Era inevitable que el balcón, ese espacio de la vivienda apenas transitado por los residentes de muchas casas en otras épocas, se reivindicara por su tremenda valía en momentos como los actuales de pasar muchos, muchos días en casa.
Con el confinamiento para atajar la pandemia, se ha convertido en el lugar más social, donde salir a aplaudir y conversar con vecinos y tomar algo de sol y aire fresco, pero también como terraza para tomar un café o un vino recordando lo que se hacía antes en los bares, así como para hacer algo de ejercicio al aire libre.
En la calle Calatrava, justo en la encrucijada entre las calles Norte, Jacinto y Lirio, Eugenio y David, desde sus balcones del cuarto piso, animan la zona con media hora de optimistas canciones que tararean y bailan, animando a otros muchos residentes de la zona a cantar y moverse para no quedarse como la mojama en la quietud de este confinamiento.
Ana, la esposa de Eugenio, y Maura, la hija de David, no se quedan atrás en entusiasmo siguiendo las coreografías y son bastantes los niños de distintos bloques de la zona los que se asoman para presenciar estos momentos de distensión en unas calles por lo demás, el resto del día, silenciosas y tristes.
La bandera de España con un crespón negro en recuerdo de los fallecidos por la pandemia y una pancarta con el ‘Resistiré’ lucen en el balcón de Eugenio, que apuesta por que, pese a la dificultad del momento, “nada ni nadie nos amargue la vida” y reine la unión, el optimismo y la esperanza.
El himno del Dúo Dinámico volvió este Primero de Mayo a ser el ‘track’ principal de los aplausos de las ocho, para dar paso a un variado repertorio para mover el esqueleto sin salir de los escasos metros del balcón con temas como ‘La Roja baila’ y ‘Un movimiento sexy’.
Cerca, en los inicios de la calle Norte, suena al tiempo música latina. Salsa, samba y regguetón acompañan al agaporni, de nombre ‘Tintín’, que vive en el balcón y al que también le gustan canciones de grupos como Café Quijano y Queen.
También en el tramo de la calle Lirio de la Plaza de las Terreras, ciudarrealeños de todas las edades muestran su apoyo con aplausos a la causa común de, aportando cada uno su granito de arena, acabar cuanto antes con la pandemia. Y son muchos los que se saludan, hacen un reconocimiento por si un ‘habitual’ del aplauso ha fallado y charlan sobre lo divino y humano en un encuentro que, precisamente en pleno distanciamiento social, ha estrechado muchas relaciones entre vecinos.