“Igual que en la Biblioteca se reúnen todos los ciudadanos, en el Fondo Antiguo se reúnen las vidas, sus experiencias, de miles y miles de personas” que nos precedieron. No son sólo trozos de cuero y papel, o hierro y plomo con los que se hacían las letras, sino que detrás de cada libro, hay “muchas historias y vivencias”, destaca Francisco Javier Alonso, director de la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real, donde se conservan más de 20.000 ejemplares de Patrimonio Bibliográfico.
De esta colección de libros anteriores a 1958, cuando se creó el Depósito Legal, 8.922 se corresponden con la primera mitad del siglo XX y 11.162 están fechados hasta el 31 de diciembre de 1900, siendo los más antiguos los 39 incunables del siglo XV que la Biblioteca custodia. Respecto al siglo XVI, hay 968 en la Biblioteca ciudarrealeña, que cuenta con 1.903 ediciones del XVII, 1.446 del XVIII y 6.866 del XIX.
Huele de forma diferente al resto de depósitos de la Biblioteca donde se hallan estos fondos antiguos al emplearse para la elaboración de parte de ellos materiales también de origen animal, en especial en los pasillos donde se encuentran ‘Los Pellejos’, como coloquialmente denominan a los pergaminos. Más de 500 años tienen los incunables protegidos con cubiertas elaboradas a partir de piel animal, con una suave rugosidad que evoca vida y, de lejos, aspecto marmóreo en sintonía con el propósito de hacer del libro un bien imperecedero.
El más antiguo es de 1475, ‘Summa universae theologiae’, de Alexander de Hales e impreso en Venecia, apunta Esteban Jiménez González, técnico responsable de la Sección Local, Fondo Antiguo y Colecciones Especiales de la Biblioteca, que indica que de antiguos conventos de la provincia, tras las desamortizaciones, procede la mayoría de los libros anteriores al siglo XIX, los cuales se han ido conservando conforme la Biblioteca, que recientemente ha celebrado sus 120 años de historia, ha ido cambiando de sede del antiguo Instituto en el Convento de la Merced, el Palacio Provincial y la Casa de la Cultura hasta sus actuales instalaciones junto al Parque de Gasset.
Características
“Apasionado” de los libros y con una larga trayectoria de 28 años trabajando en la Biblioteca, Jiménez destaca la dificultad, reservada a los “muy especialistas”, de catalogar los más antiguos, escritos en latín, de temática religiosa, con multitud de abreviaturas, sin portada y en letra gótica. “Muchas veces faltan páginas, hay que saber mucho latín y paleografía y emprender, si faltan datos, un trabajo de investigación enorme para encontrar ediciones parecidas en cualquier otro sitio del mundo”. Algunas características son la utilización del incipit, ‘aquí comienza’ en la primera página; excipit, el final o las últimas palabras del impreso; y el colofón donde se indica el nombre del autor, el título del libro, el lugar de elaboración, impresor y fecha de edición.
Además, carecen de paginación los primeros impresos, en los que se dejan espacios en blanco destinados a las letras capitales para luego iluminarlas a mano, se reservan amplios márgenes para anotaciones manuscritas, la página se estructura a dos columnas, se usan los calderones para separar párrafos y se utilizan reclamos consistentes en que coincida por repetición la última palabra o sílaba de cada página con la que comienza la siguiente.
Ex libris que determinan a mano la propiedad del libro, el uso de un papel muy grueso y una o dos tintas -negra y roja-, encuadernaciones de tablas de madera forradas de piel, refuerzos de cuerda o piel en el lomo, palabras impresas en el canto del conjunto de páginas y cierres metálicos también se pueden encontrar en los ejemplares más antiguos de una colección de ediciones realizadas en bastantes casos en imprentas de ciudades europeas como Venecia, Basilea y Lyon.
Digitalización
De los 39 incunables que se conservan en la Biblioteca de Ciudad Real, se han encontrado 26 digitalizados en otras bibliotecas virtuales, restando trece por digitalizar, proyecto que se va a emprender este año, comentó Alonso.
