Hallan a seis kilómetros de Almagro tres cámaras funerarias de un enterramiento monumental y desconocido hasta ahora de la Cultura de las Motillas, poblados surgidos hace 4.000 años (Edad del Bronce) para controlar el agua subterránea en La Mancha
La Cultura de las Motillas, los primeros poblados organizados por clases sociales de la provincia de Ciudad Real, esconde la fascinante peripecia vital de unos grupos humanos que lidiaron con un cataclismo climático de dimensiones planetarias que cambió la sociedad, la forma de vida, e incluso el linaje genético de los varones de la Península Ibérica.
Se cree que hace cuatro mil años todos los hombres peninsulares fueron sustituidos misteriosamente por pastores de las estepas rusas (actual Ucrania), en una especie de conquista del oeste europeo -así lo ha abordado un análisis genético reciente-, posiblemente relacionada con el cambio climático de esa época.
Pasó en el año 2200 antes de Cristo, en la traumática transición de la Edad del Cobre a la del Bronce, cuando se produjo lo que los científicos denominan: Evento Climático 4.2 ka cal BP, que supuso varios siglos de aridez y temperaturas más altas, sobre todo en el periodo 2000-1800 a.C.
En ese ambiente asfixiante surgen las “motillas” del Bronce de La Mancha. “De repente dejó de llover, los ríos se secaron, y hubo que buscar agua cavando pozos en el subsuelo. Las gentes que vivían aquí la encontraron y construyeron las motillas, como se ve en la del Azuer en Daimiel [se conserva el pozo]. Las motillas son poblados en torno a infraestructuras hidráulicas para acceder al acuífero”, explica el arqueólogo Luis Benítez de Lugo, profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), experto en la Edad del Bronce y especializado en la Cultura de la Motillas.
Aquellos hombres y mujeres resilientes que levantaron las motillas no solo luchaban por sobrevivir en condiciones extremas, también tuvieron creencias, anhelos de trascender, más allá de una vida corta para nuestra época (30-35 años en los hombres y menos en las mujeres), que explicarían los enterramientos en forma de túmulo recién descubiertos en Bocapucheros, una loma de novecientos metros de altitud, en la Cañada del Soto, desde la que se divisa el triángulo que forman las poblaciones de Almagro, Moral y Granátula, en el centro del Campo de Calatrava. Desde Bocapucheros también se domina la visión del paso de Salvatierra, la frontera sur con Andalucía en la Edad Media.
Todo es singular en este paraje de difícil acceso incluso con tecnología del siglo XXI (coches y todoterrenos), y llama la atención la disposición de las piedras. “Todas las que se ven están colocadas artificialmente, aquí había un afloramiento de cuarcita que literalmente han triturado para construir este túmulo funerario”.
En lo alto del cerro de Bocapucheros no es difícil imaginar la conexión con las estrellas y el evanescente mundo del más allá. Benítez de Lugo y su equipo llevan dos campañas arqueológicas sistemáticas, la última este pasado mes de octubre, que ha afianzado lo que suponían con los estudios preliminares: “Lo que hay en estos cerros no son chozas de pastores” (la creencia popular en Almagro).
Las tumbas de los reyes de las Motillas
Bocapucheros no es una motilla, ni siquiera una motilla en altura como La Encantada, ni hay vestigios de poblado. Es un lugar funerario, sagrado, en el que la gente de la Cultura de las Motillas enterraba a los muertos de la cúspide social, no a cualquiera (en la Motilla del Azuer también se han encontrado enterramientos). “Las tumbas de Bocapucheros son de los reyes, príncipes y princesas de las motillas. Si se tomaron tantas molestias en construir esto es porque las personas que han descansado aquí durante milenios eran la élite social”, argumenta el investigador.
No quiere decir que estuvieran los reyes, los jefes, de la Motilla del Azuer en concreto, pero sí personas principales de poblados cercanos de los que no queda ningún vestigio.
Tres cámaras funerarias monumentales del Bronce de La Mancha
Hasta ahora las campañas en Bocapucheros han permitido descubrir tres cámaras funerarias “monumentales”, construidas a lo largo de varios siglos y que el experto compara con las pirámides de Egipto, “cuando esta gente se mete aquí en el otro extremo del mundo se están construyendo las pirámides para enterrar a los faraones. Estamos al principio de la jerarquización social, del nacimiento de las clases”.
Para llegar al nivel de las cámaras -Benítez de Lugo trabaja con peones y empresas de arqueología en este caso- ha habido que cavar y retirar mucha tierra. Visto en octubre de 2023 el esfuerzo ha merecido la pena. El yacimiento permite acceder a la cámara principal y dos laterales con soluciones arquitectónicas fantásticas para los conocimientos de la época. Obviamente no conocían la técnica de la cúpula, “para conseguir un efecto parecido lo resuelven por aproximación de piedras en hiladas de piedra, con unas piedras que sobresalen más que otras y que soportan un peso por encima importante”, muestra el arqueólogo en una visita de Lanza al yacimiento.
