La Guardia Civil de Ciudad Real ha dado un salto de calidad desde el 25 de noviembre del año pasado para proteger a las víctimas de violencia machista. Desde enero existen equipos de guardias especializados, los VioGén, en cada una de las cinco compañías territoriales que se reparten la seguridad de la provincia. El de Manzanares, la única demarcación sin comisaría de Policía Nacional, lo forman cuatro guardias voluntarios –como en el resto de grupos-, especializados y comprometidos con una tarea que describen como “muy gratificante”.
El cabo Marino -no dan apellidos por seguridad- y los guardias Carlos, Rocío y otro Carlos, son los agentes de violencia de género del equipo VioGén de Manzanares. Se ocupan de diecinueve pueblos, desde Alhambra a Ruidera, pasando por Carrizosa, además de Manzanares, o localidades tan potentes como La Solana, Bolaños, Daimiel, Villarrubia de los Ojos, Almagro e incluso Pozuelo de Calatrava. No siempre están cuando llega una denuncia, pero se entrevistan con todas las víctimas. Y si de esa denuncia se deriva una orden de protección esa mujer tendrá su guardia de referencia que será la persona y no otra (el resto apoyan) con la que comparta su problema y sus necesidades, “como si hablara con un amigo”, dicen.
“Antes cada puesto se encargaba de sus víctimas de violencia de género, desde el 10 de enero los guardias que ya nos ocupábamos de ello formamos equipos y nos dedicamos en exclusiva a estos asuntos, así hacemos un seguimiento más especializado y constante. Conocemos a todas las mujeres personalmente y ellas saben a quién dirigirse”, cuenta el guardia Carlos, en esta entrevista para Lanza por el 25N, Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Siguen a 150 víctimas, han llegado a tener 180 en la zona
Ahora se encargan del seguimiento de 150 víctimas, han llegado a tener 180 en su demarcación este año. Para ganarse la confianza de las protegidas se distribuyen los casos por localidades, cada guardia lleva sus pueblos y sus víctimas, con las que tratan casi de forma amistosa, familiar, siempre y cuando hayan dado el paso de la denuncia, el más complicado para muchas mujeres. No es que antes de los VioGén no se atendiese a las víctimas, “solo que ahora damos una atención más especializada”, enfatizan.
Los jóvenes, más concienciados para denunciar
Los cuatro agentes de este equipo ya tenían experiencia. El cabo Marino lleva catorce años en violencia de género en Daimiel, desde que se aprobó la ley integral, y ha sido testigo de la evolución, “a mejor, sin duda”, asegura, “porque hay mucha más concienciación, sobre todo de los jóvenes”. Aun así, todos han hecho cursos de especialización y se reciclan a diario compartiendo novedades con otros equipos VioGén de la Guardia Civil del resto de España.
Trabajar en pueblos “no es más difícil, es diferente”
Dicen que trabajar en pueblos pequeños “no es más difícil que en las ciudades, es diferente, un pueblo es un pueblo. Tienes que ser más discreto a veces a la hora de la protección, todo el mundo se conoce. En general con las órdenes de protección es mejor porque si se ve a un agresor que no debe estar allí te avisan, se puede hablar con los vecinos, en una ciudad todo es más anónimo”.
En cuanto a la colaboración ciudadana creen que cada vez hay más. “La gente joven es la que más colabora, personas de entre 20 y 30 años que escuchan peleas de parejas nos avisan. Las personas de mediana edad no se involucran tanto. Y lo mismo cuando hay casos de violencia de género entre chicos jóvenes, se nota que están más concienciados, es un colectivo que denuncia”.
No hay perfil: todas las edades, todos los estatus
Los cuatro componentes del grupo VioGén de Manzanares, que atienden a una población de unas 180.000-190.000 personas, confirman lo que cuentan otros especialistas en la materia: no hay perfil ni de maltratador ni de víctima. No tienen más denuncias de jóvenes que de gente de mediana edad, “tenemos de todas las edades y todos los estatus sociales, incluso casos de mujeres octogenarias que han soportado violencia de género toda su vida y al cabo de los años denuncian. En algún caso hemos intervenido por ‘protocolo cero’, porque tenemos constancia de la situación, aunque ella no quiera denunciar”.
Carlos es otro de los guardias más experimentados, lleva trabajando en violencia de género desde 2009, al poco de ingresar en la Guardia Civil. “Cuando se propuso a cuatro agentes de la compañía de Manzanares para el VioGén yo era uno de ellos. Hasta ahora siempre he trabajado en violencia de género dentro del área de Seguridad Ciudadana. Siempre me ha interesado, en estos años me he especializado más y cuando se nos pidió crear el equipo tanto el cabo como yo dijimos que sí”.
