José P.G., acusado de hasta siete delitos relacionados con violencia de género contra su expareja en Miguelturra, ha reconocido que profirió insultos racistas en decenas de ‘whatsapp’ amenazantes y vejatorios a su ex, cuando lo echó de casa. Y también que colgó fotos íntimas de ella en sus redes sociales, usurpando su identidad, en las que publicitó su número de teléfono y su dirección, y la anunció como “puta que folla gratis”, pero niega haberle pegado o violado en seis años que duró la relación.
“No soy ni un maltratador ni un violador, nunca le he puesto la mano encima ni a ella ni a nadie”, ha declarado en el juicio en el que se enfrenta a más de treinta años de cárcel por la suma de delitos, de los que dejó constancia en el teléfono móvil de la denunciante, a la que llamó 71 veces de manera insistente de madrugada.
“Puta negra de mierda”, “te tengo que quemar viva”
La noche del 28 al 29 julio de 2022, de madrugada, le escribió mensajes del tipo: “puta negra de mierda”; “las putas negras solo valéis para chupar pollas” o “mejor que os hubieran traído de esclavas para follaros que solo valéis para eso”. Y otros con amenazas claras, “un día de estos te van a dar un golpe en la cabeza y te van a desnucar”, “te tengo que quemar viva”, por citar solo unos cuantos de las decenas de ‘whatsapp’ similares que constan en el sumario.
“No era yo, no soy racista”
“No era yo, ella me conoce y sabe que no soy racista ni la he insultado con eso, de hecho tengo una hija con ella y yo quería seguir la relación”, ha reconocido durante el interrogatorio, ante la sección segunda de la Audiencia Provincial de Ciudad Real.
De la madrugada en la que la insultó, se metió en sus redes, la llamó, y la amenazó, asegura que “se le cruzó el cable”, se pasó con el alcohol y la cocaína -la propia víctima reconoce que tenía un problema de adicciones-, y no fue consciente de lo que hizo hasta el día siguiente, cuando su madre le dijo que lo habían denunciado y tenían que ir a la policía.
Su cabreo viene de la creencia de que ella le dejaba por otro, y él solo pretendía volver con ella “y con los niños” (una hija propia y otro niño de una relación anterior de ella), ha insistido.
Los mensajes fueron “la gota que rebosó el vaso”
La presunta víctima, C.P.G.V., dice que todos esos insultos, mensajes y llamadas fueron “la gota que rebosó el vaso” de una relación de seis años que deterioró por las adicciones al alcohol y las drogas del acusado, y el nacimiento de su hija, a finales de 2019, una niña con graves problemas de salud, lo que provocaba entre ellos peleas con insultos.
Dos agresiones sexuales antes de la denuncia del 29 de julio
Lo peor de la relación ocurrió en esos seis meses finales y previos a la denuncia del 29 de julio de 2022. La víctima relata que el acusado la violó dos veces, en fechas que no sabe precisar, de forma brutal y vejatoria, en una de ellas en un coche aparcado en un camino en Almagro y amenazándola con un hacha (la recogió de un curso en Bolaños); y en otra cuando ya no convivían, según la denunciante, pero se coló con una copia de las llaves en la casa, la encerró en un baño.
La denunciante, víctima de violencia de género con dos parejas anteriores, aseguró que no denunció ni la agresión con las amenazas del hacha ni la siguiente porque estaba pendiente de los cuidados de sus hija, que nació con un soplo en el corazón, sin un riñón y sin ano, padece una enfermedad rara, y la han tenido que operar y tratar varias veces. Solo lo hizo cuando yo no podía aguantar más, ha explicado.
Inconsistencia y contradicciones
El equipo psicosocial del Instituto de Medicina Legal de Ciudad Real, que han intervenido como peritos del testimonio de la víctima en lo que se refiere a las agresiones sexuales y la violencia de género, concluyen que en su declaración hay “inconsistencia y contradicciones”. Es la segunda vez que el mismo equipo explora a esta víctima. En 2017, por otro caso similar, sí le dieron la máxima credibilidad.
Penas superiores a 30 y 40 años en el caso de la acusación
El fiscal de Violencia sobre la Mujer, Jesús Gil, opina que puede ser el mecanismo de defensa de una mujer maltratada en reiteradas ocasiones, de ahí que haya mantenido íntegra la grave acusación para José P.G., en prisión preventiva por esto desde el verano de 2022.
A la mujer la representa la abogada Cristina García Castell que pide una pena más abultada que la del fiscal. Solo por las dos agresiones sexuales solicita 44 años de prisión (22 por cada una, en aplicación de la agravante de parentesco y con la nueva reforma del Código Penal).
Tanto fiscalía como defensa solicitan 65.000 euros de indemnización mientras que la defensa del acusado, al que representa Enrique García Herrera, pide una pena mínima por los mensajes y la revelación de secretos, del resto asegura que no hay pruebas, que la mujer no dice la verdad.