Un varón adulto joven
El año pasado encontraron el esqueleto de un primer individuo en una de las cámaras, un hallazgo emocionante teniendo en cuenta la antigüedad de los restos. Los primeros análisis identifican a un varón adulto joven (poco más de 30 años, robusto y de 1,65 cm de altura) y a una probable mujer del Bronce Medio. Junto al varón aparecieron restos de ovejas y cerámica de la Edad del Bronce. También hallaron una mandíbula de una mujer madura muy desgastada, que estaba en la superficie, no enterrada.
Como novedad en la campaña 2023 es que han aparecido restos de otros dos individuos humanos, “seguramente fueron enterradas más personas en estos túmulos, lo que sucede es que ha habido animales y personas durante cuatro mil años y el paraje está alterado”.
La datación del joven enterrado es del 1800 a.C., “creemos que en ese momento lo depositan aquí pero la cámara ya existía, no sabemos si él ordenó construirla o viene de antes, del tercer milenio”.
Los príncipes que miraban a la Cruz del Sur
Bocapucheros también es singular por lo que evoca sobre las creencias de las personas que lo edificaron, la altura y la orientación geográfica da idea de que su religión tenía que ver con los astros. “La orientación de los corredores que dan acceso a las diferentes cámaras funerarias sugiere su posible relación simbólica con el orto, ocaso y culminación de las estrellas de la Cruz del Sur, al igual que la orientación de la cara hacia el sur de los enterramientos del Cerro de la Encantada”, comenta Benítez de Lugo.
Es difícil saber a qué dios rezaban una cultura prehistórica que no ha dejado nada por escrito, existe la teoría por estudios astrofísicos de que las galerías no están en esa posición por casualidad, “en la Edad del Bronce ya se miraba al cielo y a las estrellas, y tenían relatos relacionados con el ciclo de la muerte y la resurrección”.
Bocapucheros no solo está en un lugar central del Campo de Calatrava, a solo tres kilómetros del importante yacimiento de La Encantada (Granátula) desde aquí se veía la Cruz del Sur, la constelación más brillante del firmamento en el hemisferio sur (en el norte es la Estrella Polar). Este lugar funerario está orientado de esa manera, hacia las estrellas nocturnas, a diferencia del Castillejo del Bonete (Terrinches), en el Campo de Montiel, en el que la estrella importante es el Sol.
Creían que había algo más que el cuerpo físico
Consciente de que no es fácil responder a la pregunta sobre las creencias de las motillas Benítez de Lugo echa mano de lo que se sabe por otros yacimientos arqueológicos y estudios astrofísicos. Que una cultura entierre a sus muertos significa que hay una relación clara entre la muerte y la resurrección. “Ellos están creyendo en el más allá, creen que hay algo más que el cuerpo físico, que después de la muerte hay otras cosas que tienen que ver con las estrellas”.
La Cruz del Sur es la constelación más brillante de las que existen. Hoy no se ve en el hemisferio norte, pero en la Edad del Bronce sí. Se trata de un conjunto de estrellas que forman una cruz latina luminosa que sube en el firmamento, pero no está ahí todo el rato, “sube y baja, desde nuestra posición se veía durante tres o cuatro meses al año”.
La Cruz del Sur se dejó observar en Bocapucheros después del cambio de era. “Para ellos era un marcador calendárico brutal y también era una señal. Intentaban buscar una explicación con un sentimiento de trascendencia y su cosmogonía tenía que ver con esas explicaciones que no conocemos y que están en el fondo de Bocapucheros”.
Estudio arqueastronómico
El estudio arqueoastronómico incluido en el informe sobre la primera campaña de excavación en este enterramiento de Bocapucheros refiere que las estrellas más brillantes del grupo estelar de la Cruz del Sur, Ácrux, Mimosa y Gacrux, estaban en una posición compatible con dichas orientaciones alrededor del año 1500 a.C., según han podido comprobar con el programa planetario Stellarium (https://stellarium.org/es/), que puede recrear los cielos hasta muchos miles de años atrás con gran precisión. Según Stellarium, la estrella más austral de la cruz, Ácrux, dejó de ser visible sobre el horizonte alrededor del inicio de la era cristiana. Y la última estrella visible fue la que ocupa el extremo septentrional, Gacrux, que desapareció alrededor del año 1000.
Un nuevo hallazgo importante del Bronce de La Mancha
El descubrimiento de Bocapucheros para la arqueología ha sido posible por el apoyo financiero de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a través de las subvenciones anuales a las campañas, el Ayuntamiento de Almagro y la empresa E2in2. Vinculada a la investigación hay profesores de la Universidad Complutense como Luis Benítez de Lugo. También colabora la consultora de arqueología y patrimonio Oppida, del arqueólogo José Luis Fuentes, implicado en otras investigaciones en el Campo de Montiel como Laminium en Alhambra o la villa romana de Puente la Olmilla, en Albaladejo.
