Las últimas lluvias de la primavera y los días soleados con temperaturas medias han favorecido el buen desarrollo de los cultivos cerealistas de la provincia de Ciudad Real y de Castilla-La Mancha, aunque las altas temperaturas podrían perjudicar estas explotaciones.
“Con todas las precauciones”, Esteban Esquinas, técnico de Cooperativas Agroalimentarias de Castilla-La Mancha, celebra el estado del cultivo hsta ahce unos días, con un crecimiento óptimo ajustado a la fase de su ciclo vegetativo en estas fechas: llenado del grano en el final de la floración, una vez ha espigado.
Sin embargo, advierte del tiempo cambiante en la primavera y de los picos de calor que “pueden asurar” las explotaciones de herbáceos en territorios como la provincia, que registra una superficie similar a la extensión de 262.050 hectáreas cultivadas el año pasado, entre los tres cereales más extendidos: cebada (de dos y seis carreras) –143.500 h-, avena -76.350 h-y trigo (duro y blando) -147.660 h-.
El escenario actual de estos cultivos en Ciudad Real es “mejor” que el que registran en los territorios de tradición cerealística en la región, que son el resto de provincias -Albacete, Cuenca, Guadalajara y Toledo.
“Hasta ahora, el año está siendo muy bueno”, indica Esquinas, si bien un giro meteorológico extremo -heladas o valores por encima de los 25 grados C- en las temperaturas “pueden cambiar las previsiones de cosecha”.
De hecho, la producción estimada será, según previsiones iniciales de aforo, un 20% menor a la “extraordinariamente buena campaña del año pasado”, precisamente debido a los efectos del tiempo. A los días de calor se ha unido el viento, que “ha afectado a la fisioterapia de las espigas que las ha vaciado por el poco peso del grano”.
Las previsiones apuntan a unos rendimientos de 3.000 kilos por hectárea, frente a los 3.500 k/h registrados en 2020.
Por ello, los productores tiene que seguir mirando al cielo y esperar que siga lloviendo y que las temperaturas sean suaves.
Los cereales siguen siendo uno de los cultivos más extendidos entre los agricultores ciudarrealeños y castellano-manchegos (1,7 millones de hectareas hace un año), a pesar de la reducción de superficies registrada en las dos últimas dos décadas, en favor del aumento de cultivos permanentes (pistachos y almendros).
Siembras arrebatadas con el calor
En la misma línea, Pedro Martínez, cerealista de Ciudad Real, se queja de los efectos del calor registrado la semana pasada –los termómetros se quedaron al borde de registrar los 30 grados- en las siembras, en parte “arrebatadas”. Sin embargo, las lluvias “vienen muy bien”, señala el agricultor, que sostiene la campaña actual será “media”.
Martínez tiene unas 350 hectáreas de cereales sembradas, entre cebada y triticale, además de 100 h de colza y unas 40 de guisantes.
Espera que “no suban las temperaturas demasiado” y que el desarrollo vegetativo de las espigas, con una altura actual de entre 70 y 80 centímetros siga en un estado sanitario
Precios altos
Respecto a los mercados y los precios actuales, Esquinas destaca en positivo los valores actuales “elevados”, debido a la “alta demanda de China” y un aumento de las exportaciones a nivel internacional. “Lo más destacable es, comenta, la importante subida de los precios fuera de los rangos más normales y su prolongación en el tiempo”.
Campaña dentro de la media
La sectorial de ASAJA a nivel nacional también ha hecho estimaciones y pronostica una campaña “en la media de los últimos años”. Por zonas, en el sur “los rendimientos serán a la baja debido a la falta de precipitaciones a partir del mes de marzo”, dado que “se ha constatado unos meses de marzo y abril de los más secos de los últimos 60 años”. Sin embargo, para las zonas centro y norte del país, aún es pronto para avanzar resultados ya que quedan más de un mes para que se generalice la cosecha y las producciones finales dependerán de las condiciones climatológicas en este intervalo de tiempo.
La organización ha hecho hincapié en la necesidad de dar solución a una serie de problemas que afectan a los productores cerealistas y que tienen que ver con la prohibición de quema de restos de cosecha; los daños producidos por la fauna cinegética; la falta de reciprocidad en las importaciones de cereales y la volatilidad de los precios.