El alcalde de Valenzuela, Marcelino Galindo, comenzó el pasado 26 de marzo a tener fiebre y molestias en la garganta, síntomas que apuntaban a un contagio por coronavirus. Le duraron nueve días. Desde el primer día, está en cuarentena en casa.
Ahora han pasado nueve días sin fiebre ni dolor de garganta y está esperando a que pasen 14 días para poder reincorporarse a su labor en el Ayuntamiento.
No le han hecho pruebas, por eso no sabe sin formará parte de las estadísticas oficiales. La médica del pueblo le recomendó que se quedara en casa por si se trataba de una gripe
Y mantener la vigilancia en su domicilio
Así ha sido, asegura Galindo en declaraciones a Lanzadigital.com. La médica y el enfermero del consultorio local han estado pendientes de él todos los días y, señala, “solo ha habido un día que se planteó que me pudieran mandar al hospital, pero al final no fue así”.
Ahora, Galindo, de 69 años, solo espera que pase el tiempo de cuarentena para poder reincorporarse al Ayuntamiento. “Allí siempre hay cosas que hacer, somos pocos trabajadores, el secretario y el interventor lo compartimos con Granátula y siempre hay algún ciudadano que no maneja la inoformática y que necesita de algún certificado de cualquier cosa”, explica.
Por ahora, Galindo se siente satisfecho con los vecinos de Valenzuela, unos 700 habitantes, en dos sentidos. Por el cumplimiento del confinamiento que marca el estado de alarma y, por otro lado, por la solidaridad, por ejemplo en la fabricación de mascarillas por miembros de las diversas asociaciones locales.
Mascarillas que van en general para toda la población y, en especial, para las trabajadoras de la vivienda tutelada y del servicio a domicilio “que tienen que ir de casa en casa y pueden tener más riesgos”, puntualiza el alcalde.
“Siempre hay algunos cerriles que creen que esto no va con ellos”, señala, a los que hay que recordar el cumplimiento de las normas y decirles que esto va en serio. Incluso pidiendo al dueño de algún bar que había abierto los primeros días que cerrara.
El alcalde reconoce que el cierre de pequeños establecimientos y comercios tiene un doble daño, el primero para sus dueños, que se quedan sin su sustento, y el segundo para el pueblo, que se queda sin un servicio. Pero, en todo caso, reitera que hay que cumplir lo que se ha establecido para evitar el mayor riesgo posible.
Limpieza, desinfección
Como en todos los pueblos de la provincia, la limpieza y desinfección se lleva a cabo de manera exhaustiva. Cada semana se recorren los exteriores de los locales que pueden permanecer abiertos y que son más visitados. También la vivienda tutelada o el consultorio médico, estos locales, por dentro y por fuera.
En la vivienda tutelada, con 10 usuarios, trabajan tres personas. Por ahora, dice el alcalde, los usuarios están bien, salvo una persona de 90 años que presentaba tos, que ha sido aislada, pero que la médica del pueblo considera que puede ser una gripe normal.
En la localidad ha habido varios casos, el que más preocupa, dice, es del propietario de una de las dos tiendas que hay en la localidad. Tienda que ha tenido que ser cerrada, por lo que también repercute en el resto de la población a la hora de comprar las cosas necesarias para el día a día, además de para la propia familia.
Desde el 21 de marzo, en el pueblo se han producido seis entierros, aunque estos han correspondiendo a personas mayores que estaban viviendo en residencias de las localidades cercanas de la comarca.