“Cuarenta mil calamidades” han podido pasar, entre unas condiciones de conservación que no siempre han sido las ideales y traslados, durante estos más de cinco siglos de historia los fondos antiguos que actualmente se cuidan dentro de unos parámetros de temperatura y humedad adecuados en los depósitos de la Biblioteca, señala Jiménez, que resalta que, además de los 39 incunables, especialmente importantes por su escasez y rareza e incluso “es posible que uno sea el único existente en España al ser el único que aparece en el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico”, hay ediciones posteriores “muy interesantes”, que son “una maravilla” por el tipo de imprenta, encuadernación, contenido y grabados xilográficos. Un recopilatorio de varias obras de Santa Teresa de 1630 y las obras completas de Quevedo de 1726, en relación con autores relacionados con la provincia, son sólo algunos de los ejemplos de los tesoros de esta colección antigua con ejemplares sapienciales, de autores clásicos y que versan sobre otras temáticas, no sólo las religiosas, como las científicas sobre todo a partir del XVIII, aunque también los hay de siglos anteriores.
Como anécdota de los fondos antiguos, Jiménez recuerda que cuando estuvieron en la Casa de Cultura se conservaron durante un tiempo en la cuarta planta de una torre situada en la parte posterior del edificio de Fisac y después se pasaron al sótano, donde se hallaba una escultura de Cervantes, realizada por Jerónimo López Salazar, marido de Isabel Pérez Varela, quien fue directora de la Biblioteca. “El busto lo teníamos allí y en alguna ocasión hubo quien le puso una bata blanca como la que se usa para manipular los fondos antiguos y una compañera se llevó un susto que casi se muere al llegar a por ‘los pellejos’ y ver a Cervantes en bata”.
El Quijote y fondos totales
Precisamente El Quijote es la obra con mayor número de diferentes ediciones, más de 300 en varios idiomas, que posee la Biblioteca de Ciudad Real, siendo la más antigua una del Quijote de Avellaneda de 1732, mientras que de Cervantes se remonta a una en francés de 1845, seguida de la que se imprimió en 1863 en Argamasilla de Alba por Rivadeneyra.
En total, la Biblioteca ciudarrealeña cuenta de forma general en sus fondos con 205.332 ejemplares en todo tipo de soportes, de los que 170.214 son libros, entre los que se encuentran cerca de 10.000 cómics, así como los más de 20.000 de Fondo Antiguo.
Muchas vidas detrás
Sobre esta colección patrimonial, Alonso resalta las múltiples historias que hay detrás de cada volumen. Como ejemplo, y en relación con la reciente celebración del Día de la Mujer, cita una obra de comentario de la Biblia del eclesiástico francés del siglo XIV, Nicolás de Lira, quien estuvo muy involucrado en los juicios contra las beguinas, mujeres con una actividad social importante con pobres y enfermos, una interpretación cristiana de la Biblia que no era la que recomendaba la Iglesia y “una actividad cultural enorme” con la edición de libros en lenguas vernáculas en lugar del latín.
“De Lira fue uno de los eclesiásticos que llevaron a la hoguera a algunas de estas mujeres”, lo que “refleja que detrás de cada libro hay una historia, las vivencias de muchas personas”, expone el director de la Biblioteca, que resalta que este autor fue muy influyente, sus libros se estuvieron releyendo por lo menos durante tres siglos después y “aquí tenemos la suerte de tener dos ediciones: una de 1508 y otra probablemente de 1520”, las cuales son completamente distintas, ya que, aparte de por el formato, “la más antigua tiene xilografías y la de 1520, que es francesa, no, las letras capitales no están tan elaboradas”.
Facsímiles
Por otra parte, la Biblioteca atesora cerca de 400 facsímiles, reproducciones exactas de originales antiguos y de gran valor que en parte son manuscritos de la Edad Media, aunque también hay ediciones especiales y de clásicos. Las ‘Cantigas de Santa María’ de Alfonso X el Sabio, el ‘Apocalipsis figurado de los Duques de Saboya’, el Bestiario de Don Juan de Austria y el Testamento de Quevedo son algunos de los títulos de esta sección, que comparte sala de depósito con unas ‘reliquias’ modernas, de hace apenas unas décadas, como, entre otros soportes, diapositivas, discos y singles de vinilo, cintas de casete y microfichas, así como una colección de 140 libros firmados por sus autores a su paso por la Biblioteca como Julia Navarro, María Dueñas, Carmen Martín Gaite, Antonio Gómez Rufo, Santiago Posteguillo, Paloma Sanchez-Garnica, Luz Gabás y Ángeles Caso.