Con una potente energía que “traspasa al público”, una selección de una docena de intérpretes -seis actores y seis actrices- de las distintas promociones de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico encarnan hasta 35 personajes de los sainetes de Ramón de la Cruz hilvanados por Lluisa Cunillé en la producción ‘La Comedia de las Maravillas’, que se podrá presenciar del viernes 2 al domingo 11 de julio en el Patio de Fúcares de Almagro, también denominado Casa Palacio de Juan Jedler.
Lluís Homar, director de la CNTC y del montaje, y Óscar Valsecchi, director adjunto de la producción, presentaron en el Palacio de Valdeparaíso este espectáculo que, a través del “entusiasmo y entrega personal y profesional” de los jóvenes intérpretes de la obra, contribuye a revitalizar y poner en valor el legado de Ramón de la Cruz que, en palabras de Benito Pérez Galdós, fue “en el teatro del siglo XVIII lo que Goya en la pintura”.

Ramón de la Cruz logra que “el espacio escénico sea reflejo de los espectadores, de las personas que acuden a ver el teatro”, que es “algo que ha marcado nuestro teatro y cine”, con personajes que “pueden parecer anecdóticos o para la risa”, pero que están llenos de alma, de ahí el “desafío” de, pese a su brevedad, que estén repletos de vida, comentó Homar, que resaltó cómo De la Cruz escribía para personajes con nombre propio, actores que hacían de sí mismos, “como si, de repente, pusieras en diversas situaciones escénicas a, por ejemplo, Rafaela Aparicio, Pepe Isbert o Alfredo Landa”, que forman parte de nuestro imaginario y son como una especie de “héroes populares”.
María Besant, actriz que se encarga de dar vida a dos personajes masculinos y uno femenino, resaltó el empeño de De la Cruz de hacer del teatro, al que acudían todas las clases sociales, “un elemento transformador” de la sociedad y el reto de interpretar un texto en el que todas las palabras tienen complejidad con intervenciones que, aunque sean muy breves, están plenas de sentido. Para Besant, el juego y la diversión están muy presentes en la obra de De la Cruz, de cuyos sainetes surge una fusión que es “un tren” que arranca y no para, a toda mecha, hasta que llega a la meta. “Es una comedia muy viva, llena de color, de divertimento a saco”, agregó Miguel Ángel Amor, quien también da vida a trío de personajes en una producción en la que se insertan canciones de un siglo posterior, de Chueca, en las que hay ironía y picaresca y que encajan a la perfección con los personajes.

El espectáculo es “una hora y cuarto en la que te metes en la nave de ‘La Comedia de Maravillas’” y no paras, con puntos de atención a “cuatro bandas”, verso muy ágil y un ritmo “increíble”. “Te lo pasas muy bien, hay música, comedia y el texto está genial”, detalló Ariana Martínez, encargada de meterse en la piel de otros tres personajes.
“Es una comedia muy divertida, pero no sólo te lo pasas bien”, hay todo un contenido detrás sobre, entre otras cuestiones, qué es una compañía y el mundo teatro, significó Georgina de Yebra, que resaltó el dinamismo de la pieza con cambios de vestuario muy rápidos ya que “todos hacemos varios personajes. Hay como dos funciones, la que ve el público y la que hay detrás donde hay sastres que nos ayudan, entre nosotros nos ayudamos para los cambios e incluso se hacen directamente en escena”.