César Sánchez Expósito, ‘Ultraviviente’, volvió a marcarse un gran reto. Y logró también superarlo El ultramaratoniano ciudarrealeño dio continuidad al desafío en Costa Rica que finalizó el pasado mes de abril con una nueva prueba dentro del mismo Circuito Jimbee Volcano Ultramarathon Extreme Race, esta vez en otro país muy distinto: Islandia o en inglés Iceland (la tierra del hielo).
Allí, César ‘Ultraviviente’ completó un recorrido de 280 kilómetros divididos en seis etapas, cinco de ellas con una distancia media de unos 40 kms, para acabar con una sexta y definitiva ultra de 66 kilómetros. Finalizó así las cinco que se disputaron, ya que la quinta fue suspendida por un temporal, consiguiendo a la vez unos buenos resultados para un deportista que deja claro que es “amateur”. “Mi objetivo solo es acabar las carreras”, apunta.
Fue quinto de la general y cuarto masculino en esta última y larga etapa, a solo 45 minutos del ganador, el gran Chema Martínez. En la general conjunta entre las carreras de Costa Rica y de Islandia quedó tercero de una clasificación que ganó también Chema Martínez.
Con satisfacción finalizó así esta durísima prueba el ciudarrealeño, a la que califica como “la más dura que he corrido”. Una dureza que para César ‘Ultraviviente’ no solo estuvo en las distancias o en el régimen de autosuficiencia que al igual que en Costa Rica se desarrollaban las etapas. Lo que peor llevó fue la climatología y, concretamente, el frío que no puede entrenar y que estuvo a punto de costarle la retirada.
“Toda la carrera ha sido muy dura. Pero lo peor lo pasé en la tercera etapa. Me dio una hipotermia, me tuvieron que atender porque se me quedó paralizada la parte izquierda del cuerpo. No cerraba bien el ojo izquierdo, en la mano izquierda la motricidad no la llevaba bien, me caí dos veces en la bajada llegando a meta. Al pasar por una arista todo el aire pegaba del lado izquierdo, había una pequeña llovizna que hizo que se enfriase más ese agua que me mojó. También comes poco, no calientas bien”, recuerda.
El ciudarrealeño logró cruzar la línea de meta y fue atendido y reanimado inmediatamente por los servicios médicos de la organización, un apartado en el que destacó el evento, con ocho médicos del Reino Unido especialistas en montaña. En cualquier caso, César asegura que estuvo muy cerca de abandonar: “Hablé con mi mujer y un amigo y les dije que no iba a salir al día siguiente, porque mi vida es mucho más que una carrera. Esa tarde tomé bastante té caliente, el cuerpo se calentó, me metí en el saco y generé calor. Me recuperé un poco, con la sopa de la cena recuperé también y el desayuno me sentó bien. Decidí entonces salir al día siguiente y ese cuarto día se me dio muy bien, llegué quinto de la general a meta en una etapa al principio en montaña, pero los últimos 20 kms fue por un desierto negro en donde no había nada, no veías nada ni a nadie. La pasé solo, piensas en las pequeñas cosas de motivación que puedas tener: entrenamientos jodidos que he pasado, el tiempo que le quitas a la pareja y a la familia para entrenar…”, asegura sobre lo vivido entonces en tierras islandesas.
No podía dejar atrás con una retirada lo que le quedaba por vivir de la carrera en Islandia y lo que ya había experimentado previamente. Mientras corría casi en solitario, con una mochila a cuestas de más de 8 kilogramos con comida liofilizada (en sobre a la que se le echa agua hirviendo aportada por la organización, que en esta prueba también daba una bolsa con material para el campamento como ropa de abrigo y saco de dormir), pudo también disfrutar de un paisaje único como el de Islandia. “Es un gran contraste, puedes tener alta montaña o intensidad plana. Las montañas son muy verdes, pero los valles son de arena negra. Hemos pasado por cascadas de 80 ó 90 metros, por volcanes inactivos, por espumareas por las que sale vapor y azufre que hemos respirado corriendo. También por un glaciar con nieve que nos cubría el gemelo”.
“Todo aquello es espectacular y correr por allí es indescriptible”, asegura, a la vez que subraya “los atardeceres y amaneceres”, e, incluso, “se difuminó una aurora boreal, aunque no se vio porque estaba muy nublado”.
Al margen de esos increíbles paisajes en el recorrido que pueden llevar a aminorar la extrema dureza de la carrera, para César Ultraviviente su mejor momento en la prueba “es cuando ves la meta desde lejos”. “Cuando después de unos 40 kilómetros corriendo ves una carpa azul ya sabes que lo tienes”, dice.
Unas llegadas a las metas de las distintas etapas que suponían cada día para él un paso más en la consecución del reto. Cuando lo completó al cruzar la línea de llegada en la última etapa, la emoción que sintió fue muy grande: “Te pones a llorar, porque te ha costado mucho. Te emocionas un montón. Te acuerdas de quien no está allí para verte. En este tipo de carreras nos gustaría que te acompañaran las personas a las que quieres. Llegas y estás con los compañeros, con el staff y la organización, pero no están los que quieres. Es duro, has cumplido un sueño solo. Te emocionas porque lo has pasado muy mal, porque has pensado en abandonar, has sufrido hipotermia, por la noche no descansas del aire, pasas frío y la tienda se mueve con el viento”, confiesa ya en Ciudad Real, con orgullo y todavía con emoción días después de ese increíble momento final.
Atrás quedan ya esa ‘penurias’, como él califica, sufridas durante la prueba extrema de Islandia. Por eso, a la pregunta de si merece la pena pasar todo eso, no duda en responder: “Lo haces por superación personal. Eso te hace buscar un nuevo reto para superarte”.
Una superación que César Ultraviviente tiene cada vez en un listón más alto. Pero el ultramaratoniano ciudarrealeño ya tiene en mente más retos de este tipo o, incluso, de mayor calibre. De hecho, desvela que para el año que viene ya tiene uno de ellos, una carrera Non Stop por la selva negra de Alemania de 663 kilómetros. Un desafío más que se impone, que quiere correr y que, por supuesto, espera también poder superar aunque para ello tenga que hacer frente a mucho sufrimiento.
| A POR LAS 100 MILLAS DEL PRIVILEGIO |
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| Atrás quedó para César Ultraviviente este año la prueba de Costa Rica y la reciente de Islandia. En este 2021 todavía tiene un objetivo más, una fecha marcada en el calendario a la que casi le da más importancia que esta última carrera en tierras islandesas. Se trata de las 100 millas del Privilegio, carrera que será del 19 al 21 de noviembre con 160 kilómetros, con salida en el Castillo de Montalbán (Toledo) y llegada en la Puerta de Toledo de Ciudad Real. Se trata de una carrera que surge de revivir la historia de Ciudad Real, vinculada al Castillo de Montalbán y al devenir del Golpe de Tordesillas perpretado contra el rey Juan II de Castilla hace poco más de 600 años. “Los entrenamientos los tengo orientados a esa fecha, no los tenía a Islandia. Quiero llegar en mi mejor pico de forma a esta carrera. Es la única de 100 millas en España que termina en una capital de provincia, todas terminan en pueblos. Tenemos esa gran posibilidad, ya que vendrán muchos medios de comunicación nacionales de este tipo de deporte y yo intentaré aportar mi granito de arena para que se conozca”, señala el corredor.
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