Las importantes subidas de los costes de producción, en el caso de compuestos nitrogenados como la urea en un 190%, y la falta de humedad de la tierra por la ausencia de precipitaciones, están marcando el inicio de la siembra de cereales de invierno en la provincia de Ciudad Real.
Más adelantada que en otros territorios del norte de la región y a la espera de su generalización en todas las comarcas ciudarrealeñas de tradición cerealística, la apertura de campaña se presenta con “gran incertidumbre”, según el portavoz de Cultivos Herbáceos de Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha, el ciudarrealeño José María Ciudad.
Son días en los que los productores están soterrando la semilla con una cobertera de menos calidad por la falta de agua, pero sobre todo trabajan con “inseguridad” ante un futuro incierto respecto a la rentabilidad que podrán obtener en el desarrollo de la campaña. “Los precios de los cereales de la pasada temporada han subido, explica Ciudad, pero los factores productivos de la actual se han disparado y pueden provocar la ruina de los agricultores”. A su juicio, la importante inversión que están obligados a afrontar para hacerse con fitosanitarios y fertilizantes, además de los gastos de luz y de combustibles, podría no verse compensada con una cosecha corta, en un escenario con climatología adversa o en el caso de cotizaciones a la baja en los mercados nacionales e internacionales de 2022.
“Todo está en el aire”, apunta, pues las subidas medias del 30% en combustible, de más de un 40% en fitosanitarios y de hasta un 190% los fertilizantes nitrogenados, “conllevan el riesgo de pagar por unos costes de producción que prácticamente se van a duplicar y que no está claro puedan repercutirse”.
Incrementos “vertiginosos” en los precios de por ejemplo la urea “tiene que ver con el gas y con el proceso de fabricación en industrias como Fertiberia, con sus plantas de Huelva y Puertollano paralizadas”, explica Ciudad, quien también alerta sobre los posibles desabastecimientos de este tipo de productos a nivel mundial por la “poca disponibilidad”.
Con todo, como gerente de la cooperativa cerealística ‘San Isidro’ de la capital ciudarrealeña, destaca la subida “controlada” del precio de las semillas certificadas que elaboran en su centro de producción. El crecimiento de su valor tiene “el margen justo” y muchas más ventajas, dado que “se van adaptando a las exigencias climáticas”, y por ello con menos terreno cultivado “hay más producción”, tal y como se ha puesto de manifiesto en la última campaña con “récord de trigos y maíces”.
Momento ‘idóneo” para la sementera
Esteban Esquinas, técnico de cultivos herbáceos de Cooperativas Agroalimentarias Castilla-La Mancha, se expresa en la misma tesitura y subraya estos últimos días de octubre como “idóneos” para iniciar la campaña de sembrado de los herbáceos de invierno.
Las lluvias de septiembre, aunque tormentosas, sirvieron para humedecer y dar tempero a la tierra, y así posibilitar la entrada de la maquinaria, indica el técnico, mientras que a partir de ahora y hasta diciembre “es el periodo de tiempo para sembrar”, dependiendo de la latitud: más temprana en el sur y más tardía en el norte.
Esquinas también lamenta “la incertidumbre” de los productores ante “el incremento excesivo” del precio de los fertilizantes, incluso “con riesgo de desabastecimiento”, además de los “altos costes de la energía”, y la “escasez para comprar harina por parte de los fabricantes de piensos”.
“Se suman muchos factores”, agrega, que están haciendo cuesta arriba en los gastos el cultivo de para la simiente.
Respecto a la extensión, coincide en que “no habrá grandes variaciones”, dentro de la tendencia a la baja de los últimos años, así como tampoco se prevén “grandes diferencias en la proporción de especies”.
Esquinas recuerda que la cebada “es mayoritaria” en Castilla-La Mancha, seguida de los trigos blandos y las avenas. Los maíces seguirán presentes, indica, aunque más limitados como monocultivo por la influencia de las nuevas políticas de la PAC, al estar vinculados a altas necesidades de riego. Con todo en la provincia, con unas 1.000 hectáreas, de las 2.500 o 3.000 regionales, es un cultivo “minoritario”.
En conjunto, las plantas herbáceas se extenderán en la provincia, según el avance de superficies del Ministerio de Agricultura (MAPA), en una superficie de cerca de 285.000 hectáreas, casi una cuarta parte de las más de 1,3 millones que se cultivarán en la comunidad autónoma. Es una extensión ligeramente menor a la de la pasada campaña, dentro de la tendencia “decreciente” que cada año se registra en favor leñosos como los pistachos y las almendras.
El trigo y la cebada copan más cuota, pero también mantendrán su presencia las leguminosas (guisantes, colza o berza), para cumplir los parámetros medioambientales de la PAC.
La producción provincial aproximada estimada por Agricultura supera las 950.000 toneladas, por encima de las 804.194 t de hace tres años. Prevén altos volúmenes en cebadas (517.482 t) avena (196.265 t) y trigos (156.885 t), que ponen de manifiesto el potencial productor de Ciudad Real.
Grandes inversiones
Uno de los agricultores más experimentados en el cultivo de herbáceos es el agricultor ciudarrealeño Pedro Martínez, que ya se encuentra sembrando sus cereales en las inmediaciones de Ciudad Real, con extensiones de avena, colza, cebada, triticale y guisantes.
Martínez se queja de los incrementos de los inputs, con un 60% más de coste en el combustible, según sus cálculos, el doble (100% más) en el caso de los fertilizantes, y casi el triple en la adquisición de productos nitrogenados (urea) con cerca “de los 800 euros la tonelada”.
“Los agricultores estamos atados de pies y manos con estas subidas”, lamenta el conocido agricultor, aunque al menos las ventas de la producción desde la cooperativa cerealística San Isidro, a la que pertenece, son rentables para los sembradores.
A la espera de lluvias
Más reivindicativo se muestra el joven agricultor malagonero Pablo Tapiador, quien está a la espera de que “llueva el próximo fin de semana”, tras haber casi terminado de sembrar sus 110 hectáreas de trigo, cebada triticale y avena. También dedica parte de este cultivo a la colza y las leguminosas “por el greening”.
Tapiador se muestra indignado por el escaso peso del agricultor en la cadena alimentaria, en el sector de herbáceos con los fuertes incrementos de precios.
Según los sindicatos agrarios, la tonelada de urea ha subido en solo una campaña de 340 euros (en noviembre de 2020) a 652 euros.
A estas subidas se suman otros 100 euros de alza cada tonelada en la compra de semillas, comenta el productor, que se han incrementado en una media de 10 céntimos, de 35 a 45 o 47 céntimos el kilo, y los precios del gasóleo agrícola, que han pasado “de los 55 o 60 céntimos los 85”.
Son costes que “no pondrán compensar”, reflexiona Tapiador, con los beneficios obtenidos por los cereales de la pasada temporada, que en el caso de los trigos cotizan a entre 240 y 250 euros la tonelada.