El cine no ha tratado bien la profesión de bibliotecaria. Ejercida de forma mayoritaria por mujeres, Hollywood ha presentado a las bibliotecarias como personajes secos y adustos, que te mandan callar llevándose un dedo a los labios y carecen de sentido del humor. Tópicos que se rompen a poco que se profundiza en el oficio que más ha hecho por la cultura desde que España recuperó la democracia, en especial en provincias rurales como Ciudad Real.
“La biblioteca es el servicio municipal más básico de un pueblo. Aquí está la formación, la información, el conocimiento y el desarrollo. Puedes disponer de un teatro, de un museo, pero si no tienes personas que sepan apreciarlos no sirven de nada”; “para eso está el libro y las bibliotecas para acercarlos a toda la sociedad”, opina María Ángeles Jiménez, voz superautorizada en la materia, con casi treinta y dos años de trabajo en la biblioteca Quevedo de Villanueva de los Infantes.
Jiménez se acaba de jubilar de una pequeña pero encantadora biblioteca situada en la histórica Alhóndiga de la monumental Villanueva de los Infantes, de la que se hizo cargo en aquel redondo 1992 del AVE y los Juegos de Barcelona. Era la primera década de autonomía de Castilla-La Mancha y se abrían bibliotecas municipales, un servicio que salvo alguna excepción solo existía en Ciudad Real y en las capitales de comarca, “nueve o diez, no más”, recuerda.
Sin estudios de biblioteconomía y documentación (la carrera es de 1989) esta mujer pasó de trabajar de ordenanza en el instituto José Giraldo a superar la oposición para ocupar la plaza y formarse para un trabajo en el que “todo estaba por hacer”.
Las mujeres, mayoría en las bibliotecas
Como en el caso de Infantes, de las primeras bibliotecas de los pueblos se hicieron cargo mujeres, que eran y son mayoría ahora. “Creo que hay más bibliotecarias porque es un empleo más precario, muchos ayuntamientos lo cubren con plazas de media jornada y quienes se presentan para compaginar el trabajo con los cuidados son mujeres”, opina.
En Infantes salió una plaza de bibliotecaria con categoría del grupo B, de diplomado universitario. Jiménez se dispuso a abrir el servicio, hizo fichas (con máquina de escribir), adquisiciones de material con el presupuesto que le asignaron; registró, selló y catalogó libros y colecciones, “todo eso me lo enseñaron, pero una biblioteca necesita lectores, gente, y ahí es donde entramos nosotros, a captar ese público para que la biblioteca no sea un almacén de colecciones”.
Sin internet una bibliotecaria de esa época tenía que estar atenta a que no faltasen los boletines oficiales para las ofertas de empleo o las bases de oposiciones; la prensa diaria, las novedades, “había muchísima gente que necesitaba la biblioteca para todo”. Después llegó la automatización de las colecciones y en 2014 se empezó a trabajar en red.
Internet permitió a María Ángeles (bibliotecaria y única empleada del servicio) disponer de algo más de tiempo para la extensión cultural. “Aquí se han desarrollado proyectos relacionados con el Campo de Montiel, disponemos de una bibliografía amplía de nuestra tierra que yo misma trabajé para dar charlas en colegios e institutos, y de ahí surgió en mí escribir después sobre la zona”.
La Ruta de los Patios, hoy por hoy un éxito turístico vinculado al patrimonio infanteño, “también se desarrolló aquí”, “los patios están muy bien, pero había darles contenido con la literatura de Siglo de Oro. Empezamos haciendo selección de lecturas en cada patio y eso salió la biblioteca”. También promovieron recitales poéticos de mayores y las Jornadas Literarias Nuevos Cauces de Literatura.
Los encuentros con autores han sido otra pata de las actividades, si no siempre directamente en Infantes, con desplazamientos a otras localidades próximas como Alcázar de San Juan o Tomelloso. “Recuerdo el impulso que nos dio la entonces coordinadora de bibliotecas de la Junta, Teresa González Marín, una mujer que te incitaba y programaba temas para trabajar en todas las bibliotecas municipales de manera coordinada, se hicieron programas excepcionales en toda la provincia”.
Por la biblioteca de Villanueva de los Infantes también ha pasado chavales que con el tiempo han destacado y ocupan altos cargos en el Gobierno regional o en el Ayuntamiento, “como por ejemplo la actual alcaldesa que ganó un concurso con una carta preciosa, o el concejal de Cultura, incluso niños que eran muy trasto pero frecuentaban la biblioteca, u otros que ya sabías que iban a ser un portento. La afición a la lectura deja un poso”.
