Villahermosa, el único municipio fallero en Ciudad Real y Castilla-La Mancha, vibró anoche con su particular ‘Nit del Foc’ o Noche del Fuego, la fiesta central con la que cada 19 de marzo este pueblecito del Campo de Montiel (1.800 habitantes) celebra San José Artesano quemando una falla manchega que previamente ha estado plantada en el centro de la localidad.
Del diseño del monumento fallero se encarga desde 1974,la Hermandad de San José Artesano que poco a poco ha ido mejorando la falla al más puro estilo de los maestros artesanos falleros de la Comunidad Valenciana.
Menina, abstracción y homenaje
La propuesta fallera de este año, ya consumida por las llamas, representaba una gran menina moderna, un homenaje al arte abstracto y pop de la segunda mitad del siglo XX, aderezada con toques locales, como la construcción de un centro cívico para los jubilados y un pentagrama en recuerdo de dos personas de la banda municipal de música que han fallecido, el ‘maestro’ José Francisco Castell, uno de los padres de la falla manchega, y la joven música María Isabel Rodríguez.
Pasacalles y falleras con traje de gala manchego
La ‘Nit del Foc’ tiene los mismos elementos que en Valencia, solo que a trescientos kilómetros de allí y en formato reducido. La quema de la falla, a las nueve de la noche, está precedida de elementos festivos valencianos, pero adaptados al folclore manchego: pasacalles con las Falleras Mayores (manchegas), cambio de bandas de las falleras, procesión de San José Artesano y fiesta manchega en el Salón de los Romanos, una mezcla cultural que cada año atrae a muchos visitantes, en este especialmente retornados al pueblo desde Madrid.
“Este año como el lunes es festivo en Madrid ha venido mucha gente, nuestra falla siempre atrae mucho público”, cuenta el alcalde Ángel Cano.
La historia de la falla de Villahermosa
La Hermandad de San José Artesano, promotora de la falla manchega, diseñó la primera falla en el año 1974, “representaba un avión en vuelo con un secuestrador que apuntaba al piloto con una carabina. En el ala izquierda había un anciano que parecía arrojarse al vacío sin paracaídas”, cuenta desde el Ayuntamiento. Todo muy dramático, “posiblemente una idea fruto de la oleada de secuestros que se habían producido en España en esa época, “la gente interpretó la falla de mil maneras y eso fue lo bonito”, cuenta el responsable de la hermandad José Fernández.
Ya en ese año fue una acontecimiento muy seguido que recogió el periódico Lanza (hoy Lanzadigital.com) en el que se contaba la novedad de la fiesta. Desde esa primera vez y contando la de este año se han elaborado cuarenta y tres fallas por San José Artesano, con temáticas diferentes, tanto de crítica como de homenaje.
La elaboración del monumento fallero empieza con el año. Las primeras fallas se hacían en el taller del carpintero y ahora en el almacén del Ayuntamiento. Allí se toman las medidas y se hacen los cálculos para dar forma a la falla, partiendo de un boceto elaborado con anterioridad, para pasar después al montaje de las piezas grandes. En el inicio de marzo se rematan los pequeños detalles, “lo fino”, aquellas cosas que dan sentido y color, y también la crítica o el homenaje. La fala se planta entonces en la plaza para que el pueblo pueda ver el resultado final. La ‘plantá’ se hace en la semana de las fiestas de San José y la ‘cremá’ la víspera, como en Valencia.