El bar restaurante Las Delicias del Arco de Villanueva de los Infantes, con medidas restrictivas de nivel 3 por el coronavirus que solo permiten servir consumiciones en terraza al aire libre, ha tirado de ingenio para evitar cerrar: han colocado braseros de picón y han vestido con faldas las nueve mesas autorizadas (el 50% de su aforo).
A la dueña, Gema Reverte, se le encendió la bombilla el jueves pasado cuando una amiga le contó que había visto en Albacete una terraza que tenía fuentes de calor debajo de cada mesa y siempre estaba llena. Entonces lo tuvo claro, “no tengo permiso para instalar gas, por lo visto está prohibido, y pensé en los braseros de picón de toda la vida; pregunté a la Policía Local y me dijeron que siempre que fuera al aire libre no había problema”.
Braseros conseguidos a través de los clientes
El siguiente paso fue conseguir los braseros, doce donados por vecinos a través de sus clientes, incluso cuatro badilas para remover la brasa. Del contacto del picón se encargó otro amigo que puso a Reverte en la pista de un piconero “de los pocos que quedan”, apostilla, de Puebla del Príncipe, “le he comprado catorce sacos, por un precio muy módico”, admite.
Café, tapa o comida en la mesa camilla
La mantelería ya la tenía así que el jueves lo anunció en las redes sociales y desde el viernes cualquiera que se tome un café o una tapa o se quede a comer en la terraza de su bar restaurante lo hace con al calor del brasero.
“La semana pasada fue desastrosa desde que se decretaron las medidas nivel 3, pero ahora estoy muy contenta, no había tenido un fin de semana tan movido como este desde que cerramos por el estado de alarma”, reconoce.
“Hay personas que nunca se habían sentado a un brasero y otras que han encontrado en nuestras mesas un aliciente más para recordar su infancia o juventud. Ha sido un éxito, no he tenido las mesas vacías, se levantaban unos y se sentaban otros”.
Con esta idea, reforzada por otros elementos de calor en su terraza, en el centro histórico de Villanueva de los Infantes, esta hostelera intenta sortear los malos tiempos para un negocio que abrió hace unos tres años, en diciembre de 2017. “Nos iba muy bien, tengo un salón bastante amplio, para 111 personas. Mi restaurante fue el primero en dar comidas para grupos de excursiones en autobús, solo entre mayo y octubre del año pasado pasaron por aquí 1.200 turistas”.
La pandemia, “un mazazo enorme”
Esos tiempos quedan lejos. Como otros hosteleros Gema Reverte ha tenido que hacer ajustes en su plantilla. Ha tenido que despedir a una persona y ha dejado de contratar refuerzos para los fines de semana. “La pandemia ha sido un mazazo enorme”, reflexiona, “el verano no fue del todo mal pero este otoño está siendo complicado”.
Más animada por la respuesta de la ciudadanía Reverte piensa mantener su horario de apertura entre semana de lunes a viernes de diez de la mañana a ocho de la tarde y los fines de semana de diez a once de la noche, “a menos que llueva mucho aquí estaremos”.
