Tesoros y alhajas del medievo, piezas excepcionales nunca antes expuestas y otras exhibidas con nuevos recursos más didácticos integran el renovado recorrido por la sección de Arqueología Medieval del Museo de Ciudad Real, remodelado en once nuevas vitrinas que permiten conocer mucho mejor lo que sucedió en estas tierras desde el siglo VIII hasta finales del XVI.
Son muchas la nuevas piezas que se exhiben en esta sección, unas porque son novedades de los trabajos en los yacimientos de la provincia y otras porque se encontraban en estudio por parte de universidades y arqueólogos. Entre ellas, la vasija con más de 200 monedas de plata de época emiral hallada en Calatrava la Vieja, la reproducción de un taller de falsificación de monedas del siglo XIV y objetos extraídos en las excavaciones de los solares de la propia ciudad, a lo que se suman la calidad de la colección de cerámica almohade de Alarcos, las armas de los siglos XII y XIII y la variedad de piezas correspondientes a las órdenes militares.
Con motivo del Día de los Museos, se estrenaron las visitas guiadas por la técnica gestor cultural, Pilar Molina, a esta sección, cuya propuesta expositiva entronca con la doble celebración del VI Centenario de la concesión de título de ciudad a Ciudad Real por Juan II y el VIII Centenario del nacimiento de Alfonso X el Sabio, fundador de Villa Real.
Tesoros
El trayecto de la muestra comienza con la llegada de los musulmanes en el siglo VIII que, en una zona poco habitada, refuerzan el sistema de fortalezas en la ruta entre Córdoba y Toledo, siendo de capital importancia Calatrava la Vieja, situada al lado del río y con un gran foso que se rellenaba de agua con dos norias. De este enclave, se presenta el tesoro de una vasija con más de 200 piezas de plata, dírhams, que incluye “no sólo monedas de acuñación emiral, sino también otras que proceden de lugares tan dispares como Samarkanda o el reino de los Francos, lo que refleja la gran actividad comercial” que tenía Calatrava la Vieja.
De este “tesorillo”, se exhiben por separado trocitos resultantes de fraccionar estas monedas de plata que hacían las veces de cambio porque “lo que vale es el peso” y tres monedas con determinadas particularidades: una con un orificio para usarla como colgante por la protección que conceden las referencias religiosas inscritas, otra con una ranura para juntarla con otras en un hatillo y una tercera con un enganche para colocarla en, por ejemplo, una pulsera.
Además, se expone una colección de monedas desde el Emirato Independiente hasta el imperio almohade, destacando el morabetino de oro del imperio almorávide, precursor del maravedí que luego acuñaría Alfonso VIII, así como una selección de apliques para la ropa sobredorados con símbolos como el creciente lunar y la estrella, y objetos de cerámica como jarritas, candiles, ollas y otros recipientes para líquidos y grano.
Aparte de las mejoras en el regadío, con los musulmanes llegó una gran revolución gastronómica con la introducción de productos como la caña de azúcar, arroz, limón, naranjas y berenjenas y en una vitrina sobre estos avances se muestran utensilios como un anafe o recipiente de barro con orificios en el que se introduce la brasa para cocinar, un braserillo, tijeras con sistema de cruz que permiten cortar con más finura, piezas decoradas de una rueca de hilar, una cantimplora de barro, placas de cinturón con leones decoradas con mercurio y oro, una jarra de cristal soplado, una caja suntuosa de plaquitas de hueso imitando a las de marfil de Oriente, piezas de la minería como una xabeca para decantar, una flauta, un dado, un molde labrado para hacer artículos de joyería, dedales de curtidor, una azada y cangilones de barro, así como un cipo con escritura cúfica que se colocaban en los cementerios, muy poco habituales en la Península Ibérica aunque también los hay de la misma época en Toledo, y una pintura mural de Calatrava la Vieja de color vino con lazos y arcos polilobulados.
De la época almohade, conocida sobre todo por la batalla de Alarcos, y que se corresponde con “la última de presencia más fuerte musulmana en la provincia”, se expone su “maravillosa” cerámica realizada durante 17 años, “desde las grandes tinajas hasta los humildes candiles”. Excepcionales piezas como un candil de pie alto, “cerámicas de reflejos dorados que requieren de una pericia importante”, un albarelo o tarro de farmacia con inscripciones, una lechera y grandes ataifores en los que se emplea el color verde manganeso con representaciones como la mano de Fátima y dos palomas, cuatro pétalos en alusión a los ríos del paraíso coránico y una inscripción cúfica, se hallan en esta vitrina, junto a un vaso de abluciones elaborado con la técnica de cerámica a la cuerda seca. Así mismo, se exponen dos grandes tinajas utilizadas como filtros de agua, una de las cuales fue encontrada prácticamente completa y está decorada con estampillas o sellos con diversos motivos que se repiten en sus paredes.
Batalla de Alarcos
La segunda parte de la exposición medieval comienza con la Batalla de Alarcos de 1195, de resultado nefasto para los cristianos, con un arsenal de armas explicado con una ilustración de las Cantigas de Alfonso X el Sabio, colocando sobre cada dibujo piezas como flechas y puntas de lanzas, entre ellas una con una bola en la parte inferior muy representada y que finalmente fue hallada en Calatrava la Vieja.
En la vitrina, también se exhiben cuchillos sin las cachas, una nuez de ballesta, una bola de hierro de los honderos, espadas cortas, virotes de ballesteros y multitud de puntas de flecha, así como piezas de caballería como un estribo, espuelas o acicates de afilado pincho, herraduras de caballo percherón cristiano y árabe más ligero, y abrojos utilizados para que los pisara la montura, inutilizarla y derribar al caballero.
