Las tres rutas literarias, basadas en las novelas del escritor castellano-manchego, Rafael Cabanillas y vinculadas a la comarca de los Montes de Toledo, se presentarán en la Feria Nacional del Turismo (FITUR) que se celebra en Madrid entre el 24 y 28 de enero, de la mano de la Junta de Comunidades, en el espacio “Rutas Literarias por Castilla-La Mancha. Autores contemporáneos”. Las rutas transcurren en los Montes de Toledo, concretamente en las provincias de Ciudad Real (dos) y Toledo.
Tras la lectura de las novelas, estas tres rutas literarias se presentan como un espacio para disfrutar y admirar la belleza de Los Montes de Toledo, emblema del bosque mediterráneo por sus valles y rehoyas, pedrizas y riscaleras, rañas, ciervos y alcornocales cuajados de niebla, con un protagonista común: la tierra. “La tierra y los hombres y mujeres que luchan por su supervivencia”, según adelanta la editorial Cuarto Centenario.
Estas rutas literarias se han revelado como iniciativa muy intersante para contribuir a crear riqueza en una de las comarcas más despobladas de Castilla-La Mancha, poner en valor sus recursos y combatir el fenómeno de la despoblación que azota al mundo rural sin que, hasta ahora, se hayan conseguido soluciones y alternativas que palíen esta situación.
Quercus en Navas de Estena
Según los datos aportados por la editorial, la primera fue la Ruta Literaria Quercus, está localizada en Navas de Estena, en la provincia de Ciudad Real, en el entorno del Parque Nacional de Cabañeros y fue inaugurada por el club de lectura de la Universidad de Alcalá de Henares hace dos años. A ella acuden desde entonces, manera organizada, numerosos grupos de lectores para seguir las huellas de Abel y Lucía, protagonistas de la novela Quercus, libro del año recomendado por la Red de Bibliotecas y la Asociación de Libreros de Castilla La Mancha que, en la actualidad, se encuentra en su 8ª edición.
Los lectores senderistas realizan la ruta de 7 kms por la orilla del río Estena, después visitan el pueblo, adquieren algún producto típico como chorizo de venado, miel, queso de cabra…; comen en los restaurantes de la localidad y realizan un encuentro en el granero municipal para hablar de la novela y de la experiencia vivida. Los que vienen de muy lejos, se quedan a dormir en las casas rurales o cabañas de madera de la localidad o de la zona.
Enjambre, pedanía de Anchuras
De su lado, la Ruta Literaria Enjambre, cuya novela tiene el mismo nombre que la pedanía Enjambre, con 4 vecinos censados, perteneciente al municipio de Anchuras (también en la provincia de Ciudad Real), ubicado en las estribaciones de Los Montes de Toledo, en la comarca de La Jara, ya lindera con Extremadura.
Esta ruta tiene de 12 kms (Anchuras / Enjambre / Collado de Piedralba) y ha servido para colocar en el mapa literario y turístico estas sierras de singular belleza, que sorprenden a quienes las visita. Los murales pintados en la aldea de Enjambre, representando a los personajes de la novela – el pastor Tiresias, el tío Jacobo, la señora Remigia -, han convertido las eras del pueblo en un museo al aire libre.
En el pasado mes de octubre, en tiempo de berrea y tras el encuentro literario con el escritor, los asistentes disfrutaron de un espectacular e inédito concierto de violonchelo, teniendo como único escenario la garganta de la sierra. La novela Enjambre va por su 3ª edición.
Valhondo en Robledo del Buey
Como broche de oro para cerrar la trilogía que la editorial toledana Cuarto Centenario tituló “En la raya del infinito”, se ha creado la Ruta Literaria Valhondo, con el mismo nombre que la novela, en Robledo del Buey (provincia de Toledo), pedanía de unos 100 habitantes que pertenece a Los Navalucillos.
Esta es una ruta circular de 6 kms, de sencillo recorrido, en un entorno paradisíaco, para seguir los pasos de los protagonistas de la novela Valhondo, -nombre ficticio de Robledo del Buey- el maestro con los veinticinco alumnos de su escuela unitaria en los años 80. Un lugar privilegiado para conocer lugares como El Chorro, dentro ya del Parque Nacional de Cabañeros, el museo etnográfico de Los Navalucillos, el valle del Gévalo o la azulejería talaverana de la ermita de Piedraescrita.