Pasión y vida. Otra antología más de Joaquín Brotóns. Parece que las antologías de JB llevan camino de convertirse en género literario. Esta se abre con uno de sus primeros poemas. Dialoga con su madre y le pide que no sufra por los dos hechos diferenciales que él intuye que marcarán su vida: la poesía y su homosexualidad.
“Madre, no quiero que tú te pongas triste por mí,
tú no tienes culpa de que se me encone cada día el cáncer de la poesía.
Yo no puedo ser el mismo,……………
Hablar de la obra de JB es hablar de su vida. Una y otra no pueden disociarse. Incluso cuando no habla de directamente de sí mismo, trata de cuestiones que atañen a Valdepeñas y a su familia: “El vino de Valdepeñas en las tabernas de Madrid” y “Espejo de sombras”, cosas que no dejan de ser parte de sí mismo.
Joaquín Brotóns es el creador de una obra de breve, sencilla, coherente. Su primera poesía, quizá como reacción al ambiente al que se enfrentaba, fue vehemente, rabiosa, impetuosa e incluso irracional. Otros se habían acercado a la poesía homoerótica y la bohemia, pero nunca con esta actitud desafiante. En ella denuncia la hipocresía que le daña y por el contrario nos dice: “Amo todo aquello que se resista a ser superficial y falso”. Habla de una realidad llena de alimañas, vigilante, opresora, hipócrita, que le tiene atrapado y que le hace sufrir.
Su alma sensible necesitaba vivir, gozar, soñar…. y para ello buscó en su juventud otros ambientes, otros amigos, más “le faltó valor para dar el paso, el salto a la otra vida de ciudad”. En el poema “Indecisión” fechado en 1982 nos confiesa: “Y me quedé a vivir un exilio en soledad, el destierro interior de la amada tierra que me vio nacer; me vi atrapado por la compleja y extraña red de las raíces”. En consecuencia escribe: “Acepté con dignidad y entereza, una vida anodina, insulsa, árida…”
Su lenguaje es muy comprensible. No esconde lo que quiere decir. Siempre que puede sustituye las palabras grandilocuentes por las expresivas. Sus versos salen cada uno por su lado, como sarmientos de una misma cepa. En ellos estalla su verdad mediante una lírica de encendida pasión pero de elaborada sencillez. Una lírica desnuda de máscaras y de ropajes retóricos, con pocas metáforas y un sencillo simbolismo.
Necesita la poesía pero no vive para ella. La obra es consecuencia de su vida, no al revés. Solo escribe a partir de las vivencias, experiencias y sentimientos que le dejan huella. Cuando esto ocurre, las palabras y los versos le brotan a borbotones como sangre de un cuerpo acuchillado. Se desborda en los versos, se libera en los versos, mediante los versos comparte sus gozos y penas….necesita sentirse escuchado, entendido, querido, estimado….
Autenticidad y valentía son dos características esenciales de su obra. JB es un poeta coherente y comprometido. Su poesía nos muestra un impúdico testimonio de su vida. De JB también podemos decir que es poeta romántico en cuanto a que escribe enfrentándose con una sensibilidad extrema a fuerzas o situaciones que lo sobrecogen y le sobrepasan.
Desde que Joaquín apenas vive, apenas escribe. Cuando ocurren hechos como los que recrea en “Joven ilicitano”, la poesía le nace con un preciosismo proporcional a su experiencia, incluso con mayor calidad e intensidad que antes. Quizá sea esta su obra más metafórica, cuestión en la que antes no había destacado.
Los temas característicos de su obra son muy limitados y se reducen a la sublimación de sus experiencias físicas y emocionales. De hecho en el título de su tercer libro “Amor, deseo y desencanto” prácticamente ha acotado los motivos de su poesía.