Trabajar en violencia de género para un guardia civil
¿Y cómo es trabajar en violencia de género para un guardia civil? Este agente no lo duda, “vocacional, muy bonito, te sientes bien al poder ayudar a las víctimas, cuando se abren y ves que las ayudas a superar sus miedos o temores son muy agradecidas, nosotros tenemos un trato muy bueno con todas las víctimas, te ven por la calle [se encuentran con muchas de ellas] con su familia, incluso cuando ya no tienen orden de protección y te saludan. Ese detalle que puede parecer menor es muy gratificante. Que vengan y te vean como a un amigo”.
Rocío, la mujer del VioGén de Manzanares
Rocío, la única mujer del equipo VioGén en Manzanares, cuenta lo mismo. Prácticamente desde que entró en la Guardia Civil se dedica a la violencia machista, “empecé ayudando a una compañera que necesitaba apoyo, me gustó, y aquí estoy, en el grupo”.
En su caso el trato todavía es más cercano, por aquello de que es mujer y al menos en la primera denuncia es más fácil, “en estos temas no es lo mismo tratar con personal masculino que femenino, también valoran que no vistamos uniforme [solo se han puesto los chalecos identificativos de la Guardia Civil para la entrevista], procuramos que las víctimas no noten que llegan a un puesto de las fuerzas de seguridad, y a partir de ahí si lo quieren o lo necesitan, estamos con ellas”.
Las vigilancias, de paisano
Las entrevistas y seguimientos de la Guardia Civil –dependen del nivel de riesgo del caso- siempre se hacen sin uniforme para evitar que la mujer se sienta incómoda y vulnerar su intimidad anunciando al vecindario que la visita la Guardia Civil.
“Procuramos pasar desapercibidos, podemos ser un amigo o amiga que va de visita. En ocasiones ni siquiera quieren que nos veamos en su casa o en su pueblo, cuando nos piden esto procuramos adaptarnos a sus necesidades. Igual que si solo quieren mantener contacto telefónico”.
Desde la primera entrevista a una víctima o presunta víctima de violencia machista el equipo VioGén le pregunta cómo prefiere que se haga su seguimiento, incluso si no le importa que vaya una patrulla uniformada, “dentro del trauma que supone vivir con una orden de protección intentamos que sea lo más cómodo posible”.
Oficialmente los seguimientos acaban cuando decae la medida de protección judicial, “eso pasa en un 90% de los casos, aunque hay otros que procuramos no perder el contacto de golpe”. Aparte de visitas periódicas, llamadas y contravigilancias, el equipo VioGén acompaña a las víctimas que lo pidan al juzgado y las asesoran con instrucciones por escrito para su autoprotección.
El nivel de riesgo determina la vigilancia
El sistema de seguimiento funciona según el nivel de riesgo de cada caso. Hay varios niveles y dependiendo se da una medida de protección u otra. En ocasiones el agresor está fuera, incluso en el extranjero o la cárcel y no es necesaria tanta vigilancia, pero cuando el agresor vive en la misma localidad y tiene antecedentes por violencia machista, se hace más hincapié.
La Guardia Civil también hace vigilancias de víctimas veinticuatro horas al día, cuando se da un nivel de riesgo extremo, son pocos casos, pero existen, “en eso tenemos que echar mano de las patrullas de seguridad ciudadana de los puestos”.
Pocos problemas con los agresores
Con los agresores en líneas generales no tienen problemas, “a los hombres que les ponen una orden de protección también les llamamos y les advertimos de lo que conlleva incumplir la medida”. “Los propios agresores, los hombres, se están concienciando, más que antes, al menos cuando tienen una medida de seguridad”, comenta el cabo Marino, que desde que se dedica a esto ha vivido tres casos de mujeres asesinadas,“la última víctima no tenía ninguna denuncia previa ni nadie había detectado problemas de violencia machista, de ahí que insistamos en la importancia de la denuncia”.
El 90% son mujeres y denuncian en el cuartel
De las denuncias que reciben el 90% las hacen las víctimas en el cuartel, el resto “o son de ‘protocolo cero’, es decir la mujer no quiere denunciar pero actuamos de oficio, por avisos vecinales, parte de lesiones o que el juzgado te mande la denuncia, pero la mayoría son mujeres que vienen aquí y se entrevistan con nosotros”.
El goteo de denuncias es constante, “no diario, pero sí una media de tres a la semana, alguna semana no tenemos ningún caso nuevo, y otras tres o cuatro de golpe”.
Atención especializada
Con los equipos VioGén la Guardia Civil ha conseguido en estos once meses de trabajo lo que buscaban, “dar una atención más especializada, el problema es que las denuncias pueden ser a cualquier hora y nosotros cuatro no siempre estamos, en esos casos toman la denuncia los puestos y las oficinas, después las revisamos y llamamos a la víctima, por si falta algo”. Con las policías locales no trabajan directamente, “si ellos tienen algún caso actúan y después nos remiten la información” (eso en los pueblos con policía local, en muchos de la demarcación no hay municipales).
