La reforestación de 30 hectáreas de encinar en un monte de utilidad pública en Luciana será la principal campaña de recuperación de bosques de la Junta de Comunidades en la provincia de Ciudad Real en los próximos dos años. El delegado provincial de Desarrollo Sostenible, Casto Sánchez, confirma que será una actuación con fondos europeos procedentes del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR).
“Incrementar la superficie forestal de la región es un objetivo prioritario del Gobierno de Castilla-La Mancha”, destaca Sánchez. Acompañado del jefe de servicio de Medio Natural, Víctor Díez, el delegado señala que solo así se consigue “frenar la degradación del terreno, promover la reutilización forestal y contribuir a atenuar el cambio climático, por el efecto sumidero para el carbono que suponen las masas forestales”.
En los últimos 18 años, las campañas de reforestación han ganado “peso” en la comunidad autónoma, sobre todo a través de las ayudas de la UE, primero a cargo del Fondo de Europeo Agrario de Desarrollo Rural (Feader), que ha favorecido la transformación de tierras agrícolas. De esta forma, Casto Sánchez indica que además han podido “diversificar la actividad agraria, así como las fuentes de renta y empleo en las zonas rurales”.
Intervención en “la dehesa más importante de quejigos”, en La Garganta
La campaña en Luciana no será la única en la provincia. La Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha también va a reforzar la dehesa boyal de Picón con más encinas y una dehesa de quejigos en Puebla de Don Rodrigo. Esta segunda acción la va a ejecutar Tragsa en virtud de un convenio con la organización WWF, y el resto están por licitar.
Quejigos también se van a plantar en el monte de utilidad pública propiedad de la Junta de Comunidades en La Garganta, que pertenece al término municipal de Almodóvar del Campo y que es una escisión de los terrenos de la antigua sociedad minera de Peñarroya, cuyo propietario principal es el duque de Westminster. En medio del Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, destaca Sánchez que se trata de “la dehesa más importante de quejigos que hay en toda la provincia”.
Restauración de parajes quemados: Los Pilones de Abenójar
Las actuaciones dirigidas a aminorar los daños producidos por incendios condicionan la selección de destinos. Por ese motivo, la Junta también intervendrá en el paraje de Los Pilones de Abenójar, donde van a restaurar “estructuras primitivas y naturales”. A este respecto, Víctor Díez explica que “la naturaleza tiende a regenerarse por sí misma, por lo que no hace falta plantar absolutamente todo lo que se quema”.
La Administración trata de dar un “impulso”, pero luego “la naturaleza hace su trabajo”. “El incendio ha estado asociado al monte mediterráneo desde hace miles de años y no pasa nada. Forma parte del ciclo: los montes se incendian y se regeneran”, explica el jefe de servicio con ánimo tranquilizador.
En la misma línea, Díez advierte que en Ciudad Real apenas existe “riesgo de erosión”, dado que la superficie es mayoritariamente plana. “La capacidad de arrastre del agua es lo que provoca la alta erosión y no es el caso, y además tenemos mucha superficie matorralizada, que puede ser mala para algunas cosas, pero muy buena para retener el suelo”, comenta. Por lo tanto, problemas erosivos fuertes “no se dan” y cuando existen, en zonas puntuales, procuran reforestar “lo antes posible”.
Del abedular de Ríofrío a las riberas del Bullaque
El objetivo es que los montes “estén vivos y sanos”. Casto Sánchez explica que por eso las acciones van dirigidas a “recuperar el entorno en lugares donde han existido incendios”, pero también “a mejorar las condiciones del monte”. Un ejemplo es la finca de Ríofrío en Puebla de Don Rodrigo, “donde existe un abedular espectacular, que ha sido muy mimado durante décadas por nuestros técnicos y agentes medioambientales”. Se encuentra en la lista de áreas protegidas de Castilla-La Mancha.
Otro ejemplo han sido las riberas del río Bullaque, que han tenido intervenciones en los últimos treinta años y que han acogido la restauración más importante de los últimos meses. Así pues, Casto Sánchez habla de la plantación de 250 olmos resistentes a la grafiosis, además de quejigos y fresnos, en terrenos de utilidad pública propiedad de la Junta de Comunidades.
A este respecto, Víctor Díez explica que, mientras que durante buena parte del siglo XX las riberas del Bullaque se destinaron a la producción de madera mediante plantaciones de chopos no autóctonos, los usos del monte han cambiado y ahora la intención es “recuperar la formación fitosociológica correcta, es decir, la composición florística que se corresponde con la vegetación autóctona que habría en la zona”.
Adiós a la producción maderera en las riberas
Ahora no se trata de producir madera, sino de “mantener los hábitats y protegerlos” a través de la recuperación del paisaje tradicional de la ribera del río. La Junta no tiene intención de producir madera para uso comercial en estas zonas, dado el “enorme potencial” en torno a la producción maderera que tienen otros montes y espacios privados dedicados a este fin.
Hay que tener en cuenta que las plantaciones que se realizaron en los años 40 y 50 están en pleno apogeo en el sector occidental y sur de la provincia. Víctor Díez reconoce que “ahora es cuando podemos monetizar la madera y obtener beneficio que recaiga en los habitantes del entorno para combatir el despoblamiento”. Así pues, esperan un “crecimiento importante del comercio de productos forestales como la madera y el corcho”.
Concienciar en el respeto a la naturaleza
¿Son suficientes las campañas de reforestación? Casto Sánchez expresa que “desde luego no tanto como nos gustaría”. El delegado provincial reconoce que “el dinero siempre viene corto para llegar a todos los sitios donde quisiéramos invertirlo”, pero subraya la importancia de la concienciación ciudadana.
“Es verdad que cada vez hay más cultura ecologista entre la gente, cuestión que trabajamos con programas de formación, pero la sociedad tiene que saber que, por ejemplo, si va al campo en verano está prohibido fumar y que si llevas un bocadillo no debes tirar la bolsa. Solo así, entre todos, podremos tener los montes en mejores condiciones”, expresa.
La diversidad natural define la provincia de Ciudad Real, con dos parques nacionales, Cabañeros y las Tablas de Daimiel, y dos parques naturales, las Lagunas de Ruidera y el Valle de Alcudia y Sierra Madrona. Casto Sánchez además señala que “tenemos 40 espacios protegidos, un número que parece difícil de creer y es un dato poco conocido entre la población”. “Nuestra provincia es privilegiada”, por lo que insiste en la importancia de conservar la naturaleza.
Para caminar en la conservación, Casto Sánchez no olvida las campañas de colaboración con ongs, como la reciente donación de 1.823 encinas, 37 almeces y 150 retamas para la plantación que realizó Cruz Roja en la atalaya de Ciudad Real, y aprovecha para destacar “la eficiencia y fertilidad” del vivero que tiene la Junta de Comunidades en Malagón, donde crecen árboles y arbustos adaptados a este clima y a esta tierra.