisiéramos porque hace falta mucha agua, pero ya se ve un paisaje con más verde fundido con tonalidades ocre; hierba brotando y los animales intentando recuperar la falta de alimentación que no han tenido por la sequía. El mejor homenaje que se nos puede hacer es venir a visitarnos”.
Un ejemplo a seguir en equilibrio visitas-medio
El director asume que Cabañeros no es un parque nacional muy visitado, pero opina que esto no le resta valor, al contrario: “Cabañeros soporta el sambenito de que es el menos visitado, pues sí, seguramente somos el menos o de los menos visitados de la red nacional, pero yo creo que somos un ejemplo a seguir por otros. Aquí hay una perfecta adecuación del número de visitas con lo que permite el medio”.
Según Gómez se hizo un estudio de capacidad de acogida de los visitantes en el que se intentaba aunar el no interferir en la vida diaria del ecosistema y permitir que todos los ciudadanos vengan y disfruten, “ese equilibrio es el que quieren conseguir todos los parques y nosotros lo hemos logrado, estamos en la línea a seguir”.
El cuarto de siglo se cumple en un año atípico e “irregular en todo”, apostilla el director, “nosotros tenemos dos picos de afluencia de visitantes al año, uno es el de Semana Santa y otro la berrea, y en cambio este año ha habido un puente entre esos dos picos: el verano. Muchos ciudadanos del ámbito urbano han decidido veranear en estos pueblos de modo que hemos tenido el mejor verano de la serie histórica. Estamos hablando de unas 26.000 personas, eso para nosotros son muchos visitantes en esa estación. Pero el año se cerrará mal, si en 2019 tuvimos algo más de 100.000 visitantes, con suerte al final de este nos quedaremos entre los 70 y los 65.000”.
El plan del todos a una
Marcado por la oscuridad del coronavirus 2020 acaba sin embargo con algo de luz. Hace nada, el mes pasado, se aprobó el Plan de Sostenibilidad Turística de Cabañeros dotado de 1,8 millones, financiado por los gobiernos central y autonómico al 40% cada uno, más otro 20% de inversión que afrontará la Diputación de Ciudad Real.
“Repercutirá sobre todo en unificar la imagen de la zona e involucrar a toda la comarca en ser el centro de un destino común. Este plan tiene muchas facetas y está basado en la Carta Europea de Turismo Sostenible, traerá distintos proyectos y unificación de actuaciones de todos los pueblos, esa imagen de todos a una será muy importante”.
A los valores naturales vinculados al monte mediterráneo Cabañeros está “a puntito” de sumar la reintroducción de linces. Ya no será algo más o menos anecdótico como la liberación de la veterana hembra Carla en febrero de 2019 (se terminó marchando y murió en Córdoba), sino una suelta en toda regla de más de un ejemplar.
El proyecto está incluido en el nuevo Life Iberlince II ‘Conectando la población de lince ibérico para mejorar la viabilidad demográfica y genética a largo plazo’, que según Gómez entronca con lo que ha supuesto para los linces Cabañeros: un lugar de paso y reunión de linces liberados en el resto de España. “Por aquí han pasado linces de Extremadura, de Andalucía, estamos en un nudo de comunicación, 2021 será el año de los linces en Cabañeros”.
Cabañeros, “la primera empresa de la comarca”
Benito Garrido, actual presidente del patronato rector del parque, el órgano consultivo, opina que en estos veinticinco años Cabañeros ha cortado la sangría de la despoblación en los Montes Norte de Ciudad Real, que podría haber sido mayor.
Alcalde de su pueblo, El Robledo, en 1995, Garrido asegura que si bien la comarca no ha despegado como imaginaron entonces, sí ha habido una inyección de dinamismo. “Ahora mismo Cabañeros es la primera empresa de la comarca. Solo en el parque trabajan entre personal fijo y eventuales para los incendios unas cien personas, más los 100.000 visitantes anuales que también son importantes para nuestros pueblos. Calculamos que en este tiempo ayuntamientos, empresas y particulares han recibido 14 millones de euros en ayudas para reformas y adecuación de espacios”.
Benito Garrido celebra “el aldabonazo” del Plan de Sostenibilidad
Además celebra que con el cuarto de siglo llegue “el aldabonazo” del Plan de Sostenibilidad Turística, “1,8 millones en tres años para empujar a que muchas empresas e iniciativas salven obstáculos. Queremos conseguir que la gente no venga un día y se marche, sino que se quede con nosotros a pasar el fin de semana o una semana entera”.
En lo personal lamenta que la covid haya dado al traste con los proyectos de conciertos y actividades en los pueblos para recuperar ese espíritu que movilizó en los años ochenta a una comarca despoblada y alejada de los centros poder para ganar la batalla de Cabañeros. “Hoy sería impensable que 5.000 personas fueran a manifestarse a Ciudad Real contra el campo de tiro, y no lo digo por el virus, sino por cómo ha evolucionado la sociedad. Las redes sociales, internet, nos tienen amodorrados, hay que mirar más allá de lo que pasa en nuestro pueblo, no basta con darle un ‘like’ a algo que me gusta a distancia, hay que implicarse más”.
Garrido tiene claro que cuando pase la pandemia Cabañeros celebrará como corresponde esta efeméride para así “recuperar el sentimiento de pertenencia a una comarca”.
Los cabañeros que dan nombre al parque
Situado en los Montes de Toledo, al noreste de la provincia de Ciudad Real y suroeste de la de Toledo, el parque nacional de Cabañeros debe su nombre a las chozas utilizadas tradicionalmente por los pastores y carboneros como refugio temporal de sus labores en el campo, ‘los cabañeros’. Estas cabañas, que se recrean en algunos lugares del parque como el centro de visitantes de Casa Palillos, se techaban