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26 abril 2024
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De ‘Casa de Caridad’ a Cuartel de Artillería y a Rectorado de la Universidad

CasaMisericordia Cuartel Rectorado1. JMC 20190814 140215
Rectorado de la UCLM / JMC
Joaquín Muñoz Coronel / CIUDAD REAL
Nacimiento y metamorfosis de un edificio noble en Ciudad Real

Hace ya varios lustros, que vivimos la inauguración al más alto nivel regional, de la nueva sede del Rectorado de la Universidad de Castilla-La Mancha. Situado en la cuña limitada por las antiguas puertas de Toledo y de Calatrava, se trata de un edificio noble, recuperado para la más noble de las actividades: la de enseñar. Que, además, en su uso cotidiano ha permitido la conservación y disfrute por el pueblo de Ciudad Real, de un edificio mandado construir por el Cardenal Lorenzana en el siglo XVIII. Y ello, siendo arzobispo de Toledo, y con parte de los dineros donados testamentariamente por un corraleño, Luis Tamayo. Curiosamente, otro natural de Corral de Calatrava, Antolín Monescillo Viso, en 1884, llegaría a ocupar la púrpura de arzobispo de Toledo, aunque para entonces ya había perdido la ‘Casa de Caridad’ de Ciudad Real su primitiva dedicación, siendo cuartel desde 1809 en que lo ocuparon los franceses.

A pesar de ser reclamada por Almagro -que se configuraba como otra opción, argumentando que en época de Fernando VI se prometieron 200.000 reales para erigir una institución de análogos fines en aquella localidad-, el arzobispo Lorenzana se decantó por Ciudad Real. Algo en lo que tal vez influyese la tradicional rivalidad del purpurado con las Órdenes Militares. Las obras avanzan con relativa celeridad, iniciándose en noviembre de 1784 y culminando el 30 de abril de 1788, cuando el Cardenal visita la ciudad e inaugura el edificio con la capilla aún sin concluir, distribuyendo el mismo Lorenzana la comida a los primeros asilados.

El Cuartel de artillería de Ciudad Real en 1929
El Cuartel de artillería de Ciudad Real en 1929 / http://elsayon.blogspot.com

Pero apenas servirá a sus objetivos unos pocos años, ya que no tarda en atravesar una  lastimosa situación económica, y las desesperadas cartas del director del centro Pedro Sánchez del Pulgar, en 1799, son bien elocuentes. Desde este momento, el fin de la ‘Casa de Caridad’ es un hecho que se consolida con la ausencia de Lorenzana (entonces ya en Italia), y con la Guerra de la lndependencia. Pero ahí está el edificio, que tuvo un uso militar por espacio de casi dos siglos, perdiendo la esencia del movimiento ideológico que supuso la secularización de la cultura, o Ilustración, culminada en el siglo XVIII. Por suerte, con el cambio de dedicación de la Casa no desapareció el Hospicio, institución que, al crearse en San Francisco, pasó a denominarse ‘Hogar Provincial’.

CARDENAL LORENZANA

Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón, religioso, historiador español y arzobispo, nació en Palazuela de Vedija (León) el 22 de septiembre de 1722. Formado entre jesuitas y benedictinos, pasa posteriormente por las universidades de Valladolid, Salamanca y Ávila, en donde tomará afición por las ciencias históricas, que le propiciarán la entrada en la Real Academia Geográfica-Histórica de los Caballeros. Desde 1751 es canónigo y doctoral de la catedral de Sigüenza, y en 1754 pasa a ser vicario general de la diócesis toledana, con el arzobispo Fernández de Córdoba (cardenal-conde de Teba). La recuperación de la ‘Misa Gótica’ o mozárabe y el secreto de ‘pintar a fuego’ las vidrieras, no son sino hallazgos que realiza Lorenzana en unión de otros importantes personajes contemporáneos suyos. Obispo de Palencia, en 1766 accede al arzobispado de Méjico, en donde prosigue su labor de recopilación de divulgaciones humanísticas y científicas, rescatando y conservando valiosas piezas.

A partir de 1769, inicia la publicación de las actas de los concilios celebrados con anterioridad, y en 1770 publica la Historia de la Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés, con numerosas notas y aclaraciones, incluyendo las cartas segunda, tercera y cuarta del conquistador, que se completan con las notas del propio arzobispo y un conjunto de ilustraciones. Del 13 de enero al 26 de octubre de 1771 celebra el IV Concilio Provincial Mexicano… Entre los trabajos realizados durante el Concilio, se encuentra la redacción de varios catecismos destinados a párrocos y niños, así como diferentes instrucciones para los maestros y pintores de temas religiosos. Durante su estancia en México, reunió una interesante colección de objetos etnográficos que trasladó a Toledo, desde donde se dispersaron por diferentes instituciones españolas.

