En la celebración eucarística, que contó con el acompañamiento musical de la Coral Polifónica “Santísima Trinidad”, de Torralba de Calatrava, -y a la que asistieron varios centenares de fieles-, ocuparon lugares de excepción la Corte de Honor de la Santísima Virgen del Prado; el presidente y Junta Directiva de su Ilustre Hermandad; una notable representación de la Corporación Municipal, compuesta por ediles de los grupos PSOE, Ciudadanos y Partido Popular, presididos por la alcaldesa, Pilar Zamora, dejándose notar la ausencia de los miembros de la formación política Ganemos; Dulcinea y sus damas y Pandorgo y señora.
Homilía
María, decía el prelado en su homilía, es la primera que merece el premio a cuanto Dios le pide, y cumple, y es presagio de la que debe ser nuestra respuesta a la llamada divina. María es la Madre, -recordaba Melgar-, que siempre escucha, ama y perdona a los hijos, siendo la Madre perfecta y habiendo de significar el modelo para todas las madres de la tierra. Y es que María, continuaba el obispo, es nuestra Madre, la que sufre, nos protege y está siempre solícita a nuestras necesidades. Nos acoge a todos, atendiendo a la petición de Jesús en la Cruz. ¡Es la mejor de las madres!, proseguía Melgar Viciosa, la que continuamente ruega por nosotros, y por ello tenemos que ser los mejores hijos.
En otro momento de su alocución, el pastor de la diócesis, nos exhortaba a tenerla como modelo de fe, y por ello ha de comprometernos desde nuestra condición de cristianos, ayudándonos a evaluar qué lugar ocupa Dios en nuestra vida. Los cristianos estamos llamados a vivir la fe, y a transmitirla por encima de todo, siendo conscientes de que en la medida que la vivamos, podremos transmitirla.
Venía a concluir sus palabras el prelado invitándonos a recuperar el clima de fe que se ha ido perdiendo en nuestras familias, en nuestra sociedad.
Bendición Papal
Concluía la Santa Misa, con la Bendición Papal, impartida por el obispo, cómo representante del Sumo Pontífice, y el canto “Salve, Madre”, mientras los sacerdotes abandonaban el presbiterio.