Las víctimas que no están en el sistema
El número de mujeres asesinadas por violencia de género en España asciende a 38 en lo que llevamos de 2022 (datos hasta el 8 de noviembre) y a 1.168 desde 2003, mientras que ha habido dos menores asesinados este año (48 desde 2013). En Ciudad Real se ha cometido un asesinato machista (Tomelloso, mayo). Son las escalofriantes cifras que deja esta lacra que no cesa y se visibiliza cada año en torno al 25 de noviembre. Un asesinato machista es un fracaso para toda la sociedad, que a las personas que trabajan directamente con las víctimas y por su seguridad les toca de cerca.
“Cuando se producen este tipo de casos es rarísimo que se tenga conocimiento, normalmente la víctima es una persona que por miedo a la gente de su pueblo, al qué dirán, no dice lo que está ocurriendo, ni siquiera a sus vecinos y personas cercanas. Son casos puntuales que intentamos que no ocurran jamás, conviene insistir en que sin denuncia es difícil proteger a una víctima”, comenta la guardia Rocío.
“Intentamos que no haya revictimización”
El segundo Carlos del equipo VioGén de la Guardia Civil de Manzanares se encarga de la violencia de género desde que llegó destinado a Almagro hace unos años. Se ocupa también de las víctimas de Bolaños, Calzada de Calatrava y Pozuelo. “Lo llevamos todo todos, pero cada uno está más especializado en su zona, es lo mejor, que tengan una cara de referencia y no tengan que ir por ahí contando de nuevo su caso guardia tras guardia, evitamos la revictimización”
Como el resto del equipo asegura que trabajar dando seguridad a víctimas de violencia de género es gratificante “y más cuando se consiguen los objetivos, a veces intervenimos por protocolo cero, sin denuncia, pero poco a poco conseguimos que esa mujer se abra e interponga la denuncia que dé pie a un atestado que permita acusar por delito y señalar a un agresor. Una vez que se ha conseguido eso y se sienten protegidas se agradece, más si después de una experiencia así encauza su vida y se libera, eso es muy gratificante”.
Violencia de género, delitos complejos y distintos
Rocío reconoce que investigar y trabajar en violencia de género tiene su complejidad, quizá lo diferente respecto a investigar robos o estafas es la implicación personal. “Hay veces que te vas a casa, intentas dormir, y le das vuelta a los casos buscando la manera de poder ayudar a esa persona. Pero son casos excepcionales, no de todos los días”.
Y respecto a la responsabilidad, se diluye un poco porque “las fuerzas de seguridad no trabajamos solos en esto, lo hacemos en coordinación con los juzgados, centros de la mujer y muchos otros organismos, así es más fácil”.
Desde la primera denuncia, aunque el nivel de riesgo no sea alta, a cada víctima se le entrega un plan de seguridad personalizado que contiene las medidas de precaución que debe guardar. En él van números de teléfono de contacto y orientación sobre la manera de proceder en caso de peligro.
Detectar un caso grave
Detectar el riesgo de un caso no es sencillo. Se parte de la denuncia y en base a eso, las lesiones, los antecedentes del agresor, si es multirreincidente, y la experiencia profesional, se determina el nivel de gravedad del caso. “Es difícil, pero contar con el testimonio de la víctima nos ayuda bastante”.
Como el cabo Marino, los otros tres guardias de este equipo VioGén, coinciden en una cosa: “No hay más casos de violencia de género de jóvenes de otras edades, no se callan tanto, creemos que el plan director, nuestras charlas en institutos y colegios, y que se hable tanto de la violencia de género ayuda”.
Los menores y la violencia de género, un problema
Lo que sí comprueban a diario es cómo la violencia de género afecta a los menores, “todos los niños que viven en hogares en los que se ejerce la violencia sobre la mujer la sufren. Ellos lo usan como arma y pueden reproducir las conductas que ven”, opina uno de los guardias. “Ya es en sí un sufrimiento para ellos cuando hoy órdenes de alejamiento tener que desplazarse dos horas en coche, una para ir y otra para volver, para acudir al punto de encuentro familiar y estar con el padre, si es de una localidad lejana a la capital en la que están este tipo de lugares. Hay que dejarlo ahí, volver, recogerlo tras el horario que fije la medida, a ese menor lo estás exponiendo cuando menos a una situación muy incómoda. La violencia de género al final son los hijos los que más la sufren y eso es difícil de corregir, aunque haya psicólogos de apoyo, etc”.
“Nosotros podemos orientar, pero los menores con padres agresores no ven con esa perspectiva lo que está sucediendo, el problema es que los niños normalicen esa actitud, de ahí la importancia del apoyo de los centros de la mujer”, interviene la guardia Rocío.
Preguntados por qué echan en falta en su trabajo diario los miembros de este equipo VioGén aseguran que en estos pocos meses de rodaje ya han conseguido pequeñas mejoras, “lo que siempre viene bien es más personal para tener una atención personalizada y dar mayor cobertura”.
