María José Moreno Sánchez (Socuéllamos, 1969) todavía no ha cumplido su primer año como presidenta de la cooperativa Cristo de la Vega (Bodegas Crisve), una de las entidades vinícolas más grandes de Europa.
Es la primera vez en la historia de esta sociedad cooperativa socuellamina con 67 años de trayectoria que una mujer está al frente de la cúpula directiva, un paso que no ha resultado nada anómalo, según dice, tanto por la buena acogida que ha recibido de los 740 miembros del cuerpo social y el casi medio centenar de trabajadores, como por la gestión que encabeza para mejorar las instalaciones, aumentar el embotellado y atraer nuevos mercados internacionales
Es un hito que Moreno interpreta en clave de trabajo colectivo, y que ha supuesto disipar una situación interna en el gobierno de la cooperativa para cerrar la crisis que había en el consejo rector.
La conclusión de las luchas internas ante la llegada “de una persona ajena” fue una de las finalidades que vislumbró cuando decidió presentarse, y una de las razones que le hacen hablar de un balance positivo, a dos meses de concluir su primer año al frente de CRISVE.
Moreno trabajó como administrativa durante 20 años en una asesoría y, a punto de cerrar su primera vendimia, se muestra cada día más familiarizada con la nueva gestión que desempeña. Todo, con la ayuda de los profesionales de los equipos de la cooperativa “que me están enseñando mucho”.
“No quiero pensar dónde estoy, vivo el día a día”, sostiene quien tiene tres hijos, de 26, 19 y 17 años. “Es un trabajo necesario en una cooperativa, que puede desempeñar tanto hombres como mujeres”.
Moreno ha vivido siempre cercana a las labores agrícolas de una de las zonas de más tradición vinícola de España, aunque no directamente desde pequeña porque sus padres “eran ebanistas, aunque tenían alguna finca”. Fue al casarse con su marido, agricultor de generaciones, y después al convertirse en titular de algunas tierras de su familia, cuando se acercó de llenó a las explotaciones agrarias.
Hasta que en 2021, como socia de CRISVE se planteó la posibilidad de presentarse a la presidencia. Primero en julio, cuando fue elegido otro presidente, y por las “tiranteces” que siguieron dimitió tres meses después. En diciembre se repitieron los comicios con tres candidatos, entre ellos Moreno, y salió elegida con más de un centenar de apoyos.
“No tiene nada que ver con lo que hacía”, recuerda, y fue tan distinto que “a las dos semanas me quería ir”, aunque no quiso defraudar “a los que me habían dado la confianza”. Por ello, agradece el trato y “la paciencia” a los trabajadores y a los miembros del Consejo Rector.
Moreno no se siente extraña en la cúpula de la cooperativa, ni tampoco en el resto en órganos donde está representada como máxima dirigente de CRISVE, como en la DO La Mancha o en la sectorial vinícola de Cooperativas Agroalimentarias Castilla-La Mancha. “No me puedo quejar, al contrario”, indica, a pesar de estar en un ámbito masculinizado.
Con todo, destaca la presencia cada vez más masiva de mujeres enólogas, técnicas o directivas porque “somos igual de válidas”, remacha, aunque, sobre todo en el medio rural, “nos cueste mucho tomar la decisión”, a veces “por el qué dirán”.
Es una de las tres presidentas de cooperativas vinícolas de la provincia, junto a las de Vinícola del Carmen y Símbolo, ambas de Criptana, a las que se suma la de Cooperativa Almazara Santísimo Cristo del Valle de San Carlos del Valle.
Campaña
Con la campaña prácticamente terminada, Cristo de la Vega recogerá cerca de los 80 millones de kilos que alcanzó en la pasada temporada, ya que no se ha cumplido la caída prevista por los efectos del calor.
“Ha habido un mayor descenso en los tintos, de un 20%, pero la disminución en blancos ha sido poca, en torno a un 10% respecto al año pasado, que ya fue corta por la Filomena y el pedrisco”, explica la presidenta de la entidad.
La media de producción en “un año normal” es de 80 millones de kilos de uva, que se transforman en unos 60 millones de vino y mosto. El 70% es blanco, procedente mayoritariamente de la variedad airén, y un 30% de tinto.
Del total, embotellan el 5% de la producción bajo su emblemática marca ‘Yugo’, además de ‘Marqués de Castilla’, ‘Siglo XX’, ‘Camina’, ‘Vegasan’, ‘Sotanillo’, además del bag in box ‘La espera’.
Igualmente, de la producción global, elaboran el 30% en ecológico y el otro 70% con el proceso convencional.