El amor es siempre un amor en los márgenes y en la marginalidad. El amor es ambiguo hasta que empieza a ser distinto, y por fin, amor sin adjetivos de género; solo amor al que trata de llegar a través del deseo brindado por la intensidad de la vida, por su plenitud. Este es el rasgo que tiene de epicureísmo. Sus deseos, como él escribe, son potros desbocados, salvajes, viriles; el deseo es un ciclón y se deja arrastrar por él.
Otra de sus características es que lo mismo que Don Quijote veía gigantes en los molinos y ejércitos en los rebaños, él proyecta sobre nuestro sufrido paisaje el concepto ideal de la belleza helénica. Ve en su Atenas de la Mancha una arquitectura de templos, academias y ágoras, donde hay bodegas y museos. Los mozos son efebos, los tractoristas, viriles y hercúleos. Ve en los albañiles de torsos desnudos, torsos de alabastro desenterrado, torsos alados esculpidos en mármol, moldeados en bronce, oro y plata. Ve a su amada ciudad-isla, rodeada por un mediterráneo de viñas, un mar embriagador y verde refrescando estos parajes. De su amor por el mundo clásico surgió un viaje a Grecia. En uno de sus museos se fotografió con el torso de Antínoo y compró la postal que ha servido de portada al libro.
Vivió los años de vino y rosas como pocos lo han hecho. Años de vehementes locuras juveniles con la embriaguez del genio creador. En 1987 gran parte de sus ilusiones se han perdido. Sus poemas tienen un tono más pausado y confesional: “… me emociono al recordar aquella época de juventud, oscura y represora, de rosario y sacristía, que apestaba a franquismo inquisitorial,….., pero que nosotros, jóvenes atrevidos, llenábamos de luz y sexualidad”…“un mundo oscuro y tenebroso, que me marcó para el resto de mi vida”.
Desear, tal vez poseer, e inevitablemente romper o perder. Ya lo había escrito antes: “No quieras amar lo imposible, lo que no ha nacido para que tú lo acaricies”. El amor; ….. qué queda del amor: “….las cenizas de las relaciones reales o absurdas, que alimentan las insatisfechas bocas del amor”.
En 1998, en el poema que se dedica a sí mismo como mirándose en un espejo, escribe: “Acepta el fracaso de tu vida; la soledad a la que estás condenado”.
Del amor le queda el dolor, del placer, el desencanto, y el vino ahora le hace mal cuerpo. De todo lo que más quiso, solo le queda la imposibilidad de seguir disfrutándolo.
Desde 2005 hasta hoy ha tenido pocas vivencias, pero en cuanto a vivido, ha sabido expresarse en una torrencial prosa poética, que corre ladera abajo, ardiente como lava de un volcán largamente inactivo.
Frente al desprecio ya no opone rebeldía sino apartamiento. Podemos decir que ahora se muerde la lengua mucho más que antes, aunque que cuando deja de hacerlo, estalla en poemas como “Ajuste de cuentas” que puede ser considerado su autobiografía:
“Se acabó ya la fiesta
y la resaca muestra su careta de cadáver maquillado.
Cumplidos cincuenta y dos años,
cuando los muchos excesos pasan factura
y mi vida es un edificio declarado en ruina: pobre, triste, solo, sin amigo,
crucificado por mi homosexualidad,
malfamado, desprestigiado por mezquinos detractores
que han convertido mi vida-obra en una leyenda negra,
estigmatizado, ninguneado, ….
ya nada tiene sentido,
salvo intentar sobrevivir a la mediocridad y vulgaridad….”
Solitario y escéptico, pero no derrotado ni solo. Ya tiene el corpus de su obra prácticamente hecha y es un logro creativo innegable. Su poesía no desentona para nada con gran parte de la poesía que se vende hoy en día, e incluso tiene un nivel que está por encima de la media. La buena acogida del público a sus libros es para sentirse orgulloso. Leído el libro ya nadie puede decir: otra antología más de JB. Entre otras cosas porque, además de refrescar su obra, incluye sus últimos poemas, agotados e inencontables, así como un precioso estudio introductorio de Pedro Antonio González Moreno.