Regresa a España en marzo de 1772 para regir la diócesis más extensa de la península, la de Toledo (cargo al que renunciaría en 1800), y es nombrado inquisidor general (1794-1797).  Publicaciones como la de los Padres Toledanos, las Crónicas del arzobispo Rada, y otras obras (ampliación del palacio arzobispal; edificación del palacio Lorenzana, sede la universidad; Relaciones de Lorenzana…) caracterizan su actividad, así como la promoción, en 1782, de un mapa del arzobispado de Toledo. Especial importancia tienen las Relaciones de Lorenzana, transcripciones de unas informaciones solicitadas por el arzobispo a sus párrocos entre 1782 y 1786, recurso muy utilizado por los gobernantes para conocer en mayor profundidad a su pueblo. Conservado en el Archivo Diocesano de Toledo, este corpus cubre una amplia gama de circunstancias económicas, sanitarias, culturales, régimen jurídico, procesos de producción, organización social y aspectos de cada pueblo.

Más tarde, su actitud reaccionaria y su enfrentamiento con el primer ministro Manuel Godoy, motivan su destierro a Italia, en cuya ciudad de Roma fallece en 1804, tras colaborar con el papa Pío VII. Sobre la actitud, brío e inflexibilidad de este Lorenzana al llegar a Toledo, refiere Balcázar una anécdota. Sobre la puerta de su palacio, haciendo un anagrama con nombre y apellido, alguien había escrito: “Ya está aquí Ana Lorenza. ¿Hará aquí lo que en Sigüenza?”. Y parece que, al leerlo, el mismo Cardenal escribió debajo: “No me llamo Ana Lorenza, que me llamo Lorenzana; haré aquí lo que, en Sigüenza, y más, si me da la gana”.

‘CASA DE CARIDAD’

En 1784, el vicario de Ciudad Real, Miguel Ochoa, comunicaba a Lorenzana la elección del solar para la edificación de la Casa, y la adscripción entusiasta de las autoridades locales al proyecto: “Todos y con especialidad los principales del pueblo, han reunido sus votos en favor de un establecimiento tan necesario como útil y ventajoso a toda la provincia”. Según el Cardenal Lorenzana, la ‘Casa de Caridad’ debía constituir no sólo un remedio para atajar la pobreza y mendicidad, sino un vehículo para el bienestar material, el desarrollo educativo, y ser un foco de cultura y prosperidad para toda la sociedad, un precepto de ilustrado.

Se escogieron terrenos particulares y la propia calle del Cohombro, donde se establecieron los talleres, contando con la colaboración municipal. Pero para Lorenzana, la constitución de esta ‘Casa de Caridad’ era parte de un proyecto de más largo alcance, que preveía la erección de este modelo de institución benéfica, en las localidades más significativas de su arzobispado toledano.

Es claro que la ‘Casa de Caridad’ era para Ciudad Real, más que un viejo proyecto una necesidad, aunque el ayuntamiento ya había pensado en crear un asilo donde recoger y dar enseñanza a los necesitados. Hasta que llegó un generoso vecino de Corral de Calatrava, Luis Tamayo, que dejó la mayor parte de sus bienes para el sostenimiento de los hospitales de la Archidiócesis de Toledo. Cuantioso legado que acrecentó el propio Lorenzana, realizando el encargo al arquitecto Eugenio Durán, que proyectó un edificio de dos plantas, dotado de enfermería, capilla, talleres de artesanía y manufacturas, aulas, dormitorios, servicios, amplia escalera, porche y patios. Más de un millón de reales -aunque otros historiadores elevan aún más la cifra- parece que se invirtieron en la obra.

Vista de unos de los patios de la Casa de la Caridad hoy Rectorado de la Universidad de Castilla La Mancha
Vista de unos de los patios de la Casa de la Caridad, hoy Rectorado de la Universidad de Castilla-La Mancha / http://elsayon.blogspot.com

FLORIDABLANCA Y GODOY

De todas formas, una suma importante para la época, aunque luego no fueron pocos los esfuerzos por la supervivencia de la Casa. Tanto Floridablanca como Godoy, influyeron para el pago de ciertos impuestos que la beneficiaran. En 1788, aún sin inaugurar, se pensó en utilizar el edificio como presidio, proyecto que frenó el mismo Lorenzana. En 1793, y por el aparejador Pedro Sánchez Moya, se intenta la creación de una Escuela de Arquitectura. Y en 1796 surge un nuevo intento de transformarlo en acuartelamiento de la Brigada de Carabineros.

