Cuando llegan las Navidades, son días para darse caprichos y disfrutar en familia o con amigos a la hora de las comidas. La gastronomía, con su variedad y riqueza, resulta perfecta en estas fechas para caer en la tentación. Es difícil privarse, porque los manjares navideños que se pueden probar convierten cualquier momento en una fiesta para el paladar.
Ocasiones, desde luego, no faltan. Las cenas de Nochebuena y Nochevieja, las comidas de Navidad y Año Nuevo, y el 6 de enero, día de Reyes, son las citas ineludibles. La razón es que en esta época, además, se celebran muchas reuniones de amigos, familiares y compañeros de trabajo.
Sabores globalizados
Las comidas navideñas suelen ser bastante copiosas. Normalmente se empieza con la degustación de varios entrantes y aperitivos, que pueden ser tanto fríos como calientes. Después llegarán el primer plato, el segundo y, cómo no, el postre. Hoy en día podemos probar de todo: mariscos, pescado, carnes, asados, cremas, sopas, embutidos ibéricos… preparados de manera especialmente suculenta. En estos días, por ejemplo, algunos de los alimentos más deseados son el pavo, el cordero, la lombarda, el besugo, las ostras, las angulas o el jamón. Para acompañar, por supuesto, los buenos vinos de la provincia, blancos y tintos. Y al final de la comida, los mejores deseos hay que expresarlos brindando.
Mención aparte merecen los dulces, que llenan de colorido la mesa a la hora del postre. Elaborados con almendras, miel, azúcar, chocolate y frutas, entre otros ingredientes, se convierten en objeto de adoración para los golosos. La oferta es amplia. Otros postres tradicionales son el mazapán, que se presenta en forma de “figuritas”, los polvorones y los mantecados. Por último, el 6 de enero, el día de los Reyes Magos, los más pequeños viven la emoción de descubrir sus regalos, y los más grandes, la de saborear un delicioso Roscón de Reyes con un chocolate caliente.
Haciendo un poco de memoria
Adentrados casi en las fechas navideñas vemos como en la mayoría de centros comerciales y supermercados de nuestras ciudades se agolpa un gran número de personas para ir rematando las compras navideñas. En nuestra provincia, exactamente igual que en cualquier otro lugar de España y, si nos apuramos, del mundo, ocurre lo mismo. Y es que la globalización nos ha traído un sin fin de modas y ritos culinarios que nada tienen que ver con nuestros antepasados.
Si los abuelos de nuestros abuelos pudieran ver las mesas que actualmente se preparan con motivo de las fiestas navideñas y año nuevo se quedarían muy sorprendidos no sólo por lo sofisticado de su elaboración, sino también por la variedad. Y es que uno de los factores más importantes que han influido en este proceso de globalización ha sido el transporte. Hoy podemos tener una amplia variedad de productos en muy poco tiempo y de cualquier rincón del mundo, no importa donde se fabrique. A todo esto hay que añadir que los productos denominados de “temporada” los podemos consumir en cualquier época del año.
Allá por 1800 los fogones en la provincia de Ciudad Real eran austeros y sencillos, y no menos austeros podían llegar a ser en Navidad. La cocina de origen humilde y pastoril invadía las mesas, pero no dejó de ser internacionalmente conocida debido a que algunos de sus platos aparecen en la divulgada obra Don Quijote de la Mancha. Tiene una gran influencia de la cocina andaluza por su posición geográfica y bastante influencia andalusí por la historia.
Acertada ha sido la propuesta de la Diputación de Ciudad Real denominada Sabores del Quijote, que en mayor o menor medida ha intentado acercar a todos los habitantes de la provincia de Ciudad Real el yantar del conocido hidalgo y su escudero, con platos típicos y productos de la tierra.
Los platos y especialidades tradicionales de la cocina ciudarrealeña son muy fáciles de ejecutar, teniendo rara vez más de diez ingredientes en su composición. Además, todos ellos son muy asequibles a nuestro bolsillo, o por lo menos antes los eran. Si hoy queremos buscar estos ingredientes de máxima calidad dejarían de ser tan asequibles. Se caracterizan por su gran aporte calórico, ideal para labradores, campesinos y pastores.
Las hortalizas están muy presentes. Así, nuestros antepasados podían disfrutar en este época del año del famoso pisto y asadillo que meses antes habían embotellado aprovechando la recolección de frutos, y que además, les serviría para el consumo ocasional durante todo el año.
Pollo o gallina
Mención especial merece en esta época del año, al igual que en las festividades de cada localidad (patrón o patrona), la matanza de un pollo o gallina que había sido alimentado y engordado en el corral de la casa. Normalmente eran guisados en pepitoria.
Por último, y no menos importante, hay que destacar todo aquel producto que días antes se había obtenido en las tradicionales y famosas matanzas del cerdo. Normalmente, en cada casa, se tenía por costumbre matar uno o dos cerdos cuando los fríos de diciembre lo mandaban. Es tal la cantidad de alimentos que de la matanza se obtiene que matando un par de cerdos era más que suficiente para el consumo anual en la casa, y para obsequiar a todos aquellos que habían participado de la fiesta.
Un producto típico de la zona también son las tortas de chicharra. Aprovechando la manteca del cerdo en la matanza, y las “chichillas” que sobran del tocino obtenido, previamente frito y frío, se mezcla con harina y huevo, conformando la torta y adquiriendo la misma forma que las tortas de manteca.
Era muy común en esta época del año consumir el embutido de orza (chorizos, costillas, lomo, morcillas). Quizá hoy no nos resultaría muy agradable al paladar, ya que el aceite adquiere un característico sabor un tanto fuerte.
Y rematamos nuestro paseo gastronómico por una mesa ancestral en Navidad con los mantecados. Tradicionalmente los mantecados se consumen en Navidad por estar muy cerca en tiempo la matanza del cerdo, ya que para poder elaborarlos se necesita la manteca del citado animal. El mantecado es un “bollo” típico de la repostería, caracterizado por ser amasado con manteca de cerdo y consumido especialmente en Navidad. Por su elaboración con la manteca de cerdo, los mantecados no pueden ser fabricados cuando no hay bajas temperaturas, de ahí que se pudieran consumir especialmente en Navidad.
Dada la naturaleza del territorio, hubo poco pescado y nada de marisco, y los más tradicionales fueron la trucha y el bacalao en salazón, que participa en algunos platos.
MANTECADOS
Ingredientes:
700 gr. de harina
400 gr. de manteca de cerdo
4 huevos
4 cucharadas de azúcar
1 cuchara de zumo de limón
1 sobre de levadura
Canela en polvo y azúcar
Preparación:
Ponemos la harina en un bol reservando 2 cucharadas, para luego amasar sobre la mesa. Hacemos un hueco en el medio y ponemos el azúcar, la manteca blandita,1 cucharada de zumo de limón y los huevos previamente batidos.
Trabajamos todo hasta que quede una masa firme y lisa y lo dejaremos reposar 10 minutos.
Pasado este tiempo echaremos la harina que habiamos reservado sobre la encimera de la cocina y ponemos la masa que estiraremos con un rodillo y le dejaremos de 1 cm. de grosor, cortaremos con un cortapastas los mantecados de las formas que más nos gusten.
En una placa pondremos papel para horno e iremos poniendo las pastas. Las coceremos en el horno ya precalentado a unos 150º (si es muy fuerte lo bajaremos a 130º) durante 30 minutos.
El horno ha de estar suave de calor, si la temperatura es demasiado alta quedarán duras, no han de tomar mucho color.
Pasados los 30 minutos las sacaremos del horno y los rebozaremos con el azúcar y un poquito de canela (opcional).