Plaza de toros del santuario de Las Virtudes en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real). Corrida de toros goyesca mixta. Media entrada.
Se lidiaron cuatro toros de La Peregrina y dos novillos de Zacarías Moreno, de correcta presencia. Muy blando el primero, y justos de raza y entrega el resro. Al quinto se le concedió la vuelta al ruedo.
Antonio Ferrera: oreja, oreja, dos orejas y dos orejas y rabo.
Raquel Martín: dos orejas y rabo y oreja.
La lidia estuvo acompañada al cante por Rafael de Utrera, al baile Manuel “El Carpeta”, y a la guitarra Román Vicente.
La preciosa plaza de toros de Las Virtudes ofrece, con su peculiar planta cuadrada y su añeja fisonomía almagreña, un reclamo para toreros especiales y, en los últimos años, el torero más peculiar del escalafón ha sido -sigue siendo- Antonio Ferrera.
A buen seguro incitado por su apoderada Cristina Sánchez, conocedora del sabor especial del coso taurino y también de la singular personalidad de su torero, el extremeño se encerró en Las Virtudes con cuatro toros de su ganadería (La Peregrina), y se hizo acompañar por la novillera Raquel Martín, también apoderada por Cristina Sánchez. Todo, por tanto, quedaba en casa. Y salió bien, aunque no tanto como se pueda pensar viendo el balance de trofeos concedidos.
La primera oreja de la tarde la cortó Ferrera a un toro muy blando que abrió plaza al que mató pronto y bien.
En el segundo el extremeño aderezó su actuación con algún chispazo aislado a un toro con querencia a tablas de escasa emoción.
El incierto y áspero tercero no permitió florituras a Ferrera, que volvió a matar bien, paseando esta vez dos trofeos.
En el quinto Ferrera apretó con largas cambiadas de rodillas, un variado e inspirado toreo de capote y un vibrante tercio de banderillas compartido con José Chacón y Fernando Sánchez. Del último tercio cabe destacar su arrebatada faena, con dos notables tandas por el pitón derecho ligando los muletazos al dejársela en la cara; todo ello en casi perfecta sincronización con el cuadro flamenco. Además finiquitó con acierto al reservón toro de La Peregrina de vistosa estocada arrancando con parsimonia desde lejos. Se le concedieron las dos orejas y el rabo del toro, premiado con una vuelta al ruedo de difícil justificación si nos atenemos a lo ofrecido por el juego del ejemplar de La Peregrina.
La seriedad y la firmeza presidieron la actuación de la novillera Raquel Martín en el noble tercero, que se rajó pronto y con el que no pudo brillar estéticamente, pero sí dejar claro su concepto de toreo asentado. Culminó el trasteo de entera desprendida al primer intento y se le concedió -con exagerada generosidad- el rabo.
Tampoco se arrugó Raquel Martín ante el desclasado sexto, con el que no consiguió brillar.