Conservan una parte importante de nuestra memoria. En el Archivo de la Fundación Fisac se conserva el trabajo de uno de los arquitectos españoles con una obra de especial interés en la segunda mitad del siglo XX. La adquisición por parte de la demarcación de Ciudad Real del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha ha permitido conservar de forma unitaria la documentación de la obra de Miguel Fisac. Planos, fotografías de época, documentación escrita de los proyectos, correspondencia, notas y dibujos conforman un conjunto documental especialmente interesante para el entendimiento de su obra.
Autobiografía
Miguel Fisac reflexiona en diferentes ocasiones sobre su obra y sobrE la arquitectura y el urbanismo. Publica algunos libros como La Molécula urbana o Las cartas a mis sobrinos donde hace una reflexión sobre la arquitectura en el mundo en esos momentos confesando sus ideas sobre arquitectos de nivel internacional y sus obras.
En diferentes ocasiones, con motivo de conferencias o de artículos más extensos en algunas revistas hace un recorrido por su obra explicando sus ideas sobre la arquitectura, sus investigaciones sobre materiales y técnicas constructivas. Uno de esos escritos, localizado casualmente en el Archivo de la Fundación Miguel Fisac, es un recorrido por su trayectoria vital y personal hasta llegar a 1970. Un documento especialmente atractivo porque en él se van entrecruzando referencias personales, de su vida y su actividad profesional con la explicación de algunas de sus obras.
La Autobiografía de Fisac, documento mecanografiado con 39 páginas es un documento especialmente atractivo para conocer su obra y su personalidad. Y por ello planteamos su posible edición que ahora se ha visto culminada para estar a disposición de todos los interesados en la obra de Fisac y en la arquitectura española del siglo XX.
Su vocación de arquitecto
Fisac cuenta como desde los doce años pensaba en ser arquitecto, y ello a pesar de los argumentos en contra de su padre. Y finalmente se trasladará a Madrid donde comienza a practicar en una Academia de dibujo las técnicas de mancha y lavado que le permitirán ingresar en la Escuela. El confiesa que no tenía gran aptitud para el dibujo. Y relata como poco atractiva su estancia en la Escuela de Arquitectura y el aprendizaje en la misma.
“Tengo- y eso creo que es bueno- un agudo y exigente sentido crítico sobre todo con mi propia obra. De verdad- de verdad- nada de lo que he hecho hasta ahora me ha gustado. Es completamente lógico que así sea. Con más o menos velocidad, mis ideas arquitectónicas evolucionan. El proyecto que haga hoy, si llega a realizarse se terminará, como muy pronto dentro de un año y medio o dos, y para entonces, ese proyecto lo hubiera concebido de otra forma y con materiales distintos, en cualquier caso”.
Fisac termina la carrera al acabar la guerra civil española. Y en ese momento dice: “Es natural que, al salir de una guerra, y más con las características de la nuestra, hubiera en el ambiente una fortísima carga de nacionalismo y también, desgraciadamente, de patrioterismo, que motivaba una sublimación de los valores de nuestra geografía física y humana. … Siempre he pensado que la arquitectura es un trabajo de creación. Pero crear sin criterio, a lo que salga es un disparate y por eso me propuse reunir unas cuantas ideas, lo más claras posibles, que estructuraran mi credo ideológico. Toda arquitectura está plantada en un paisaje. La realidad física, climática, cromática y ambiental de ese paisaje son circunstancias que no es correcto desconocer: un punto de apoyo de mi arquitectura ha sido siempre el paisaje”.
Un trozo de aire humanizado
Fisac se interroga continuamente sobre lo que es la arquitectura y el camino que debe seguir en sus proyectos. “No recuerdo como fue, pero debí leer en alguna revista, a propósito de Frank Lloyd Wright, una frase del filósofo chino Lao-Tse: “Cuatro paredes y un techo no son arquitectura, sino el aire que queda dentro”. Esta fue para mi una revelación de la que aún no me he separado”. Fisac comenta cómo el proyecto del Instituto Laboral de Daimiel le obligó a pensar en el proceso de trabajo: estudiar detenidamente el programa del edificio, analizar cada pieza y proponer una agrupación elástica de los elementos del programa.
“En 1952 ya disponía de una teoría arquitectónica coherente, capaz de dar unidad de criterio a mi producción arquitectónica. Mantenía las constantes de fidelidad a los paisajes físico y humano, remarcaba el carácter espacial de la arquitectura y seguía una línea de actuación durante el desarrollo del proyecto que venía a ser una marcha analítica análoga a la utilizada en química para la investigación de cualquier sustancia y que desembocaba en casi una solución única para cada caso”.
La arquitectura dice en otro momento “era para mi- y lo sigue siendo- un trozo de aire acotado por procedimientos técnicos, cuanto más sutiles mejor, y al que se le ha implicado una cierta trascendencia que se traduce en una búsqueda estética de la belleza”.
La investigación de los materiales
A lo largo de su trayectoria profesional Fisac realiza una investigación intensa sobre los materiales de construcción y su uso. Y así patentará un ladrillo con goterón que utiliza en el Cajal, sus vigas huesos que resuelven los problemas de cubierta en numerosos edificios y, en su etapa final, los hormigones con encofrados flexibles.
“Con esta idea de acentuar el plasticismo del hormigón, en el colegio de Valladolid, la visera de la entrada al pabellón de los padres dominicos, el claustro o la espadaña remarcan es forma blanda y lisa, en contraste con la áspera, alisada y plana de los muros de ladrillo. Y esa misma plasticidad impuse en los elementos de hormigón, viseras y claustros exentos y pegados a los muros del Centro de Formación de la Ciudad Universitaria de Madrid. Este dogmatismo conceptual, de una parte, y la gran flexibilidad de posibilidades estructurales de los materiales y del paisaje, de otra, dieron a mi obra, entre 1950 y 1958, hecha en muy diversos climas y ambientes- una variedad que si no se analiza profundamente puede parecer corresponde a un período de duda y tanteo, cuando en realidad no era así”.
Un recorrido personal y profesional
Las reflexiones que Miguel Fisac va desarrollando en su breve Autobiografía se van uniendo a los ejemplos de los proyectos de arquitectura que ha ido realizando en cada momento enriqueciendo así su reflexión con la presencia de sus obras,
La edición que han preparado Patxi Eguiluz y Carlos Copertone se completa con un texto también de Fisac que escribió en 1994 sobre su propia obra y que completa así el periodo desde 1970 que quedaba incompleto en su Autobiografía, Un conjunto de fotografías con obras en la que utiliza el hormigón con sus encofrados flexibles que tienen así “la huella genética” del material completan la edición de una publicación que ofrece un acercamiento singular y atractivo a la obra de Miguel Fisac.
