Vivimos en tiempos revueltos y no solo en lo meteorológico: otoños que parecen verano, embalses vacíos, – incógnitas sin despejar- y bullas de politiqueo basura que muestran un espectáculo de esperpento.
La sequía que angustia, llega también a la escasez participativa del ciudadano medio: ¿Crisis de líderes políticos? ¿Miedo a la libertad de expresión?
Seguimos votando a los que tienen abalada su experiencia delictiva en corrupción.
Una nueva titulación en la Universidad de la calle, “Doctor en apaños”, aunque la experiencia del último invento universitario de la Complutense que aprovechara la fiebre del 15 M, se asentaba en la necesidad de transparencia, en la participación y en el compromiso social, y de nuevo nos ha defraudado…
Al final si la política solo puede interesar a las generaciones nacidas entre el 82 y el 98, y sus frutos se están padeciendo – como nunca – habrá que volver a las fuentes. Y vemos como en Atenas, después de una época de tiranía, se establecieron los fundamentos que no se han sabido superar: una vida en común en la que el mayor placer del ciudadano consistía en la participación en la vida pública.
En contraste, el concepto griego idiotes designaba a la persona “privada” o “particular” que solía prestar sólo atención a sus propios asuntos particulares, generalmente una persona de escasa formación o profano en asuntos de la polis.
Los principios sobre los que se asentaba la democracia ateniense eran:
- Eleuthería: “la libertad”
- Isegoria : “la igualdad de palabra” o libertad de expresión.
- Isonomia : “la igualdad ante la ley”.
Por encima de sus diferencias políticas, las polis griegas establecieron un nuevo marco de relaciones entre los individuos y el Estado basado en la ley y cuyo objetivo era sustraer las relaciones humanas a la violencia y la arbitrariedad.
Para los griegos un estado libre es aquel en el que la soberanía la tenía la ley y no el gobernante. Esta fórmula se convertiría con el paso del tiempo en el fundamento de todos los sistemas políticos de Occidente (curioso principio que me hace pensar en la reciente experiencia del llamado caso catalán).
El ideal de vida de los griegos en la polis se correspondía con el sometimiento de los ciudadanos al imperio de la ley. Como afirmaba Píndaro la ley reina sobre todos los seres, aunque estos principios muchos se obstinan en transgredir. Ejemplos a montones: Colau en Barcelona, Echenique o Pablo Iglesias…¿ que está pasando?
- No pertenezco a la generación del 82, ni sucesivas, pero me identifico con otra anterior que usaba el 98 como distintivo: la de :
- Joaquín Costa y su gran afirmación sobre que el problema de España era la falta de un buen sistema educativo y la pobreza.
- Francisco Giner de lo Ríos, impulsor de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
- Ángel Ganivet, escritor granadino cuya obra más importante es Idearium Español (1899), donde hace una interpretación histórica de España y el bosquejo de un análisis sobre las causas de su decadencia.
Con dos movimientos hoy vigentes:
- La Generación del 98, con escritores que sentían España y defendían una postura ética.
- Los Modernistas, que se refugiaban en el arte, la belleza y la estética.
Me queda la esperanza de que al menos podamos seguir defendiendo valores, sin censuras (en mi caso no todos los medios valdepeñeros se hacen eco de mis opiniones).