En el Informe al Consejo de Castilla de 4 de diciembre de 1797, que Jerónimo López-Salazar y Juan Manuel Carretero estudian en su Historia de Ciudad Real (1993), se dice que:

La Casa de la Caridad o Real Hospicio, es un establecimiento magnífico costeado por el Eminentísimo Cardenal Lorenzana, en donde se fabrican paños del color de la lana y cuerdas de esparto fabricadas por ancianos pobres, retirados de la miseria y colocados allí; con el número de cien niños y niñas y entre éstas ya mozas, que salen para casarse, empleadas en hilar dicha lana y las más tiernas en limpiarla.

Pero la lástima es que dicho Hospicio, carece de fondos para aumentar sus fábricas, y, por consiguiente, el número de mujeres honestas; y en este caso sería importantísimo se estableciera una sala de corrección, colocando a las mujeres que lo mereciesen por su prostitución y vidas desarregladas, lo que el día no es asequible, porque las ocupadas en dicha casa carecen de mal nombre y sería contaminarla si hubiera esta unión.

La ‘Real Casa de Caridad’ debía servir para la formación, tanto religiosa como cultural, de la juventud a la que se enseñaría un oficio. Además, en el edificio original, hospital y lugar de acogida de necesitados, se fabricarían paños de lana, cáñamo, esparto, y pan. Por eso la arquitectura está realizada con materiales de gran sobriedad, aunque con solidez y voluntad de permanencia. Para su trazado original, López Durango propone el empleo de piedra de las canteras de Ciudad Real, arena de La Celada, ladrillo fabricado aquí por tejeros toledanos con tierra de El Pardillo, y madera traída de Alcaraz gracias a la intervención de Lorenzana ante el rey.

UN CUARTEL NOTABLE

Con el devenir político posterior, y especialmente desde la invasión francesa, la antigua Casa de la Misericordia acaba siendo un Cuartel. Y así, en 1809 se aloja el Tercer Regimiento de Húsares Holandeses, y en 1810 el  Regimiento de Dragones número 16, ambos franceses. Recuperada ya la soberanía española, el edificio es sede en 1816 del Regimiento de Caballería Voluntarios de España.

Infantería, Caballería, Regimiento, Batallón, Depósito, Escuadrón… son nombres que de 1809 a 1943 se vienen sucediendo en el viejo edificio. Ya como Cuartel de Artillería, la casa protagoniza la Sublevación Artillera de 29 de enero de 1929 contra la Dictadura de Primo de Rivera –del que el ciudadrealeño General Aguilera era un importante detractor-, y que finalmente tuvo escasa repercusión… En 1939 la guarnición pasa a llamarse Regimiento de Artillería Pesada número 64, para cambiar parcialmente su número en 1943, pasando a denominarse Regimiento de Artillería Pesada número 61.

En fechas más recientes, es en 1960 cuando la unidad militar pasa a denominarse Regimiento de Artillería de Información y Localización (RAIL). Un nombre que conservará en Ciudad Real hasta 1988, cuando en septiembre de ese año se decide su traslado a León. Otro destino le aguardará desde entonces al viejo caserón del Cuartel de la Misericordia. De las armas, a las letras… de la defensa del patrimonio, al enriquecimiento del espíritu… Aunque ya sabemos que “Nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma a la lanza” (El Quijote I, 18).

A lo largo de estos años, veintisiete coroneles han mandado el Regimiento de Artillería, en el Cuartel de la Misericordia. José Rivera Atienza (1920-1925) y Francisco Botella Torremocha (1925-1926) fueron los dos primeros, e Ignacio Pedraza Morrondo (1984-1986) y Alberto Rosillo Martínez (1986-1988) han sido los dos últimos. Correspondiéndole a nuestro buen amigo coronel Rosillo, la responsabilidad del traslado del RAIL -que cambiaría su nombre-, a la pequeña población leonesa de Ferral del (río) Bernesga.

La reorganización del Ejército de Tierra mediante el Plan META, imponía encuadrar nuestro Regimiento bajo el Mando de Artillería de Campaña de la Reserva General, en la 6ª Región Militar. Y el Consejo de Ministros del 10 de julio de 1987 así lo dispuso. Poniendo fin a una presencia de 180 años (1809-1978) de las fuerzas armadas en la antigua ‘Casa de la Misericordia’, y abandonando Ciudad Real el Regimiento de Artillería de Información y Localización (RAIL). De aquella despedida –triste y solemne- quizá nos ocupemos en otra ocasión.