El cerro es propiedad particular, de Dámaso Gómez Camacho, que ha permitido al grupo científico llevar adelante con una investigación que confían que en siga alumbrando nuevos descubrimientos en el futuro, “no hemos hecho más empezar”, asegura el profesor Benítez de Lugo.
Un yacimiento complementario de la Cultura de las Motillas
De la relevancia de este yacimiento de la Edad del Bronce en comparación a otros más conocidos como La Encantada, la Motilla del Azuer o el Castillejo del Bonete, opina que todos son importantes, “lo mejor es que son complementarios”. En la Cultura de las Motillas había poblados alrededor de pozos de fácil acceso a ras de suelo para sacar agua y aprovechar los acuíferos mediante pozos (Motilla del Azuer, Daimiel o del Retamar, Argamasilla de Alba); poblados en altura como el cerro de La Encantada en Granátula, y lugares funerarios, mágicos si se quiere, en los que solo había enterramientos, como el Castillejo del Bonete en Terrinches o Bocapucheros. “Estos últimos tardaron siglos en ser construidos en esfuerzo descomunal para las herramientas de las que disponían” (ni siquiera se había descubierto el hierro).
“Las motillas están en lugares donde el acuífero es accesible con técnicas de la Prehistoria, aquí en Bocapucheros no. En Daimiel si podías cavar un pozo con poco esfuerzo por la roca caliza, o la toba de Ruidera que prácticamente te la llevas con la uña. Además el agua subterránea era inagotable para la explotación que se hacía en esa época”.
Descripción del enterramiento tumular de Bocapucheros
Bocapucheros es un yacimiento arqueológico de la comarca Campo de Calatrava, aproximadamente seis kilómetros al sureste del casco urbano de Almagro, dominando la cuenca del río Jabalón -importante afluente del río Guadiana, en torno a cuyos 99 kilómetros de recorrido se organiza el poblamiento durante las Edades del Bronce y Hierro al sur de la meseta–, en el territorio que tradicionalmente se considera ocupó la Cultura de las Motillas.
El profesor de Prehistoria Luis Benítez de Lugo, experto en la Edad del Bronce y especializado en la Cultura de las Motillas, las describe como “algo muy nuestro”, un tipo de poblado que solo se da en Castilla-La Mancha, mayoritariamente en Ciudad Real, y al sur de Toledo, Cuenca y Albacete.
Bocapucheros se localiza en la zona más meridional de un relieve cuarcítico de tonalidad rosada y mayor extensión y altura denominado Cañada del Soto, cuyas lomas no superan los novecientos metros de altitud. El arroyo de Añavate nace en los alrededores, antes de desembocar en el río Jabalón tras recorrer dos kilómetros. Al norte se encuentra el volcán La Yezosa, actualmente objeto de explotación minera. Es importante recordar que toda la zona presenta manifestaciones volcánicas (Estudio ‘La Cultura de las Motillas de La Mancha: testigos del Evento Climático 4.2 ka cal BP’ Mejías Moreno, López-Sáez, José Antonio, Lillios, Katina y Benítez de Lugo).
Los jefes dominaban el agua en sociedades “en guerra”
Se cree que la sociedad del Bronce de La Mancha estaba organizada en jefaturas. Desde los grandes poblados fortificados los jefes dominarían el agua extraída en las motillas, la producción agropecuaria de su área colindante y, gracias a los excedentes que controlarían, podrían acceder a los bienes de prestigio que reafirmaban su posición privilegiada.
Luis Benítez de Lugo, profesor de Prehistoria de la UCM especializado en las motillas, cree que las concentraciones de poblados en torno a determinados lugares constituían una única comunidad cuyo modelo de asentamiento disperso permitía un control efectivo del medio y sus recursos desde puntos estratégicos. Sin embargo, se ha llegado a asumir que eran comunidades en guerra permanente debido a la propia disposición y fortísima construcción de las motillas y atalayas, así como por los ajuares de las tumbas masculinas, donde aparecen arcos y otras armas, como es la alabarda de El Retamar. Es probable que cumplieran ambos cometidos: control de pastos, tierras, cursos fluviales y otros elementos vitales y control militar del territorio.
Muchos de los asentamientos pequeños albergaban una o pocas familias, en sentido extenso: ascendientes, descendientes y parentela directa. La propia disposición de los asentamientos refleja una cierta posición de subordinación o, mejor, de interdependencia: los centros neurálgicos pueden ser importantes para el comercio e intercambio, pero los centros externos son vitales para el control del territorio. (Estudio ‘La Cultura de las Motillas de La Mancha: testigos del Evento Climático 4.2 ka cal BP’ Mejías Moreno, López-Sáez, José Antonio, Lillios, Katina y Benítez de Lugo).