La arquitectura religiosa en la segunda mitad del siglo XX en España está íntimamente influenciada por la realidad política, social y económica que vive el país. Un teólogo español, Olegario González de Cardedal describía este momento: “Los años subsiguientes a la victoria fueron años de afirmación masiva e indiferenciada de los ideales de la España llamada eterna, en la que la ciudadanía hispánica y confesión católica eran indisociables. La jerarquía católica ofreció su apoyo al poder político y el estado nacido de la guerra encontraba en ella una legitimación moral de la que, ante el aislamiento mundial, estaba tan necesitado. La fe volvía a estar de nuevo del lado de una facción política; ofrecía algunos de los soportes necesarios a una forma de gobierno, y a su vez recibía de ella la consolidación de unos privilegios constitucionales, en los cuales iba incluida la exclusión de la libertad religiosa y de la tolerancia a otras confesiones”.
Y como consecuencia de ello, la arquitectura se acercaba a planteamientos conservadores, utilizando los estilos y formas tradicionales como referencias de este pensamiento tradicional. Sin embargo, desde diferentes frentes se plantea una renovación y una apertura de pensamiento en el proyecto y realización de edificios religiosos.
La ruptura de las órdenes religiosas
Probablemente un importante camino de ruptura es el emprendido por diferentes órdenes religiosas que se alejan de la proximidad que la iglesia tiene con el régimen de la dictadura. Dominicos, franciscanos, jesuitas, agustinos y otras congregaciones religiosas promueven actuaciones que renuevan la idea de la construcción de iglesias y espacios religiosos. Los franciscanos promueven la construcción del santuario de Aránzazu con proyecto de Sáenz de Oiza y Laorga. En la fachada de la iglesia, la Piedad de Jorge Oteiza se levanta con la pregunta del sufrimiento. En la parte inferior, los catorce apóstoles, imagen de todos los hombres y mujeres. Para entrar en la iglesia hay que bajar y atravesar las puertas de hierro, obra de Eduardo Chillida. En el interior, envuelto por los acabados de madera, en su frente, están los 600 metros cuadrados del paisaje en madera policromada del retablo de Lucio Muñoz. Y en el centro, la pequeña imagen de la virgen María del siglo XIII. La luz la tamizan las vidrieras realizadas por Xabier Álvarez de Eulate. Las pinturas del lugar en el que está la imagen son de Xabier Egaña y nos muestran la historia de la salvación en el misterio de la mujer. En la cripta del Santuario de Aránzazu están las pinturas de, Néstor Basterretxea que presentan la evolución de la historia del ser humano y Cristo Resucitado. Un proyecto con grandes trabas de la jerarquía del momento que tardaría años en poderse completar.
Los dominicos encargan a Miguel Fisac su centro en Valladolid, Arcas Reales en 1952, cuya iglesia recibirá la medalla de oro en la Exposición de Arte Sacro de Viena. Un proyecto en el que ensaya la planta convergente y se consolida su colaboración con artistas que realizan elementos de la escultura o las vidrieras del conjunto. Y, poco después, su Teologado de Alcobendas, un gran complejo docente y de formación teológica con su iglesia de planta de hipérbole abierta a la población que está empezando a formarse en su entorno. En España se están produciendo cambios importante. El mismo año de 1953, en que el Gobierno español firmaba con el Vaticano el acuerdo del concordato, hacía lo propio con Estados Unidos. El 26 de septiembre, esto es, apenas un mes después, se rubricaba el primer acuerdo diplomático entre los dos estados. Considerando lo que España tenía que ofrecer, no sorprende que este se centrase en ayuda militar mutua… El Vaticano y Estados Unidos serían los dos principales pilares en la política exterior española durante el largo mandato del general Franco.
El Instituto Nacional de Colonización
Curiosamente otra de las líneas importantes de renovación de la arquitectura religiosa llega del interior del propio gobierno. Las propuestas de construcciones del Instituto Nacional de Colonización para la realización de nuevas poblaciones con sus equipamientos van a promover la realización de iglesias de gran austeridad, pero realizadas con un nivel alto nivel de calidad. Las propuestas de Fernández del Amo son un excelente ejemplo de estas realizaciones. Y cuando la revista Art D’eglise publica un número extraordinario sobre la arquitectura religiosa en España en 1963 su portada era un imagen del interior de la parroquia de la Coronación de Vitoria proyectada por Fisac. El padre Aguilar hace un recorrido por la renovación de la arquitectura religiosa en España que empieza con la obra del Instituto Nacional de Colonización y las actuaciones de José Luis Fernández del Amo del que dice: “Arraigado sentido litúrgico, sencillez y autenticidad en el empleo de los materiales y una gran adaptación al medio social popular ha presidido siempre sus numerosas construcciones de poblados e Iglesias para el I.N.C”. La revista que recoge en su presentación la capilla del Colegio hispano-americano, presenta también imágenes de la iglesia de Villalba de Calatrava, y de la casa retiro de las Esclavas del Sagrado Corazón. Fernández del Amo construyó un importante número de templos mediada la década de los cuarenta en actuaciones de la Dirección General de Regiones Devastadas dirigida por Francisco Prieto Moreno.
En otro ámbito arquitectos vinculados a la Junta de reconstrucción de templos como Cubillo renueva las iglesias de las nuevas barriadas de Madrid o construye iglesias austeras y cualificadas en núcleos rurales como las de Luciana o Belvis en la provincia de Ciudad Real.
La llegada del Vaticano II 1965
En diciembre de 1965 terminaba el Concilio Vaticano II, tras cuatro años de trabajos. El Concilio había aprobado cuatro Constituciones, una de ellas sobre la Sagrada Liturgia, 9 Decretos y 3 Declaraciones. El documento “Motu proprio” Sacram liturgiam, Normas ejecutivas de la constitución sobre la liturgia fechado en enero de 1964 y firmado por Pablo VI urgía a la puesta en práctica de algunas de las normas derivadas de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. Se ponía en marcha un proceso que cada diócesis debía concretar pero que llegaba a todas las parroquias y lugares con la voluntad de cambio en una nueva dirección de la celebración litúrgica y sacramental. En numerosas diócesis se inicia un proceso de renovación y cambio.
Fisac realiza los proyectos de la iglesia de santa Ana en Moratalaz en 1965, el colegio de la Asunción de Cuestas Blancas de ese mismo año que es también un buen referente de la renovación de la arquitectura escolar o la parroquia de Santa María Magdalena, en 1966 en el polígono de Santamarca en Madrid. Al año siguiente realiza el proyecto de la parroquia de Oleiros en Coruña. Un camino de renovación que llega desde parroquias comprometidas con la realidad social de su entorno como había hecho el padre Llanos en Madrid con el proyecto de Saenz de Oiza para la parroquia del Poblado de Entrevías de 1958.
Miguel Fisac ha sido una de las figuras esenciales en este proceso de renovación de la arquitectura religiosa española. Su obra es un recorrido por la historia del pensamiento y la sociedad española de esta segunda mitad del siglo XX. Una visión del cambio de la mentalidad religiosa de la iglesia institucional y de las órdenes religiosas y también un excelente recorrido por las técnicas constructivas con sus importantes aportaciones estructurales y de imagen exterior de los edificios. La publicación del libro Miguel Fisac: El espacio religioso 1942-1991, hace un recorrido por su obra en el ámbito religioso con sus reflexiones sobre el mismo, croquis y dibujos previos que explican el proceso seguido en su creación y una excelente documentación de planos y fotografías históricas existentes en el Archivo de la Fundación Miguel Fisac.