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Rectorado de la UCLM / JMC

REHABILITACIÓN Y RECTORADO

Carlos III, ya en los últimos días de su reinado, el 20 de junio de 1788, dotó a esta ‘Casa Cuna Hospicio’ -así se llamaría en documentos posteriores- con 5.000 ducados anuales, que se pagarían del fondo de vacantes del Arcedianato de Toledo y de la Sacristía Mayor de Calatrava. Aun así, con éstas y otras rentas no siempre puntualmente satisfechas, la vida económica de la benéfica institución fue breve, hasta su transformación en cuartel. Y es que la finalidad militar del luego ‘Cuartel de la Misericordia’, arranca con la llegada de los franceses del general Sebastiani, el 27 de marzo de 1809.

El cuartel terminó sus días en fechas recientes, como Regimiento de Artillería de Información y Localización (RAIL). Después, el abandono produjo el natural deterioro en este tipo de edificaciones hasta su actual destino, noble y lucido para una localidad no especialmente sobrada de monumentos arquitectónicos.

Según el informe del arquitecto Diego Peris, en 1995 el Ayuntamiento de Ciudad Real acuerda ceder a la Universidad de Castilla-La Mancha el edificio del antiguo Hospital de la Misericordia, así como una parcela de casi 50.000 metros cuadrados en la que se sitúa el edificio. La Universidad decide rehabilitar el conjunto para ubicar allí el rectorado y los servicios administrativos generales. El proyecto de rehabilitación, redactado por el arquitecto Ricardo López Rego, se adjudica en 1996, realizándose las obras durante 1997 y primeros meses de 1998.

Las obras supusieron una recuperación integral de la fábrica construida, y el inicio de la revitalización de la ciudad en su entorno. Según el informe realizado por Peris, “en la cúpula se conserva perfectamente la estructura original integrada por unos nervios radiales de madera. Dentro de la sencillez del edificio, se recurre al uso de la piedra en algunas partes singulares, utilizando para ello la caliza de la zona”. La Casa sigue la tipología de este tipo de arquitectura industrial: dos amplios patios, una serie de naves y una capilla en el centro.

Pero en la ‘Casa de la Caridad’ de Ciudad Real hay una doble lectura, en cuanto a los trazados compositivos. En planta, la arquitectura de un gran edificio con el doble de longitud que de anchura, se organiza con dos grandes patios que incluyen en el centro el cuerpo de la iglesia. En el interior de su nave, la estructura longitudinal tiene también un ritmo dividido en tres tramos, el central ocupado por la cúpula y los otros dos de la cabecera y los pies cubiertos por bóveda. Las fachadas principal y posterior se organizan con una estructura simétrica central. La referencia de medida del edificio es el pie, y tanto el diseño de López Durango, como la construcción de la fábrica de ladrillo, hacen que esa dimensión sea toledana en su concepto.

Para Diego Peris, arquitecto de la Universidad de Castilla-La Mancha:

La primera recuperación necesaria ha sido la estructural. El segundo aspecto importante en el proceso de la obra ha sido el tratamiento de las fachadas, hasta ahora enfoscadas y encaladas. En el proyecto de rehabilitación se plantea el mantenimiento de la imagen externa, pero con un diferente tratamiento de la piel exterior e interior del mismo. En las fachadas laterales se subrayan los dinteles de las ventanas, evidenciando al exterior la construcción de ladrillo visto, y marcando unas líneas horizontales de ladrillo visto, entre las cuales se aplica un mortero que, manteniendo la imagen unitaria y plana de las fachadas, dignifica su acabado.

En la fachada principal se sustituye el reciente chapado, por una piedra de color similar a la mampostería existente que, manteniendo el carácter significativo de la misma, establece una diferencia sutil con los recercados de huecos y zócalos manteniendo la idea de un gran plano unitario. Se recupera así la importancia del plano frontal que siempre había tenido el edificio, sobre el que destaca ahora el escudo de Carlos III, con la fecha de construcción.

También la fachada posterior ha recuperado su valor de acceso del edificio, manteniendo la sobriedad de la construcción y poniendo en valor la materialidad de lo edificado. Es obvio que la rehabilitación sirve para la recuperación de los espacios interiores y exteriores de un edificio, que comienza muy pronto a tener ocupaciones diversas. “Ello ha hecho necesario realizar continuas obras de adaptación y acondicionamiento, que por un lado han contribuido a mantener el edificio en pie, aunque por otro han ido produciendo alteraciones de su concepción original”.

