Las inundaciones son los riesgos naturales que más víctimas ocasionan, tanto en nuestro país como en resto del mundo. Incluso en los países desarrollados somos cada vez más vulnerables a los riesgos de inundación, lo que posiblemente es debido a varios factores:
– El crecimiento descontrolado, tanto en el campo como en la ciudad, que nos ha llevado a ocupar lugares inadecuados, como las llanuras aluviales
– El calentamiento global, que ocasiona cambios climáticos y meteorológicos
– La destrucción de defensas naturales frente a la erosión y a las inundaciones, fundamentalmente causada en nuestro territorio por la deforestación.
Para valorar el riesgo de inundación, deberemos acudir primero a su definición: se define riesgo como la posibilidad (probabilidad) de que, en un determinado lugar, ocurra un evento que cause daños, ya sean personales, materiales o al medio ambiente. Los factores de un riesgo son: la peligrosidad, la exposición y la vulnerabilidad, de tal manera que:
RIESGO = PELIGROSIDAD x VULNERABILIDAD x EXPOSICIÓN
La peligrosidad es la probabilidad de que ocurra un fenómeno dañino en un lugar y tiempo determinados.
La exposición representa el total de recursos (humanos o materiales) expuestos a un determinado evento dañino.
La vulnerabilidad representa el grado de afección frente a un determinado suceso.
Se define como inundación el anegamiento temporal de terrenos que no están normalmente cubiertos por agua. Si estas inundaciones son ocasionadas bien por ríos, torrentes de montaña, o corrientes naturales continuas o discontinuas, bien por la acción del mar en zonas costeras, estaremos dentro del ámbito contemplado por la Directiva 2007/60/CE, relativa a la evaluación y gestión de los riesgos de inundación, que es el marco vigente para todos los estados miembros de la Unión Europea en este ámbito.
Por tanto, el riesgo de inundación sería la probabilidad de que ocurriera un evento de inundación determinado, con unas consecuencias determinadas.
A modo de ejemplo, en una zona de vega, la peligrosidad por inundación fluvial será elevada (se inunda frecuentemente), pero si además está llena de cultivos (elevada exposición) el riesgo será más alto, aunque si estos cultivos soportan el encharcamiento (baja vulnerabilidad), el riesgo será inferior al de otra zona que carezca de dichos cultivos y tenga otros menos resistentes a la inundación.
Si queremos reducir el riesgo de inundación, deberemos actuar sobre uno, o varios, de los factores que lo provocan, y aquí las opciones son múltiples:
– Para que se reduzca la peligrosidad de una inundación se deberá reducir el calado o la velocidad alcanzados, lo que deberemos estimar mediante modelos hidráulicos.
– Para que se reduzca la exposición, se deberá reducir la cantidad de personas y/o bienes naturales o económicos “alcanzables” por la inundación. Fundamental: la planificación urbanística.
– Para reducir la vulnerabilidad se deberán adoptar soluciones que aumenten la seguridad de personas y/o bienes afectados en el caso de producirse la inundación. Por ejemplo, no dedicar sótanos y/o plantas bajas a usos permanentes en zonas potencialmente inundables.
Reducir el riesgo de inundación es el objetivo principal de los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación, exigidos por Europa. Para su elaboración se requiere un grado de conocimiento de la inundabilidad de una zona o territorio tal, que son necesarias ciertas fases previas:
– La Evaluación Preliminar del Riesgo de Inundación (EPRI), seleccionando las Áreas de Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSI).
– La elaboración de los Mapas de Peligrosidad y de Riesgo de Inundación.
*Manuel C. Gómez Criado es jefe de Área de Gestión Medioambiental de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Guadiana