A estas alturas seguro que hay pocas personas en el mundo que no hayan oído hablar de la gran franquicia Call of Duty. El videojuego de la compañía Activision llegó a los hogares de medio mundo a finales del año 2003 y desde entonces se ha convertido en una de las marcas más conocidas del mundo. Sin embargo a pesar de sus millonarias ventas en los últimos 20 años, la compañía desarrolladora, Activision, no ha cuidado precisamente bien de su mejor propiedad intelectual.
Un ejemplo de este absoluto maltrato ha sido el último fiasco de lanzamiento: el reboot/remake de Modern Warfare III, uno de sus juegos más esperados. Y es que las críticas contra el último lanzamiento de Activision están inundando las redes, ya que, mientras que los usuarios esperaban un juego completo, lo que se han encontrado es apenas una mera actualización de su segunda entrega. Algunos detalles menores añadidos a su modo multijugador y una campaña del modo historia para un jugador que apenas dura las 6 horas. Una pobre aportación por parte de Activision que, sin embargo, no han dudado en ponerle un precio de 80 euros.
El periplo de Call of Duty por nuestro universo comenzaba en el año 2003 enfrentándose a otro titán de la industria: Medal of Honor. El segundo llegó a nuestras vidas como uno de los primeros videojuegos realistas basados en la Segunda Guerra Mundial y avalado nada menos que por la producción de Steven Spielberg. Los juegos bélicos de acción en primera persona sufrieron un increíble Boom y nacían algunas franquicias como Call of Duty. Este “Llamamiento del Deber” se nos presentó con algunas de las misiones más espectaculares que se han visto en un videojuego, incluyendo algunas escenas que parecían calcadas del cine: como la del desembarco de Salvar al Soldado Ryan o toda la trama en Stalingrado que parecía un calco de Enemigo a las puertas.
Nacía así un nuevo género de videojuegos que trataban de trasmitir una realidad lo más veraz posible. El objetivo era hacer sentir a los jugadores como si verdaderamente se encontraran en la Segunda Guerra Mundial. Para ello se tomaron muchas técnicas del séptimo arte. No sólo se utilizaban mecánicas y que fueran divertidos, sino que también se crearon espectaculares escenas cinematográficas que dejaran a los usuarios pegados a la pantalla. Grandes y épicas historias aderezadas con un tratamiento histórico sublime y una tecnología que parecía cosa del futuro.
Tras esto llovieron los éxitos para Activision y, entrega tras entrega, Call of Duty generaba más y más millones de ventas. Pronto llegó la era dorada de la franquicia: Modern Warfare. Abandonaban así el pasado como parte de su inspiración y se propusieron desarrollar un nuevo producto. Aún con la guerra como protagonista, Modern Warfare se desarrollaba en un futuro muy cercano en el que se desarrollaba una guerra global entre americanos y rusos. Armas y misiones modernas que vivíamos a través de una compañía de marines de super élite. Los nombres de McTavis, Soap o Ghost se convirtieron en parte del imaginario colectivo.
Un argumento digno de la mejor película de acción del momento o, si me pregunta bastante mejor, que llegó arrasando en cifras cuando parecía que la franquicia iba a morir. Por supuesto la temática no era el único reclamo. Aunque ya había coqueteado con el concepto, en estas nuevas entregas se desarrollaron campañas de multijugador que revolucionaron el mundillo. Si Call of Duty ya era un éxito rotundo, la introducción del multijugador online lo convirtió en un absoluto fenómeno de masas. Llegaron así la segunda y la tercera entrega de la franquicia, que renovaban y actualizaban ese modo multijugador haciendo las delicias de los usuarios.
La franquicia llegó a tal nivel, que comenzaron a invitar a estrellas de cine para interpretar algunos de los papeles, como fue el caso de Kevin Spacey. El ahora malogrado y denostado actor y protagonista de la serie House of Cards, llegó a aparecer como presidente de los Estados Unidos en uno de los juegos. Pero ninguna luna de miel dura para siempre. Aunque el chorro de ventas nunca llegó a bajar, parecía que los juegos iban año tras año siendo cada vez menos relevantes, en parte debido al nacimiento de gigantes como Fortnite.
Activision decidió volver a sus franquicias clásicas para recuperar su hegemonía y volvieron a lanzar el primer Modern Warfare en el año 2019 con su correspondiente modo multijugador. Como siempre la franquicia volvía a arrasar, pese a que las críticas sobre su nueva historia empezaban a hacer mella. La segunda entrega no logró alcanzar los estándares esperados, pero aún confiaban los fans en que desde Activision aprovechasen la oportunidad que les llegaba con esta tercera parte. Sin embargo, la empresa recién adquirida por Microsoft hace tiempo que iba a la deriva, más centrada en el modelo de juego multijugador y como servicio que en el clásico que les hizo grande. Una nueva batalla de una guerra que parece perdida y que, poco a poco, parece estar olvidando cuál era su verdadero deber.