UN NUEVO ESPACIO

El edificio recupera así la claridad de estructura de organización y de proporciones, de un espacio que vuelve a su concepción original. Se produce un doble recorrido interior del mismo: el funcional y el ideal. Según Peris:

El recorrido funcional está marcado por los dos grandes pasillos longitudinales, que dan acceso a los espacios situados en el perímetro exterior. Junto a estos pasillos longitudinales, otros cuatro transversales establecen una trama rectangular, mallado de itinerarios posibles que mejoran los accesos y comunicaciones interiores.

La comunicación ideal se produce en el gran eje lineal que permite recorrer visualmente el edificio, desde la fachada principal a la posterior. La vista atraviesa el zaguán, el primer patio, la iglesia, el segundo patio y llega a la fachada posterior en su punto central, continuando a lo largo del nuevo paseo posterior en ese intento de captura del infinito. Los cipreses y olivos de ambos patios se funden en el itinerario ideal simbólico que define simetrías y recorridos posibles.

Hay espacios singulares, que se recuperan con la simple presencia de los materiales y de la reposición originaria de su estructura, como el zaguán de acceso, con zócalo de cerámica de Ruiz de Luna. Y la presencia central de la iglesia divide el conjunto en dos, definiendo la estructura lineal de la fábrica, y sobresaliendo volumétricamente del conjunto como pieza central simbólica. En el espacio de la iglesia, la primera operación ha sido la recuperación de la volumetría, contrastando su posición en el centro del edificio, con el eje longitudinal y las dos áreas articuladas en torno a los patios.

La ‘Casa de Caridad’ ocupaba una zona de la ciudad con una superficie de 80.000 metros cuadrados. El uso militar del conjunto había definido un espacio rodeado de muros y protegido del resto de la ciudad. Pero el acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de Ciudad Real y el Ministerio de Defensa, lleva a recalificar la superficie que ocupa la esquina de la calle Altagracia y la Ronda de Toledo, para permitir la construcción de viviendas y liberar a cambio una superficie de unos 50.000 metros cuadrados -en los que se ubica el Hospital de la Misericordia-, para el Ayuntamiento.

En 1990 se inicia la modificación del Plan General de Ordenación Urbana, que transforma el uso de la zona ocupada por el antiguo RAIL, y hace posible el convenio de cesión desde el Ministerio de Defensa al Ayuntamiento de Ciudad Real, firmado por el entonces alcalde, Lorenzo Selas. La modificación del Plan se aprobará provisionalmente en 1991, y definitivamente en marzo de 1992. Luego, el Pleno municipal presidido por el alcalde Nicolás Clavero acordará, en mayo de 1995, la cesión de los terrenos y el edificio a la Universidad de Castilla-La Mancha.

Se ha configurado así un nuevo espacio en la ciudad, que comienza a construirse a partir de la presencia de la ‘Real Casa de Caridad’ rehabilitada. En los terrenos próximos se han construido viviendas, y el nuevo edificio sirve así de elemento dinamizador de la ciudad, convirtiéndose en un espacio abierto y revitalizado con la presencia de edificios administrativos y docentes. Pero la lograda rehabilitación de la ‘Casa de Caridad’, como sede del rectorado de la Universidad de Castilla-La Mancha (creada mediante Ley 27/1982 de 30 de junio, aunque empezó su andadura en 1985), no sólo ha devuelto la nobleza de uso al edificio… También ha contribuido de manera notable a la modificación de la ciudad. Y ello, en tiempos de Luis Arroyo Zapatero como Rector, y de Francisco Gil-Ortega como Alcalde de Ciudad Real.

Pero no queremos olvidarnos de ninguno de los rectores, que han dirigido la institución desde su creación: Luis Arroyo Zapatero (elegido en 1988, y reelegido en 1991, 1995 y 1999); Ernesto Martínez Ataz (2003 hasta 2011), y Miguel Ángel Collado Yurrita desde 2012 a la actualidad…

Ni tampoco queremos omitir a ninguno de los alcaldes de la capital, desde las primeras elecciones democráticas de 1979. Diez Corporaciones Locales, con cinco alcaldes en el periodo de 1979 a 2019: Lorenzo Selas, Nicolás Clavero, Francisco Gil-Ortega, Rosa Romero y Pilar Zamora… Unos y otros, rectores y alcaldes, han contribuido a engrandecer la ciudad, y desde luego a transformar y consolidar el antiguo edificio de la ‘Casa de la Misericordia’, metamorfoseado “de casa de caridad a sede de las armas y la defensa, y finalmente a pozo de las letras y la sabiduría”.

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