J. Y. / Ciudad Real
José Miguel M., un vecino de Almadén de 35 años acusado de abusar sexualmente hace un año de una niña de solo cinco años, hija de su compañera sentimental, negó este jueves el delito por el que la Fiscalía solicita 14 años de prisión y una indemnización de 6.000 euros. En la vista celebrada en la Sección Primera de la la Audiencia Provincial, que había sido suspendida hace dos meses por el cambio de abogado del procesado, el encausado aseguró que el presunto abuso que vio un vecino, en el que habría obligado a la pequeña a hacerle una felación, “no es cierto” porque “es como mi hija”. El juicio quedó visto para sentencia y la fiscal mantuvo la petición de pena de cárcel, al considerar acreditados los hechos ocurridos en la finca que el imputado tiene arrendada en el paraje Juan Gil, mientras que su defensor pidió la absolución porque vio contradicciones en el principal testigo, no tanto en su relato, como en la concreción de los tiempos.
El procesado, con condenas previas por delitos de lesiones, violencia doméstica, quebrantamiento de condena y atentado, cometidos entre 2005 y 2013, se enfrentó este jueves a otra grave causa, por un delito de agresiones sexuales a menores.
Durante el interrogatorio fue parco en palabras pero negó los hechos, al igual que al final de la sesión aseguró en su turno de palabra que “soy inocente, quiero se feliz, trabajando como estoy haciendo ahora”.
Relató que el trato con la víctima y con sus otros hermanos (una niña de
8 años y otros dos niños) era familiar y cercano. De hecho, numerosos fines de semana acudía con su pareja y los hijos de ésta a la finca donde teóricamente se produjo el abuso, y con amigos que, según dijeron en sus testimonios en el juicio, no notaron nada raro.
Sin embargo, el abuso no se habría producido en la casa situada en lo alto de la parcela, donde el acusado solía cocinar para todos, sino en una caseta tipo chambado ubicada más abajo donde guardan a los perros, hecha con tablones y alambres. Allí, sobre las 15,30 horas de un fin de semana entre marzo y mayo de 2016, el vecino de finca, Juan Ángel Z., se acercó a preguntar acerca de un mastín que había matado a una de sus gallinas y se topó con una escena que, según dijo, le produjo un gran
impacto: el acusado tenía bajada la cremallera del pantalón y la niña, a la que sujetaba la cabeza, estaba a la altura de sus genitales.
El testimonio de este hombre ha sido la clave en el procedimiento judicial, y según el acusado habían mantenido desavenencias hacía unos cuatro años por una riña con un sobrino del denunciante, y por un burro que se escapó de la finca del procesado.
Con todo, José Miguel M. dijo que “nunca lo había visto” y que estaba interesado en la adquisición de la parcela que tiene alquilada.
El testigo revivió en el plenario la escena, tal y como la trasladó primero a un primo policía municipal y más tarde en dependencias policiales y judiciales, y dijo que la niña “con los labios baboseados”
le había saludado al salir de la caseta, así como recordó su pudor a la hora de verbalizar los hechos a su mujer porque “fue muy desagradable” y “me daba verguenza”.
Reconoció, igualmente, los desacuerdos con el acusado, si bien sostuvo que no actuó con “ánimo de venganza”, a la vez que explicó que tardó una semana en denunciar (fue el mismo día al cuartel de la Guardia Civil pero estaba cerrado) porque tenía miedo de que el acusado “se metiera con mis hijos”. Por ello, tras unos momentos de “ansiedad” se lo contó a su mujer, quien se preocupó al ver que su marido de manera inopinada volvió a casa mucho más temprano de la costumbre, y se duchó mientras lloraba. La mujer le aconsejó denunciar porque “tenemos hijos y no sabemos si era la primera vez”, al igual que un primo del querellante, que es policía local, lo tranquilizó días después y trasladó la denuncia a la Guardia Civil, según relató él mismo en el juicio.
Por su parte, la pequeña testificó por videoconferencia, y apenas habló, sólo respondió que ‘no’ a las preguntas de si jugaba con su padrastro o había visto al vecino.
De la misma manera, tres guardias civiles recordaron detalles de la investigación y señalaron que al principio pensaron que la víctima era la hermana de 8 años, así como otros tres amigos del procesado, llamados por la defensa, confirmaron una cercana relación con él y coincidieron en decir que no habían notado ni rechazos ni otras acciones sospechosas con sus hijastras.
Contradicciones
En el caso de las dos peritos del equipo psicosocial que examinaron a la menor y a su entorno familiar, la declaración fue más informativa, ya que pusieron de manifiesto las contradicciones “en el comportamiento y discurso” de la madre de la niña. Al parecer, en la entrevista realizada en el juzgado de Almadén, donde ésta acudió acompañada de sus hijos y de la familia política, tuvo una conducta “tranquila y sonriente” ante “unos hechos tan graves”.
Según dijeron dio una imagen positiva de su pareja e influenció la versión de la pequeña, por tener una edad “muy sugestionable”, mientras que la mayor, “mas consciente”, pasó de la relajación a la tensión cuando le preguntaron por la relación con el acusado, aunque ninguna mostró rechazo hacia él. o El juicio quedó visto para sentencia y la fiscal mantuvo la petición de
14 años de prisión porque consideró acreditados los hechos ocurridos en la finca del paraje Juan Gil en Almadén, tanto por la versión directa del principal testigo, como por las declaraciones periféricas que corroboran la carga de la prueba.
Consideró el relato del vecino “claro, espontáneo, detallado, convincente y sin contradicciones”, así como valoró que hubiera reconocido los desencuentros con el acusado y que no tuviera “ánimo de venganza, animadversión u otros motivos espúreos” para actuar contra él.
Lo hizo, según dijo, para proteger a la menor, estuvo muy afectado y tuvo “reticencias y miedo” por posibles represalias.
Por contra, según la fiscal, la niña respondió unas palabras “miméticas a las de la madre” y estuvo sometida a la “superioridad” de un adulto de su entorno “que impuso su voluntad y le dio normalidad”.
De su lado, el abogado defensor pidió la absolución y denunció en su informe contradicciones en la versión del principal testigo, dado que tardó unos días en presentar la denuncia, y además no supo concretar el periodo de tiempo que había pasado desde que presenció los abusos. Sobre la ropa que llevaba el procesado, e letrado señaló que el vecino “en su primera declaración detalló el color y todo, y aquí dice que no se acordaba”.
También reparó en la “mala” relación con su patrocinado por enfrentamientos pasados, así como subrayó que las niñas no rechazaran la figura de su padrastro en las pruebas psicológicas porque “no ha existido nada en materia sexual”.
Reiteró que según las expertas, la más pequeña “estaba alegre y cómoda”, según el informe, carácter “incompatible con una agresión sexual”
El acusado pasó unos meses en la cárcel por estos hechos.