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La madera se talla en pasos, parihuelas, adornos, etc.

José Ángel Banegas, el tallista de la pasión

Cada pieza que crea, según el tallista, lleva consigo “el sabor único de ese momento”

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José Ángel Banegas en su taller de Villarrubia de los Ojos / Clara Manzano
J.M. Beldad / VILLARRUBIA DE LOS OJOS
Banegas ha realizado multitud de obras para la región y también para otros sitios de España. Actualmente, está elaborando el tallado del paso de la Amargura de Ciudad Real o del Resucitado de Almería

    José Ángel Banegas (39) tiene el taller en una calle del centro de Villarrubia de los Ojos, en el corazón de La Mancha. Trabaja con su suegro, mano a mano. Cuando se entra en él, huele a madera, hay polvo, serrín y muchas herramientas, algunas portentosas. Como las tallas. Respiraderos, cartelas, pasos enteros, insignias… Hay de todo. Porque el tallista se adapta a lo que se le pide. En una de las paredes hay carteles de Semana Santa. En algunos salen pasos de su autoría. En 2024 hace diez años que dio el paso de dedicarse de manera profesional a ser tallista.

    Cada obra de José Ángel Banegas, tallista natural de Villarrubia de los Ojos, lleva impregnada una parte de su historia vital y emocional. Desde sus inicios, con apenas cinco o seis años, mostró una inclinación por el arte, la madera y el dibujo. A medida que crecía, su pasión por la talla en madera se consolidaba, aunque su camino hacia este oficio fue marcado por desafíos y sacrificios.

    José Ángel Banegas en su taller de Villarrubia de los Ojos / Clara Manzano
    José Ángel Banegas en su taller de Villarrubia de los Ojos / Clara Manzano

    En 2010, durante la crisis económica en España, José Ángel perdió su trabajo en la construcción. Fue entonces cuando se sumergió por completo en el mundo de la talla en madera. Aunque al principio enfrentó dificultades y falta de reconocimiento, su dedicación y persistencia lo llevaron a establecerse como un tallista de renombre.

    Para José Ángel, cada obra es un reflejo de su momento vital y emocional. Su proceso creativo está impulsado por su amor por el arte y la arquitectura, y encuentra inspiración en la música que escucha mientras trabaja. La entrega de cada obra es un momento de satisfacción, especialmente cuando ve la reacción positiva de sus clientes.

    Herramientas del tallista / Clara Manzano
    Herramientas del tallista / Clara Manzano

    Los principios de Banegas en el oficio

    Los inicios de José Ángel son bastante singulares, ya que carece de antecedentes familiares en el ámbito de la carpintería o la talla de madera. Desde temprana edad, su interés por la Semana Santa fue evidente. A la edad de apenas siete años, le encargaron un proyecto de marquetería en la escuela, el cual realizó en colaboración con otro compañero y en su propia casa. Fue entonces cuando su padre, dueño de un taller de carpintería, le mostró los materiales y herramientas, despertando en él una profunda fascinación por el oficio.

    A partir de ese momento, José Ángel combinó su pasión por la Semana Santa con la práctica del modelismo cofrade, utilizando madera, marquetería, pegamento, entre otros materiales. Con el paso de los años y alimentado por su entusiasmo, se enfrentó al desafío de esculpir una piedad. Enfrentándose a la incertidumbre de cómo abordar la tarea, adquirió un pequeño juego de gubias en una tienda local, mientras que un familiar le proporcionó un trozo de madera de olivo.

    El tallista en su taller / Clara Manzano
    El tallista en su taller / Clara Manzano

    A pesar de completar sus estudios a la temprana edad de dieciséis años, en su área no había talleres disponibles para recibir una formación especializada en su pasión. Por lo tanto, se vio obligado a dedicarse a otros oficios durante muchos años, aunque siempre encontraba tiempo para practicar la talla en sus ratos libres. Con el paso del tiempo, circunstancias favorables le permitieron dedicarse más intensamente a tallar cruces de guía y objetos similares.

    Con una dedicación inquebrantable y sacrificando horas de descanso y tiempo con su familia, José Ángel logró convertir su pasión en su medio de vida. Durante años, combinó un trabajo a tiempo completo en otro oficio con largas jornadas nocturnas en su taller, trabajando incansablemente para alcanzar su sueño. En aquellos días, su música favorita, el rock, sonaba como suena ahora en su taller.

