
Como cada Miércoles Santo, los fieles ciudarrealeños han llenado la catedral para asistir a la Misa Crismal presidida por el obispo Gerardo Melgar, en la que han participado medio centenar de sacerdotes de toda la Diócesis.

Fieles a la misión caritativa de su vocación sacerdotal, los curas han renovado la fidelidad a su ministerio y sus promesas sacerdotales, así como Melgar ha consagrado el óleo del Crisma (que se usa en los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Orden Sacerdotal) y ha bendecido el óleo que durante el año se utilizarán en las parroquias de la Diócesis para ungir a los catecúmenos y a los enfermos.

La celebración es “una manifestación de comunión de los presbíteros con el propio obispo” como celebración del sacramento de la reconciliación, y también para la confesión de los sacerdotes.
Con el Santo Crisma consagrado, ha recordado la Diócesis, se ungen a los recién bautizados, las manos de los presbíteros, la cabeza de los obispos y la iglesia, y los altares en su dedicación,además de sellar a los confirmados.
Igualmente, “los catecúmenos se preparan para el Bautismo con el óleo, y los enfermos reciben el alivio en su debilidad”.