Durante siglos las ciudades han ido creciendo de acuerdo con propuestas parciales, conocimientos puntuales de su necesario desarrollo y actuaciones diferentes de acuerdo con los poderes políticos o los económicos y sociales dominantes en ellas.
Cuando llegó la revolución industrial y las ciudades crecieron a un ritmo vertiginoso se dirigió la mirada hacia la ciudad antigua como modelo a tener en cuenta. Hasta el siglo XIX los estudios de las ciudades se refieren sobre todo a los edificios singulares de las mismas y especialmente a sus referentes monumentales. La conversión de la ciudad en objeto de saber histórico se produce por la trasformación del espacio urbano que llega con la revolución industrial. Un proceso que supone un cambio esencial del medio tradicional y una modificación de escalas de viarios y parcelas. La ciudad antigua se trasforma entonces en objeto de investigación por diferenciación con la ciudad que está surgiendo. La nueva realidad construida y la revisión del concepto urbano llevan a valorar lo existente como objeto histórico, como elemento de análisis y estudio.
Urbanismo como ciencia política
Será en el siglo XIX cuando surja el urbanismo como ciencia política que se enfrenta al desarrollo generado por el proceso de industrialización. El urbanismo cuyo origen, en sentido científico (o si se prefiere moderno), se ha localizado en el siglo XIX como tentativa ética, antes aún que técnica, de corregir los males de la ciudad industrial ha sufrido en el transcurso de nuestro siglo un progresivo deslizamiento desde la esfera de lo visible a la de lo invisible. Y por invisible ha de entenderse aquí la voluntad consciente de fundar las bases de la nueva disciplina a lo largo de la línea sutil de límite y de interrelación entre el ciclo edilicio y el campo de la economía, de la legislación, del cálculo estadístico de previsión y de otras disciplinas afines, presuntamente científicas, decía Cravagnuolo en su estudio sobre el urbanismo en Europa.
En España la primera legislación que quería regular el desarrollo urbano es del año 1956. La Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación urbana ha constituido el marco jurídico del urbanismo nacional hasta su reforma en 1975. Los primeros planes surgidos de la legislación urbanística llegan a muchas ciudades. Cuando Terán analizaba el planeamiento español de estos años en 1970 confirmaba que 561 municipios españoles tenían un plan general aprobado y de ellos 154 estaban en revisión lo cual suponía aproximadamente el 16% de todos los municipios españoles. Su conclusión era que la ley no había tenido éxito. Se había perdido en gran medida la posibilidad que era la razón de ser de la ley, de controlar los procesos de desarrollo urbano mediante la sujeción al planeamiento, olvidándose el carácter sistemático y comprensivo del mismo. Se constataba la densificación congestiva de los cascos urbanos al mismo tiempo que un desorden periférico.
El Plan General de Ciudad Real
Un ejemplo de esta realidad era el planeamiento desarrollado en la capital. El Plan redactado por Manuel López Mateos Saturé cuya publicación y entrada en vigor, se producía el mes de junio de 1963 por el Ministerio de la Vivienda, con tres advertencias que deberían concretarse en un Plan Parcial a redactar por el Ayuntamiento de Ciudad Real en el plazo de tres meses desde la fecha de notificación de dicha resolución. El Plan preveía un crecimiento de suelo industrial de 61 hectáreas con 31,5 de tolerancia industrial pensando en una capacidad de 9.100 trabajadores con lo que la población crecía en 45.500 habitantes que sumados al crecimiento vegetativo establecía una población prevista de 93.324 habitantes. Los planes se alteran de forma diversa con alturas mayores de las previstas, edificaciones fuera del perímetro urbano o en suelo rústico. En Ciudad Real una curiosa decisión municipal. El Pleno de 7 de julio de 1966 aprobó una propuesta de Alcaldía para prohibir toda construcción de viviendas fuera del caso urbano comprendido por la Ronda de Circunvalación y se decidió convertir el Polígono residencial de la Granja en una ciudad deportiva y educacional.
La aprobación de la Ley del Suelo de 1975 motivó que el Ayuntamiento de Ciudad promoviera la redacción de un nuevo Plan General adecuado a esta nueva legislación y para adaptarse al extraordinario desarrollo urbanístico del término municipal en los últimos diez años (período 1964-1974). Y ese año se inició la tramitación de la Revisión y Adaptación del Plan de 1963 a la nueva ley. Un nuevo Plan que se aprobó definitivamente en marzo de 1978, redactado por Gabriel Riesco que mantenía las previsiones de crecimiento del plan anterior. La disparidad existente entre los resultados del proceso de desarrollo urbano y las ambiciosas aspiraciones ordenadoras del planeamiento pone de manifiesto el carácter teórico e idealista de este último dice Terán. Las prefiguraciones elaboradas muchas veces con sabiduría y con buena voluntad técnica, se revelaron incompatibles con las necesidades de un capitalismo agresivo, estimulado oficialmente, que llevó a la constante trasgresión del planeamiento.
Los Planes de 1988 y de 1997
Los dos últimos Planes Generales de Ciudad Real han sido elaborados por técnicos próximos a la ciudad y conocedores cercanos de su realidad social lo cual se ha demostrado como una práctica con buenos resultados. El primero de ellos se elaboró por el arquitecto municipal Rafael Humbert y según la Memoria de este su objetivo era reconducir el planeamiento ajustándolo a las expectativas y necesidades de la ciudad y programar el desarrollo de esta a medio plazo, con dos premisas fundamentales: idoneidad de las futuras localizaciones y costes reducidos de ejecución. Posteriormente llegará la ley de 1991 de la Junta de Comunidades que establecía que los terrenos públicos destinados a construcción de viviendas debían serlo para viviendas con algún tipo de calificación lo que afectaba especialmente a las zonas de RENFE y del antiguo RAIL. Grandes proyectos, no previstos en el Plan, como el campus universitario comenzaron su desarrollo en la zona Este de la ciudad.
El Plan de 1996 estuvo dirigido por Alejandro Moyano con planteamientos renovados, intensa participación en su elaboración y una excelente calidad técnica, aprobándose definitivamente en marzo de 1997. La gestión del planeamiento ha dejado mucho que desear y se producen ampliaciones innecesarias por la presión especulativa recalificando nuevos terrenos y alterando sustancialmente el plan. Surgen también nuevas infraestructuras no previstas como el Hospital General Universitario. Probablemente, como dice Solá de Morales, es el proceso de crecimiento, la dinámica urbana, el objeto del planeamiento; y de ahí la tendencia a buscar como plan urbanístico más que una forma estática, precisamente el análisis y la preparación de un proceso de desarrollo.
El ayuntamiento inició en la revisión del P.O.M (Plan de Ordenación Municipal) en 2006 afortunadamente abandonado. Ciudad Real necesita un nuevo plan diseñado para mejorar las condiciones reales de la ciudad como base de una actividad sostenible, equitativa y amable para los vecinos de Ciudad Real. 23años del anterior planeamiento son demasiados sin volver a pensar y planificar la ciudad.