    Proceso de tallado / Clara Manzano
    Proceso de tallado / Clara Manzano

    El primer encargo que tiene de una cofradía fue en 2011. El altar de culto de la Victoria de Huelva. Este trabajo fue fruto de la publicación de su primer blog con dos imágenes, una cruz de guía y un Cristo tallado. Según relata el propio José Ángel, fue un poco atrevido al aceptar el encargo, sobre todo por las dimensiones. Estuvo trabajando en ello un año. Fue el inicio de todo. El resto es historia.

    Un camino nada fácil

    José Ángel Banegas ha enfrentado una serie de desafíos únicos en su viaje hacia el reconocimiento y la aceptación que ahora disfruta en su taller y en el mundo cofrade y semanasantero de toda España. El camino no ha sido “nada fácil”, comenta.  “Hay una percepción de que al ser joven pueden tratarme como les plazca», comparte Banegas.

    Banegas trabaja mano a mano con su suegro / Clara Manzano
    Banegas trabaja mano a mano con su suegro / Clara Manzano

    Asimismo, el villarrubiero cree que es “es difícil lidiar con la falta de respeto”, especialmente cuando él asegura que aún está estableciéndome como profesional en este campo, a pesar de sus buenos resultados.

    Para él, todo va más allá de la simple talla, su oficio es una forma de vida, una pasión que lo impulsa a seguir adelante a pesar de los obstáculos, de las horas y de las adversidades. Aunque ha experimentado momentos difíciles en su carrera, encuentra consuelo y apoyo en su familia, en particular en su esposa y sus hijas: “El apoyo de mi familia, especialmente de mi esposa, ha sido fundamental para mantenerme firme en este camino», admite.

    Parte tallada / Clara Manzano
    Parte tallada / Clara Manzano

    Esto se hace más fuerte cuando Banegas ve que el reconocimiento y la recompensa su trabajo no llegan tan fácilmente. A pesar de los desafíos y sacrificios que conlleva su oficio, este joven tallista se siente profundamente orgulloso del camino que ha elegido. Ser tallista, según lo que se ve en su taller, es una vocación que le brinda un sentido de propósito y realización.

    «Cada pieza que creo es una extensión de mí mismo, una expresión de mi pasión y dedicación», afirma con convicción. «A pesar de las dificultades, no cambiaría este camino por nada en el mundo, dice Banegas. En sus palabras se ve la determinación que tiene para seguir adelante y alcanzar el éxito, “algo que sé que me merezco”.

    Proceso de tallado / Clara Manzano
    Proceso de tallado / Clara Manzano

    El proceso creativo

    El proceso creativo para este joven tallista es un viaje fascinante de transformación, donde sus ideas toman vida a través de sus manos expertas. Con pasión por el arte, la arquitectura y el diseño, encuentra inspiración en una amplia gama de fuentes.

    “Cada pieza que tengo en mente se va convirtiendo en realidad a medida que la trabajo”, comparte con entusiasmo. “Estoy completamente enamorado del arte; encuentro belleza y estímulo en la arquitectura y el diseño. Ya sea esculpiendo un edificio, diseñando una puerta de calle, o incluso creando un estadio de fútbol o un museo, encuentro una fuente inagotable de energía y creatividad en todo lo que me rodea”.

    Proceso de tallado / Clara Manzano
    Proceso de tallado / Clara Manzano

    Para él, la pasión es un motor fundamental en su proceso creativo. Al ver cómo sus proyectos toman forma en el taller, experimenta una sensación de gratitud y satisfacción única. Cada pieza es una expresión de su dedicación y amor por su oficio. Entre sus influencias, habla de grandes tallistas que me encantan como Guzmán Bejarano, Antonio Martín o Duque Cornejo. Luego hay localidades como la malagueña, donde está José Oliva. Y también varios profesionales de Castilla y León,

    “Cuando observo una obra en progreso, siento un profundo agradecimiento por la oportunidad de dar vida a mis ideas», expresa con orgullo”. A veces, después de años sin ver una pieza que creé, vuelvo a encontrarme con ella y siento una conexión especial. Me vuelvo más crítico con mi trabajo con el tiempo, pero también más agradecido por el proceso creativo y el resultado final”.