La siguiente vitrina está dedicada a las órdenes militares con la relevante presencia en la provincia de Calatrava, Santiago y San Juan, e incluye una representación de pinturas murales de lucha de ejércitos aparecidas en Calatrava la Nueva, armas, un trozo de cota de malla de los caballeros y un amplio número de broches de cinturón y apliques sobredorados con motivos cristianos como dragones y cruces, además de monedas cristianas de vellón, aleación de plata y cobre, y maravedís de oro de Alfonso VIII, probablemente correspondientes a la paga de un soldado.
‘De Alarcos a Villa Real’
Tras la victoria de Alfonso VIII en las Navas de Tolosa y el avance de la Reconquista, la siguiente parada del recorrido es la del paso ‘De Alarcos a Villa Real’, con la decisión de Alfonso X de crear una próspera villa en el antiguo Pozo de Don Gil, propiciando la atracción de pobladores con privilegios y, quizás con la intención de crear “una pequeña Toledo”, favorecer la convivencia de las tres civilizaciones: musulmanes, cristianos y judíos. De este período, se exponen cerámicas muy parecidas a las de la época musulmana como candiles de pellizco, escudillas con cuatro hojas que recuerdan a los cuatro pétalos de piezas musulmanas, cerraduras, llaves, una badila, utensilios de matanza y monedas, sobre todo las realizadas en vellón de distintos reinados, destacando la moneda de ‘seis líneas’ de Alfonso X, lo que se complementa con estelas de piedra que se utilizaron en los primeros cementerios de la ciudad, que luego fueron reutilizadas en construcciones y que lucen motivos “protectores” como cruces, flores, estrellas y la mano de Fátima.
A continuación, llega una de las vitrinas más curiosas como es la reproducción de un taller de falsificación de moneda del siglo XIV encontrado en Alarcos, y en el que, “para hacer calderilla”, utilizaban un caldero al que quitaban los remaches, se abría y aplanaba, para obtener la forma redonda de la moneda con el golpe de un cilindro o recortando con una tijera. Monedas de curso legal se fundían para sacar la plata con la que daban un baño a las monedas falsas o “chatarra” y en la muestra se pueden ver tanto los recortes como las pesas para comprobar el peso final del dinero falsificado.
‘De villa a ciudad’
El relevante siguiente paso ‘De villa a ciudad’ centra la última parte del recorrido expositivo con la concesión del título por parte de Juan II en agradecimiento al apoyo de la Hermandad Vieja, ballesteros que “defendían las zonas rurales”, y se abrió una época de esplendor de la ciudad que llegó a tener Casa de Acuñación de Moneda en la calle de la Mata, así como Chancillería y sede de la Inquisición, estableciéndose barrios de artesanos de los que proceden nombres de calles como Cuchillería o del Tinte, con una actividad alfarera de la que hay testimonios como la existencia de un gremio de olleros y tazoneros y evidencias como atifles, una especie de trébedes que se usan para colocar unas piezas sobre otras cuando se cuecen en el horno para que no se peguen.
Estos atifles se han encontrado en excavaciones dentro de la ciudad, al igual que vasijas de tradición mudéjar, cantimploras que recuerdan a las musulmanas, y escudillas de uso cotidiano y otras más lujosas procedentes de Manises, Valencia, lo que es síntoma del poder adquisitivo de sus propietarios, además de alcancías que, como huchas, conllevan su propia destrucción si se quiere sacar el dinero ahorrado y monedas, entre la que se halla ‘la blanca’, de la época de los Reyes Católicos, encontrada en el Torreón, que está “muy, muy usada, es decir, ‘ha comprado mucho pan’, se utilizó mucho”, y de la que procede el dicho de “quedarse sin blanca”.
Culmina la exposición con una vitrina de objetos encontrados en la casa de Hernán Pérez del Pulgar y una vivienda que se alzaba entre las calles María Cristina y Cruz, entre los que hay platos, vasijas y jarritas que “bien podrían estar en cualquier bodegón de, por ejemplo, Zurbarán”, y objetos cotidianos como cuchillos domésticos, una cuchara de madera, peines o liendreras y fragmentos de pulseras de vidrio, para finalizar con la contemplación de un gran arco de la calle del Lirio, “que es donde la tradición dice que estuvo la antigua Sinagoga mayor”, un zócalo posiblemente de la antigua sinagoga, y un arco polilobulado de una casa cristiana que estaba en la calle Pozo Concejo con dos figuras en las enjutas: a la izquierda un centauro y a la derecha un león.
Atractivos recorridos
Estas visitas guiadas por Pilar Molina se pueden concertar previamente para grupos de nueve personas como máximo en el Museo en horario de martes a viernes de 10 a 14 horas y los miércoles por la tarde.
El tiempo que ha estado cerrado este espacio museístico por la pandemia se ha aprovechado, además de para la digitalización de piezas, para renovar este recorrido por la sección de arqueología medieval “incluyendo piezas nunca vistas que estaban en almacenes, novedades que han aportado las excavaciones arqueológicas en la provincia y conjuntos singulares que estaban en estudio”, destacó el director del Museo de Ciudad Real, Ignacio de la Torre, que resaltó el propósito de avanzar “hacia atrás en el tiempo”, continuando con los períodos visigodo y romano, en la modernización y remodelación de las propuestas expositivas, así como acometer mejoras e incorporar nuevos recursos en la parte geológica y del vulcanismo en torno a la paleontología en relación con el proyecto del Geoparque.
Por otra parte, el Museo de Ciudad Real va a participar en la exposición que se va a celebrar en Toledo en conmemoración de los 800 años del nacimiento de Alfonso X el Sabio, para la que va a enviar armamento del siglo XIII como puntas de flecha, lanzas, estribos y acicates.
