Plaza de toros de Corral de Calatrava. Media plaza. Novillada con picadores.
Se lidiaron cuatro novillos de Víctor y Marín (Hnos. Marín Montero), bien presentados. Primero rebrincado y rajado. Enclasado y justo de fuerza el segundo, premiado con la vuelta al ruedo. Tercero con clase. Cuarto encastado.
Alfredo Bernabéu: silencio y oreja.
Carlos Aranda: dos orejas y rabo y silencio.
Carlos Aranda salió a hombros.
Hacía 21 años -creemos- que en Corral de Calatrava no se celebraba un festejo con picadores. Y para el reencuentro se contó con una ganadería de la tierra, Víctor y Marín, la de mayor antigüedad de Ciudad Real, y la participación de un novillero de Daimiel, Carlos Aranda; y a la postre ambos elementos resultaron los que provocaron el mayor interés del festejo.
Carlos Aranda se las vio con un segundo novillo que tuvo la clase sobrada y la fuerza medida. Después de enjaretarle algunas verónicas notables, consiguió evitar el derrumbe del novillo conduciéndolo a media altura en línea recta, en faena que fue de menos a más a pesar de no poder ligar los muletazos por el riesgo de caída. Toreó con gusto, templanza y compostura por los dos pitones pero sin lograr la profundidad que otorgan las embestidas a las que se puede someter por abajo y sin que el ceñimiento fuera excesivo. Mató de entera caída y le fue concedido el rabo.
El cuarto fue el más encastado de la tarde. Tuvo disparo, que se dice ahora, aunque metiendo la cara abajo, sobre todo por el pitón derecho. El de Daimiel emborronó una labor que tuvo fases de brillantez dejando una estocada en el guarismo y varios pinchazos posteriores.
Alfredo Bernabéu anduvo animoso en el primero tanto en el recibo de capote como en el inicio de faena de muleta, en ambas ocasiones de rodillas. El alicantino no pasó de voluntarioso, entre otras cosas por la falta de acometida del de Víctor y Marín, el más deslucido del festejo, a pesar de apenas ser picado. Falló a espadas estrepitosamente.
Su segundo, sin embargo, tuvo un gran pitón derecho; quizás algo rebrincado por ponerle un pero. Bernabéu le pegó unos cuantos, bastantes, algunos de muy buen aire, aunque el trasteo adoleció de algo más de reposo y toreo lejos de la cara del novillo, algo que, sin embargo Aranda sí practicó en abundancia. De nuevo marró al acabar con el novillo ciudarrealeño.