    Esquinas de un paso talladas / Clara Manzano
    Esquinas de un paso talladas / Clara Manzano

    Lo efímero de su trabajo

    Una vez terminado el trabajo, es probable que José Ángel Banegas lo envíe o lo transporte donde sea, lo monte -cosa que hacen muchas veces- y no vuelva a verlo nunca más. Esto convierte su trabajo en algo efímero y que marca su devenir vital. Banegas expresa: “Soy una persona que trabaja lo mejor posible primero para mí y luego después para los clientes”.

    En esta declaración se refleja su compromiso intrínseco con la excelencia y su convicción de que cada obra es “un servicio a la vida misma”. Cuando él crea una pieza, un trono, una cartela o cualquier otro elemento tallado, siente que está “brindando algo significativo que se quedará ahí mucho tiempo”.

    Banegas tallando / Clara Manzano
    Banegas tallando / Clara Manzano

    Después de años de trayectoria, Banegas ha desarrollado una relación íntima con sus creaciones. Reconoce que, al revisar trabajos anteriores, puede encontrar áreas de mejora, pero también experimenta una satisfacción al ver cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Este proceso de evolución constante es fundamental para él. Evita acumular demasiados proyectos simultáneos para evitar que su mente se acostumbre, buscando siempre mantenerse en un estado de crecimiento y aprendizaje continuo.

    Una característica distintiva de su enfoque es su relación con las obras terminadas. Banegas se preocupa por su calidad, sino que también se distancia emocionalmente de ellas. “No tengo la de mi casa mía, que ha ido por mí, tampoco tengo la que me ha dado nada», señala, indicando que no se apegaría a sus obras como lo haría con un hijo, sino que las ve como parte de su proceso de crecimiento personal y profesional.

    Proceso de tallado / Clara Manzano
    Proceso de tallado / Clara Manzano

    El trabajo del tallista se encuentra anclado en un momento específico, donde diversas circunstancias influyen en su creación. José Ángel Banegas comparte cómo su entorno y estado emocional afectan su proceso creativo: “Si veo un trabajo mío, pienso que estaba viviendo en ese momento una circunstancia determinada”. Este enfoque personal se refleja especialmente en su relación con la música, donde encuentra una profunda conexión entre el arte y sus experiencias cotidianas: “Sé qué canción sonaba en la radio cuando hice este o el otro trabajo”.

    Cada pieza que crea, según Banegas, lleva consigo “el sabor único de ese momento”. Es decir, cada obra está impregnada de las emociones, las experiencias y las tendencias culturales que predominaban en el momento de su creación.

    Su mejor obra está por llegar

    Él comparte que pasa el año inmerso en su labor, dedicando su tiempo y esfuerzo a ofrecer lo mejor de sí mismo en cada proyecto. Aunque reconoce que no todos los trabajos fueron igualmente gratificantes para él, destaca la belleza inherente a su oficio. Para Banegas, la ubicación geográfica de sus trabajos no afecta su compromiso; cada proyecto, ya sea en su pueblo natal, en Sevilla o en cualquier otro lugar, merece su atención plena. Eso sí, tiene claro que de lo único que se arrepiente es de “haber dejado entrar en mi taller a gente que no valora mi trabajo”.

    Para él, cada trabajo es una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Aunque reconoce las diferencias entre los proyectos, desde trabajos civiles hasta piezas destinadas a pueblos, capitales de provincia en Andalucía, etc. su enfoque siempre es el mismo: “trabajar duro, aprender y mejorar continuamente, porque soy ambicioso”.

    José Ángel Banegas transmite pasión y dedicación por su oficio, además de su profundo compromiso con la excelencia y la gratitud que muestra por las conexiones humanas que su trabajo le ha brindado a lo largo de los años. En su taller suena la radio, AC/DC, Guns N’ Roses y la música que le gusta. Comenta con su suegro que ya queda poco para que llegue Semana Santa: “Me voy a ir a la playa con mi mujer y mis hijas, a desconectar, que nos lo hemos ganado”.

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