La biblioteca después de internet
“Antes toda la información estaba en las bibliotecas, eso ha cambiado. Ahora también es complicado que los niños vayan a la biblioteca de forma regular, cada vez tienen más actividades extraescolares y puede que los padres no le den tanta importancia a llevarlos a la biblioteca para que lean, supongo que creen que pueden hacerlo en casa”, reflexiona.
En el caso de la biblioteca de Infantes opina que se debería trabajar de forma coordinada con los puntos de inclusión digital, de internet, “otros municipios han integrado este servicio gratuito en las bibliotecas, a mi esto me parece buena idea. Nosotros abrimos en horario de mañana y tarde, y los puntos de inclusión digital tienen horarios más reducidos”.
La cultura y la igualdad
Por la biblioteca pública pasan todo tipo de perfiles y las mujeres destacan en los clubes de lectura, “a todos se han apuntado mayoritariamente mujeres, y algún hombre en la última etapa, poquitos”.
Considera que los libros son importantes para la igualdad. Decenas de mujeres han leído y han socializado en la biblioteca de Villanueva de los Infantes en estas décadas. El primer club de lectura funcionó entre 1993 y 1995. No pudo retomarlos -estaba sola- hasta 2007, cuando se pudieron crear tres clubes distintos en horario de mañana y tarde, “fue una experiencia muy buena, leímos 140 libros y en torno a ellos organizamos actividades como ir al teatro a ver la adaptación de algunas publicaciones, excursiones siguiendo rutas literarias de libros que habíamos leído…”. De esas rutas recuerda la visita a Tomelloso por la lectura de ‘Las hermanas Coloradas’ de Francisco García Pavón o la ruta ‘Quercus’ por los Montes de Toledo con los libros de Rafael Cabanillas ambientados en esa comarca de Ciudad Real, fronteriza con Toledo.
Luis Eduardo Aute (que dejó una bellísima dedicatoria a la bibliotecaria) o David Trueba también han pasado por la biblioteca Quevedo de Infantes, “los clubes de lectura y los encuentros con autores te llevan a muchas actividades paralelas”, dice.
Discriminación, “sí, pero he sido fuerte y sindicalista”
Reconocida en los ambientes culturales de Villanueva de los Infantes y la comarca, Jiménez responde a la pregunta de si se ha sentido discriminada por ser mujer con un contundente: “Uy, sí, pero he sido fuerte, y he sido sindicalista”. Denunció al Ayuntamiento cuando en la RPT de su puesto de trabajo figuraba que tenía que encargarse de abrir y cerrar la puerta y encender la calefacción “¡como tarea importante!”, remarca, algo que entiende era “lógico” de su trabajo, “yo no necesito un ordenanza para abrir, cerrar o poner la calefacción si hace frío, pero de ahí a que aparezca reflejado en mi responsabilidad laboral y no en la de otros. Es como sí al maestro le pones que tiene que borrar la pizarra como tarea importante”.
También peleó la decisión de bajarle la categoría pese a que superó una oposición a un empleo de la administración del grupo B, “cuando entré me pagaban como auxiliar”.
Sección cervantina e investigaciones del Campo de Montiel
Con María Ángeles Jiménez la biblioteca de Infantes ha crecido en fondos bibliográficos vinculados al Campo de Montiel. La biblioteca tiene sección cervantina, cuenta con ediciones del Quijote singulares y una colección única de toda la novela de Miguel de Cervantes copiada a mano por cinco mil personas en el año del cuarto centenario de la publicación, 2005. También conservan algunos libros de Francisco de Quevedo, el más valioso una obra escrita en vida suya, de 1638 o una copia manuscrita del siglo XVII de los sermones de Santo Tomás de Villanueva.
En este ambiente de libros y ebullición cultural a Jiménez le entró el gusanillo de la literatura, sobre todo para investigar y divulgar la historia del Campo de Montiel. “Examinaba textos que hablaban de nosotros para ponerlos a disposición del público y al ver cosas que no eran exactamente así me vi impulsada a escribir”.
La jubilación (el pasado 14 de febrero) le pilla preparando la edición de su obra más ambiciosa hasta el momento, ‘El Campo de Montiel en la literatura’, que editará en mayo la Biblioteca de Autores Manchegos (BAM). La obra repasa vinculaciones desconocidas de escritores como Azorín, Federico García Lorca, Miguel Hernández o Antonio Gala con pueblos del Campo de Montiel, que ellos mismos mencionaron en textos o en cartas personales.
